Evaluar la competencia matemática

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En la evaluación de matemáticas, se ve como fundamental indagar por la competencia matemática del estudiante en relación con las acciones interpretativas argumentativas y propositivas que él demuestre manejar, al enfrentarse a situaciones problema referidas a diferentes significados y conceptualizaciones del conocimiento matemático. La competencia matemática es entendida (Torrado 1996) como un saber-hacer en contexto, “un conocimiento implícito en un campo del actuar humano, una acción situada que se define en relación con determinados instrumentos mediadores”. Que alguien es competente en matemáticas significa, desde las propias matemáticas, que ha logrado construir significado; las acciones que dan cuenta del proceso de construcción de significado, como ya se ha mencionado, son las de interpretar, argumentar y proponer, son acciones que permiten observar el nivel de la competencia, en el uso que el estudiante hace de las matemáticas. 

El alumno, necesita darle sentido al enunciado dentro de sus referentes matemáticos, para poderlo validar dentro de una estructura conceptual preestablecida; es decir, el estudiante logra identificar elementos del problema como parte de una estructura matemática a los que va a interpretar y sobre los que va a argumentar y proponer cuando se enfrenta a situaciones problema, en las que debe  “usar” su conceptualización en matemáticas.

Cabe hacer notar que las acciones de interpretar, argumentar, o proponer no necesariamente expresan jerarquías, prerrequisitos o niveles; solamente se constituyen en momentos distintos y fundamentales dentro de la significación que el estudiante genera al enfrentarse a actividades que forman parte de su quehacer matemático. Sin embargo, pueden considerarse también como interdependientes; por ejemplo, no es posible pensar que se pueda generar una interpretación sin argumentar y proponer, o una argumentación sin previa interpretación. Así, reconociendo que las “competencias” al ser acciones contextualizadas en las gramáticas de las disciplinas o en contextos socioculturales específicos, no pueden ser organizadas jerárquicamente.

La presentación de las matemáticas como un lenguaje científico conlleva, en sí misma, una concepción de la evaluación del lenguaje que, pensamos, debe sustentarse en un enfoque integrador, cualitativo, interactivo y de corte evolutivo, el cual intenta ofrecer al docente una información precisa de cómo hacer la evaluación del lenguaje matemático y su comunicación con el objetivo de conseguir la información suficiente que sea significativa para el diseño del programa de intervención pedagógica en la enseñanza de las matemáticas.

Para evaluar a las matemáticas como el lenguaje científico que son, no necesitamos usar una gran cantidad de tests, métodos y procedimientos altamente sofisticados. Esta tarea requiere que los profesores partan de un esquema básico de, cómo se organizan los elementos matemáticos y contextuales y de qué procesos intervienen en el circuito de la comunicación, además de poseer un conocimiento de, cómo se van adquiriendo y desarrollando las habilidades en el uso del lenguaje y la comunicación matemática por parte de los estudiantes.

Estas acciones, enmarcadas en una competencia comunicativa, se asumen como parte del proceso de significación en el que intervienen tanto el conocimiento matemático como las situaciones problemas, las prácticas significativas, y en su interacción se intenta mirar lo que se ha denominado comprensión. En matemáticas, la comprensión es entendida, por algunos autores, como la experiencia mental del sujeto por medio del cual reacciona a un objeto (signo) con otro objeto (significación) (Sierpinska, 1994).