¿Qué es la evaluación?

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¿Qué es la evaluación?

Consideramos que la evaluación en la escuela constituye un proceso de vital importancia en el aprendizaje de los estudiantes, pues tiene efectos críticos en su trayectoria escolar tanto en el corto como en el largo plazo. Para la elaboración de este paquete de evaluación, nuestro grupo de trabajo acordó concebirla como un proceso que usamos los docentes para averiguar qué es lo que saben los alumnos, qué capacidades poseen para hacer algo y también como una forma de aprender. Los exámenes como pruebas escritas u orales son tan sólo uno de los primitivos significados de la evaluación y todavía es una de las primarias acepciones de evaluación en los últimos cincuenta años. Para implementar otras formas de evaluación, es necesario considerarla como un proceso que permite recabar información sobre aprendizajes y conductas de los estudiantes, para  detectar progresos  y fallas, que permitan tomar decisiones y retroalimentar al aprendiz.

Consideramos a los exámenes como una pequeña parte del proceso de recabar información de los aprendizajes obtenidos. Las actividades de evaluación tienen que involucrar el mismo proceso de aprendizaje donde se crean relaciones interactivas y circulares. El estudiante, al mismo tiempo que realiza su aprendizaje efectúa reiterados procesos valorativos de juicio crítico que le sirven de base para tomar las decisiones que le orientan en su desarrollo mientras aprende. Pero esto no es suficiente, es necesario ir más allá, el asunto no consiste solamente en dar respuesta a cómo organizar las prácticas evaluadoras, sino también, en cómo insertarlas como un aprendizaje.

Se debe que tener muy claro qué elementos se van a considerar en la evaluación: en primer lugar los que se refieren a los contenidos propios de la materia; en segundo a las habilidades de pensamiento que permite relacionar, sintetizar, emitir juicios, así como, resolver problemas; en tercero y no menos importante, es necesario considerar las actitudes y valores de los estudiantes que permiten una mejor convivencia.

El aprendizaje y la evaluación deben tomar en consideración el desarrollo del propio estudiante, es decir, sus expectativas, nivel inicial, estilos de aprendizaje, ritmos e intereses, necesidades y proyección futura. Desde esta perspectiva, el reto de la evaluación es cómo debe instrumentarse ésta, de tal forma que resulte congruente con los principios y orientaciones para lograr un aprendizaje significativo.