Ciencia y tecnología

A partir del desarrollo material en el periodo que va de 1870 a 1914, y junto a las transformaciones sociales, las de corte económico, político y cultural, encontramos una de las ramas en donde se puede observar con claridad las características de esta época. La ciencia es, por su relación con el desarrollo tecnológico, su vinculación a la guerra y producto de la riqueza económica generada, un tema trascendental para comprender los cambios habidos en el periodo estudiado.

Los rasgos característicos de estas sociedades industrializadas son los avances técnicos y científicos, junto con la enorme influencia de los medios de comunicación social como elemento integrador. Todo esto nos da un mundo más homogéneo en cuanto a la cultura, en el entendido de una sociedad de masas, lo cual resulta una característica nunca antes vista en las sociedades. Esto quiere decir que el desarrollo material, a la par de la occidentalización de la vida, fue algo común; cuando se habla de un mundo homogéneo queremos decir, entre otras cosas, que se comienzan a consumir productos similares, modas, hábitos de vida, se leen los mismos libros, por ejemplo.

En cuanto a la visión científica que fue tomando forma, se puede decir que se cuestionó a los sistemas explicativos del universo, característicos del siglo XVIII, que eran de tipo mecanicista. Los científicos comprendieron que debían buscar más certezas con base en la razón y mediante la experimentación, fundamental para el conocimiento científico del siglo XIX y del mundo contemporáneo. La visión del universo físico se derrumbó en el periodo que va de 1895 a 1905, ya que no se basaba en los hechos investigados sino en ideas sobre el universo que tenían sustento en intuiciones, por ejemplo, en el “sentido común”, es decir, que no tenían una base científica. Tiempo después habría una construcción teórica del universo y del conocimiento más objetiva con base en las herramientas de la visión científica ya planteadas aquí.

Fragmento de Discurso del método, de René Descartes. Este escrito fue una de las bases que dejó el siglo XVII con respecto a la visión científica.

Si este discurso parece demasiado largo para ser leído de una vez, se le podrá dividir en seis partes: en la primera se hallarán diversas consideraciones sobre las ciencias; en la segunda, las principales reglas del método que el autor ha buscado; en la tercera, algunas referentes a la moral que ha sacado de aquel método; en la cuarta, las razones con que prueba la existencia de Dios y del alma humana, que son el fundamento de su metafísica; en la quinta, el orden de las cuestiones de física que ha investigado, y particularmente la explicación del movimiento del corazón y de algunas otras dificultades que atañen a la medicina, y también de la diferencia que existe entre nuestra alma y la de los animales; y en la última, algunas cosas que estima que se requieren para avanzar más de lo que él ha conseguido en la investigación de la naturaleza, así como las razones que le determinan a escribir.

Y como la multitud de leyes proporciona frecuentemente excusas a los vicios, de modo que un Estado está tanto mejor ordenado cuanto, no habiendo más que muy pocas leyes, son estrictamente observadas, así, en lugar del gran número de preceptos que componen la lógica, creí que tendría bastante con los cuatro siguientes, con tal que tomase la firme y constante resolución de no dejar de observarlos una sola vez.

El primero era no recibir jamás por verdadera cosa alguna que no la reconociese evidentemente como tal; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención y no abarcar en mis juicios nada más que aquello que se presentara a mi espíritu tan clara y distintamente que no tuviese ocasión de ponerlo en duda.

El segundo, dividir cada una de las dificultades que examinara, en tantas parcelas como fuere posible y fuere requerido para resolverlas mejor.

La tercera, conducir por orden mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer para subir poco a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los más complejos, incluso suponiendo un orden entre aquellos que no se preceden naturalmente los unos a los otros.

Y el último, hacer en todo enumeraciones tan completas y revisiones tan generales que quedase seguro de no omitir nada.

La visión religiosa de la vida fue desplazada, y los investigadores buscaron realidades objetivas del cosmos, esta búsqueda, desde una perspectiva científica, lo quiso hacer desde la experimentación, misma que se hace a través de los sentidos humanos, en contraposición con las intuiciones.

Por ejemplo, Albert Einstein, alemán de origen judío, en 1905 publicó su Teoría de la Relatividad Espacial dando por resultado la mecánica cuántica, en la que describe cómo cualquier sistema físico, en todo el universo, en donde existen diversos “estados” que se pueden materializar y concretizar para su explicación en números y ecuaciones matemáticas (a esto se denominó “estado cuántico”). Con este postulado, se pudo explicar la existencia del átomo, revelando así su misteriosa estructura, fenómeno físico que no podría ser explicado con la física clásica de corte mecanicista de la mejor forma posible.

Otro caso fue la corriente neopositivista, que apareció a finales del siglo XIX con pensadores como Pearson, Duhem y el químico Ostwald. Ellos buscaban investigar y conocer un mundo y una naturaleza coherente, a través del método científico.

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El aumento de la riqueza en los países que eran potencia mundial, aunado al desarrollo material que lleva consigo la explotación de los recursos naturales y de la mano de obra barata sometida, que se dio a través del imperialismo, permitió el desarrollo del pensamiento científico y la formación de instituciones que se dedicaran de forma exclusiva al estudio de los fenómenos de la naturaleza. En un gran porcentaje esta investigación se desenvolvía en la búsqueda de mejorar las intervenciones militares por parte de las potencias en otras latitudes del planeta. La situación se tornó de tal forma que la ciencia y las instituciones políticas o empresariales unieron esfuerzos en el desarrollo de la tecnología. El imperialismo provocó la invasión de territorios, sobre todo en lugares tropicales en donde la gente “blanca” tuvo problemas con enfermedades muy comunes en países del Pacífico y América Latina; algunos de los casos más comunes fueron los de la malaria o la fiebre amarilla. Esto incentivó a los gobiernos y sus investigadores a solucionar este tipo de problemas y entonces crearon vacunas. Como consecuencia de la vinculación entre diferentes tipos de instituciones, en 1911 se fundó la Kaiser-Wilhelm-Gesellschaft que coordinó y financió proyectos de investigación, esto se traduce en que hubo una vinculación directa entre la ciencia, los gobiernos y las empresas que, incluso, redituaron en algunos beneficios para la sociedad. Este proceso se dio ya fuera en forma de mecenazgo, es decir, de patrocinio económico por parte de particulares o, en su caso, también como presión por parte del gobierno y el mundo de los negocios. Con base en estas alianzas se buscaba mejorar el desarrollo tecnológico a través de trabajo científico estimulado por el progreso práctico de la industria, propiciada en gran medida por exigencias técnicas requeridas.

Hubo momentos en que algunas propuestas científicas tomaron un aspecto ideológico, esto quiere decir que adquirieron tintes políticos, con la finalidad de apoyar algún tipo de organización estatal, o gubernamental, con la respectiva justificación palpable (discurso) en cuanto a su pensamiento. La ideología busca justificar una forma de pensamiento, normalmente las ideologías pretenden convencer a las personas de la existencia de ideas de características absolutas, esto quiere decir que lo son todo, lo abarcan todo, de tal manera que otras formas de pensar son inconcebibles, pues se oponen a la explicación total de la vida y del universo.

El caso concreto de la relación entre la ciencia y lo social se encuentra en la teoría de William Bateson, la eugenesia, es decir, la ciencia genética planteada en 1905. Esta teoría proponía el perfeccionamiento genético de la especie humana, en donde las variantes valiosas eran las de origen nórdico (grupos ubicados en el norte de Europa). Tanto para Pearson como para Bateson, la variabilidad de las especies era no sólo una cuestión científica sino también ideológica.

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Un caso muy conocido fue el del social-darwinismo, mismo que aprovecharon las clases medias y aburguesadas para plantear el “supuesto” de que la genética de las clases bajas, desde su origen, estaba mal, eran débiles o defectuosas. En Alemania se generó la idea de que la raza aria sería la base para conformar un grupo social perfecto física, mental y moralmente hablando. Con base en los postulados del social darwinismo, el ente social más fuerte sobrevivía o tenía mejores condiciones de vida, mientras los débiles, es decir, las clases trabajadoras o populares, en teoría, estaban condenadas a ser explotadas económicamente y, por ende, su papel en la historia sería el de estar al servicio de los poderosos. Esto en el mejor de los casos, pues las ideas acerca de otros grupos sociales eran las de su desaparición como pueblo (holocausto judío). Bajo este tipo de postulados se justificaron las desigualdades sociales, pues se daba por hecho que la “naturaleza” era la responsable de la debilidad de ciertos grupos, fueran raciales o clases sociales. Las propuestas científicas en torno a la evolución, como la planteada por Darwin, fueron retomadas desde diferentes puntos de vista, incluso, sin hacer una verdadera reflexión o revisión de la propuesta original.

En relación al desarrollo de la medicina también hubo adelantos importantes en el tratamiento de las enfermedades microbianas, materializado a través de las investigaciones de Pasteur y Koch. Lo anterior dio forma a lo que llamarían “higiene pública”, es decir que, a diferencia de épocas pasadas, caracterizadas por ser insalubres, para este periodo histórico los Estados y la cultura en general aceptarían la necesidad de conformar sociedades higiénicas en cuanto a todo lo importante, desde la alimentación, la vida cotidiana y el tratamiento de enfermedades, que antes no se trataban con paliativos, mismos que surgieron como producto del desarrollo científico. Este tipo de políticas, de una cultura de higiene y del uso de paliativos medicinales, permitieron la longevidad de grandes grupos sociales.

El desarrollo de la tecnología permitió la construcción de la turbina de vapor Compound, que perfeccionó Sir Charles Parsons en 1891. Esto revolucionó la máquina de vapor y elevó la energía disponible para los generadores eléctricos y el transporte oceánico. Otra de las nuevas innovaciones fue la producción de papel muy económico, que se elaboraba con pulpa de madera. Uno de los inventos más trascendentales para la medicina fue el de Wilhelm Konrad Roetgen, quien descubriera los rayos X en 1895. Como dato complementario y concluyente acerca de la ciencia y la tecnología, recordamos que Guglielmo Marconi utilizó las ondas hertzianas para transmitir mensajes y así nació la telegrafía sin hilos.

Este desarrollo material y tecnológico, de la mano de la llamada sociedad masificada o de masas, configuraron un periodo muy específico de la historia. Hubo adelantos científicos muy importantes que ayudaron a la comodidad de la humanidad. Sin embargo, ello trajo también una aceleración en la explotación y el uso de los recursos naturales que, al ser tan masivos y de avance vertiginoso, propició un desequilibrio en la naturaleza, el cual ha sido de una magnitud tal que, como resultado, vivimos en un mundo caracterizado por la devastación de los recursos naturales, de cambio climático acelerado y, además, sufriendo el calentamiento global.