Paz y guerra civil

Lenin al frente de Smolny Isaak Brodsky, 1925.

Lenin al frente de Smolny
Isaak Brodsky, 1925.

Para consolidar el poder de los sóviets y estabilizar a Rusia, Lenin buscó establecer la paz con Alemania a cualquier precio.

En 1918 el gobierno alemán dio al gobierno revolucionario un ultimátum en Brest-Litovsk mediante el que amenazaban a Rusia con la invasión en caso de no ceder gran parte de Ucrania, ya que ésta poseía la mayor cantidad de carbón y grano ruso.

Lenin optó por aceptar el ultimátum, mientras que Bakunin y los socialdemócratas (a favor de la guerra), así como Trotsky (esperaba el triunfo de una revolución proletaria alemana), pensaban que otra vía era necesaria.

El 3 de marzo de 1918, León Trotsky, Comisario Popular de Asuntos Exteriores, firmó la Paz de Brest-Litovsk con la cual Rusia entregó Estonia, Letonia y Lituania; reconoció la independencia de Polonia, Finlandia, Ucrania y cedió Besarabia a Rumania y Armenia a Turquía.

Mapa de territorios cedidos con la Paz de Brest-Litovsk

Territorios cedidos con la Paz de Brest-Litovsk

           

Tratado de paz de Brest-Litovsk

Las primeras dos páginas del Tratado de Brest-Litovsk, en (de izquierda a derecha) alemán, húngaro, búlgaro, turco otomano y ruso.

En este contexto, los bolcheviques tuvieron que hacer frente a sus opositores y a los oficiales del ejército recién desintegrado por la paz con Alemania, 7 millones de soldados se desmovilizaron sin recibir apoyo alguno. La crisis rusa a partir de entonces fue muy dura, pues a finales de 1917 la población contaba con raciones de pan de 300 gramos, mientras que en Petrogrado se redujo a 150 el 27 de enero de 1918 y a menos de 50 el 28 de febrero del mismo año. En consecuencia, durante los primeros seis meses de 1918, un millón de personas emigraron de la ciudad con la esperanza de encontrar comida en otra parte (Harman, 2013: 394 y 396).

Tratado de paz de Brest-Litovsk

La ejecución de los veintiséis comisarios de Bakú.
Isaak Brodsky, 1925.

Una alianza de ejércitos extranjeros formada por Polonia, Francia, Inglaterra, Checoslovaquia, Japón, Canadá, Estados Unidos y opositores del régimen (mencheviques, zaristas, militares), se organizó en el verano de 1918 para hacer frente a los bolcheviques. Las potencias occidentales participaron para, en primer lugar, evitar una expansión revolucionaria en toda Europa y en segundo, por el rechazo de los bolcheviques de reconocer su deuda exterior, así como el pago de indemnizaciones para las industrias expropiadas y nacionalizadas.

Blancos Rojos

Zaristas

Anticomunistas

Mencheviques.


*Apoyados por ejércitos extranjeros

Bolcheviques

Sóviets

El ejército de “blancos” contrarrevolucionarios se enfrentó con extrema violencia y terror a los rojos revolucionarios, lo que condujo a que la Revolución se convirtiera en un derramamiento de sangre entre ambos bandos. Finalmente, el ejército rojo asesinó al antiguo Zar Nicolás II y a toda su familia el 16 de julio de 1918. El régimen bolchevique aguantó y, pese a las condiciones terribles no perdió el apoyo de sus bases, logrando imponerse en una guerra civil que duró de 1918 hasta 1920.

Mapa de la guerra civil rusa

Mapa de la guerra civil rusa

Para saber más

El testimonio de un periodista americano

Rusia entera aprendía a leer: leía asuntos de política, de economía, de historia, porque el pueblo tenía necesidad de saber. En cada ciudad, casi en cada aldea, en el frente, cada fracción política tenía su periódico y, a veces, muchos. Millares de organizaciones distribuían centenares de miles de folletos, inundando los ejércitos, las aldeas, las fábricas, las calles. La sed de instrucción, tan largo tiempo refrenada, convirtióse con la revolución en un verdadero delirio. (...)

¡Y qué papel jugaba la palabra! Los “torrentes de elocuencia” de los que habla Carlyle a propósito de Francia eran una bagatela al lado de las conferencias, de los debates, de los discursos que se pronunciaban en los teatros, en los circos, en las escuelas, en los clubs, en las salas de reunión de los Soviets, en los locales de los sindicatos, en los cuarteles. Se celebraban mítines en las trincheras, en las plazas de las aldeas, en las fábricas.

Imagen de periodista

¡Qué admirable espectáculo el de los cuarenta mil obreros de Putilov acudiendo a escuchar a oradores socialdemócratas, social revolucionarios, anarquistas y otros, igualmente atentos a todos ellos e indiferentes a la duración de los discursos! En Petrogrado y en toda Rusia, la esquina de cada calle fue, durante meses, una tribuna pública. En los trenes, en los tranvías, en todas partes brotaba de improviso la discusión (…).

Miles de signos aparentes denunciaban el cambio: la estatua de Catalina la Grande, delante del teatro Alejandro, llevaba en la mano una banderita roja; otras banderas rojas, desgarradas, flotaban en todos los edificios públicos, y el monograma imperial y las águilas habían sido arrancados o tapados. Se sustituyó al terrible gorodovoi (guardia de orden público) por una milicia benévola, que patrullaba sin armas por las calles. Sin embargo, aún subsistían muchos anacronismos.

(Reed, 1919: 29-30)