Pérdida de especies

Es una de las principales causas de la desaparición de especies y está relacionado con el uso descontrolado e intensivo de los recursos naturales, causando la disminución en el número de organismos de las poblaciones, debido a que es más alta la tasa de extracción que la de reproducción, lo que puede llevarlas a la extinción, como es el caso en los venados, ballenas, rinocerontes, etc. Algunas formas de sobreexplotación de las especies son: la caza ilegal, furtivao legal, el comercio ilegal de especies, la tala de árboles, la pesca intensiva (principalmente de especies de agua dulce), entre otras. Por ejemplo, el caso del elefante africano que ha reducido su población en un 30 % entre 2007 y 2014, principalmente por la caza furtiva, lo mismo que todas las especies de rinocerontes, gorilas, etc.

Estas especies provienen de lugares muy lejanos y son liberadas accidental o deliberadamente en un ecosistema, y se adaptan a los nuevos hábitats convirtiéndose en especies invasoras (plagas) y en una amenaza, debido a que desplazan y/o depredan a las especies nativas, compitiendo por el alimento y el espacio, causándoles enfermedades, transformando los hábitats, etc., produciendo graves problemas ambientales ya que ocasionan cambios en los ecosistemas, así como, económicos, sociales y la extinción de las especies. Por ejemplo, en España el visón americano es una especie exótica, que afecta a medio centenar de especies y particularmente está llevando a la extinción al visón europeo (quedan solo 500). Uno de los ecosistemas más vulnerables a las especies exóticas son los insulares, presentándose entre un 500 y 700 % más extinciones que en los territorios continentales.

Es una de las causas principales de la pérdida de especies, se calcula que entre el 20 y 30 % están en riesgo de extinguirse, al igual que un gran número de especies endémicas, para el año 2050 ya estarán extintas. El aumento de la temperatura, la frecuencia e intensidad de las precipitaciones, los huracanes, etc., afectarán a los ecosistemas y a todas las formas de vida, ya que el clima determina por ejemplo, su distribución, las épocas de reproducción, de anidación, de hibernación, de alimentación, así como, en las plantas la floración, fructificación, etc. Algunas especies son más susceptibles como los corales por lo que de las 799 especies que viven en aguas cálidas 566 están en peligro de extinción, al igual que el 35 % de las aves y el 52 % de los anfibios.

Estas actividades están catalogadas como criminales y son una amenaza no solo a la biodiversidad, sino que involucra también a las comunidades locales en donde se realizan estas prácticas, poniendo en riesgo su desarrollo social y económico, fomenta la corrupción, la crueldad y la criminalidad (han asesinado a casi 1,000 ecoguardas en los últimos 10 años por defender elefantes, leones, etc.), ya que están involucrados grupos del crimen organizado; también puede ser un riesgo para la salud pública, siendo hasta el 75 % de las enfermedades humanas como la gripe aviar o el virus del ébola, causados por agentes infecciosos transmitidos por los animales, debido a que no pasan controles sanitarios.

En el informe Mundial de Delitos contra la Vida Silvestre, se reporta lo siguiente: son asesinados cada año, alrededor de 100 tigres (la población se ha reducido en un 97% en el último siglo), 30,000 elefantes y más de 1000 rinocerontes (en Sudáfrica aumentó la caza 8,000% entre el año 2007 y 2014), para traficar con sus huesos, piel, colmillos o cuernos. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), denunció que cada año se comercializan en forma ilegal 1.5 millones de aves vivas, 440,000 toneladas de plantas medicinales y se talan 1,000 toneladas de maderas exóticas (entre julio y septiembre de 2015 se incautó madera de palo de rosa africana por 215 millones de euros), entre 2007 y 2013 se incautaron más de 100,000 pangolines, 3,000 simios que se trafican para experimentación o como mascotas.

Una parte del problema del tráfico de especies, es la cantidad de organismos que mueren durante el tránsito, debido a las malas condiciones en las que se encuentran, se calcula que solo sobreviven entre el 10 y 20 % de estos animales.

Se debe a la presencia de una gran variedad de sustancias químicas que afectan los suelos, el aire o el agua y que tienen serias repercusiones en la salud o la vida de las especies siendo algunos, los fertilizantes y pesticidas, plásticos, desechos agrícolas, ganaderos, industriales y urbanos, así como los derivados de la quema de combustibles fósiles; tal es el caso de las ballenas y delfines que han muerto en los mares europeos por contaminantes industriales, o la muerte de aves después de comer cadáveres de ganado a los que se les suministró un antiinflamatorio, pero los más dañados son los anfibios ya que sus poblaciones han disminuido un 81 % desde 1970.

También existe la contaminación acústica que provoca que huyan del sitio los búhos, los roedores y los murciélagos; las aves particularmente se ven afectadas en su comunicación. La contaminación lumínica produce cambios en los biorritmos de los organismos y la contaminación térmica afecta de diferentes maneras a los organismos, una de ellas es la baja disponibilidad de oxígeno en el agua, la definición del sexo en algunos reptiles como tortugas y cocodrilos.