Política exterior de E.U. en América Latina

A principios del siglo XX, la política exterior estadounidense se justificaba con el Coralario Roosevelt (1904) de la Doctrina Monroe y la política del Gran Garrote o Big Stick (1905). El coralario justificaba la intervención en los países latinoamericanos que no eran capaces de saldar sus deudas con países europeos, para así evitar una posible intervención a la fuerza y reforzar la seguridad nacional de América. Mediante una política de intervenciones militares y la política conocida como la Diplomacia del dólar, el gobierno y las empresas norteamericanas fueron ganando posiciones, políticas y económicas en América (especialmente Centroamérica y el Caribe), en detrimento de Europa. Asimismo, algunos Estados americanos como la República Dominicana, Haití, Panamá, Cuba y Nicaragua se convirtieron en verdaderas colonias estadounidenses.

Tras la Primera Guerra Mundial la política exterior se amplió con la idea del Panamericanismo, entendido como una colaboración de los países americanos en una organización multilateral bajo el dominio de los Estados Unidos. A diferencia de la idea panamericanista original de Simón Bolívar (1824), se trataba de alinear los intereses imperialistas norteamericanos con las políticas nacionales de cada estado latinoamericano. Las primeras conferencias panamericanas –Washington (1889), México (1902), Río de Janeiro (1906), Buenos Aires (1910), Santiago de Chile (1923) y La Habana (1928)- solamente afirmaron la intención de los norteamericanos para mantener relaciones verticales (de arriba para abajo) con los países latinoamericanos.

Theodore Roosevelt y la política del garrote en el Caribe.

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En el contexto de la crisis de 1929, en la Séptima Conferencia Panamericana (1933), el presidente Franklin Delano Roosevelt proclamó el principio de la Buena Vecindad, la no intervención y el establecimiento de relaciones más horizontales e igualitarias, como base de la política panamericana. En la práctica significaba la derogación de la Enmienda Platt en Cuba, el fin de la ocupación militar de Haití y el retiro de tropas en toda Centroamérica. El abandono de una política abiertamente imperialista se puede explicar por las siguientes razones:

  1. El gobierno estadounidense quiso mitigar el creciente nacionalismo y el antiimperialismo en América Latina.
  2. El fracaso de distintas intervenciones militares en Centroamérica y la resistencia de las poblaciones civiles.
  3. El debilitamiento de Europa durante el periodo de entreguerras, que facilitó la hegemonía estadounidense mediante la diplomacia y las relaciones económicas más que por las armas.

Como una estrategia de la Política de la Buena Vecindad, el presidente Roosevelt solicitó a los estudios de Walt Disney realizar unas caricaturas con temas de la cultura latinoamericana (combinando animación y personas reales). En 1944 se estrenó el largometraje en la Ciudad de México “The Three Caballeros”. Es protagonizado por Pato Donald, José Carioca, el loro fumador que representa a Brasil; y el nuevo amigo Pancho Pistolas, un gallo bravo con pistolas que representa a México.

La política de la Buena Vecindad de Roosevelt mejoró las relaciones entre los países americanos, pero este periodo fue de corta duración. Para romper con el proteccionismo y nacionalismo económico, así como con el antiimperialismo de algunas naciones latinas, empresas estadounidenses apoyaron a las viejas oligarquías y a algunos dictadores. En Centroamérica y el Caribe, la United Fruit Company instauró, otra vez, gobiernos dictatoriales en las llamadas “Repúblicas Bananeras” (Jorge Ubico en Guatemala, Tiburcio Carias Andino en Honduras, Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador, Anastasio Somoza García en Nicaragua, por ejemplo). En Cuba, después de la anulación de la Enmienda Platt (1931) y el retiro de las tropas, regresó el dictador Fulgencio Batista que dominaría la isla de 1934 hasta 1959. En América del Sur, tomaron el poder, entre otros, los dictadores José Feliz Uriburu y Gabriel Terra, respectivamente en Argentina y Uruguay.

Tras el ataque japonés a Pearl Harbour en diciembre de 1941, el gobierno estadounidense consideró que la política de Buena Vecindad era un impedimento para luchar en contra de los fascismos, ya que se aseguró el apoyo político y la provisión de materias primas para la guerra. Obtuvieron la colaboración de México tras el conflicto petrolero y de Getúlio Vargas, a pesar de su cercanía con los fascismos italiano y alemán.

Así, la época de 1914-1945 concluyó con la clásica injerencia imperialista de los Estados Unidos, salvo en la Argentina, que por sus vínculos históricos con la Gran Bretaña, su gran número de ciudadanos de origen italiano y la bandera populista de Perón, rechazó la hegemonía norteamericana apoyando a las Potencias del Eje hasta enero 1944, para finalmente, declararles la guerra en marzo de 1944.