Escucha dirigida

Además de la escucha atenta o focalizada, existe también una escucha dirigida que está más centrada en el contenido global de la información. Este tipo de escucha requiere de la ayuda de estrategias de memoria a largo plazo, de hábitos de atención y, también de expresiones no verbales,  por ejemplo en casos como los siguientes:

En un debate en el aula es importante que quienes escuchan aprendan a mantener el hilo de la idea principal o de los argumentos centrales y dejen de lado los aspectos irrelevantes. Es fundamental considerar quién dice qué y con qué intención o propósito.

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Cuando se lee un cuento en el salón de clase, la escucha es menos tensa que cuando se escuchan las ideas y argumentos de un debate. La escucha es distendida, relajada; permite la evocación, se abre a la imaginación y, sobre todo, se relaciona con las experiencias y emociones propias. Además de lo anterior, al mismo tiempo que hay distensión, el escucha debe estar atento a elementos como los que se refieren a la secuencia temporal de los hechos y a las relaciones de causa-consecuencia que se establecen a partir de esos hechos.

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Cuando el profesor o la profesora solicitan una exposición oral de un determinado tema de la asignatura, es necesario escuchar al expositor con la idea de enlazar los conocimientos previos con los nuevos y de organizar la importancia de los nuevos conceptos e ideas. Resulta central distinguir las ideas relevantes de las que no lo son y aprender a contrastar la nueva información de la que ya se poseía.

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Si en clase, para reflexionar sobre un determinado tema, se establece una conversación es importante tener en cuenta cuáles son las coincidencias y las diferencias en torno a un asunto para poder intervenir de manera pertinente y coherente ante lo que se plantea.

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