Mtra. Joana Cecilia Noriega Hernández
Versión preliminar de 2013
Me preguntaba al preparar esta comunicación, qué elementos era pertinente rescatar acerca del proceso que significó participar en la actualización del Programa de Teoría de la Historia I y II que dio como resultado la versión preliminar de noviembre de 2013. Y resolví que lo más trascendente es insistir en la peculiaridad de la asignatura y los problemas que se generan en torno a la misma. Además, decidí narrar los puntos esenciales implicados por la actualización del programa con el propósito de que mis lectores empaticen con el mismo y comprendan las dificultades enfrentadas en el proceso de actualizarlo y cómo se resolvieron o, simplemente, salvaron. Esta experiencia puede arrojar luz sobre futuras actualizaciones o indicar asideros a aquellas que están por concluir. Asimismo, para no dejar de lado a la crítica, consideré importante realizar un balance breve sobre las fortalezas y debilidades del programa actualizado.
Qué es actualizar. Según la RAE, actualizar significa poner al día, poner en acto, realizar, es decir hacer que algo sea acorde al presente. En el caso de un programa de estudios, éste debe ser congruente con el presente de los estudiantes, de la disciplina histórica, del profesor que imparte la asignatura, acorde al presente de los actores que están involucrados con el programa y que, por tal razón, interaccionan en diversas formas con el mismo. Como los actores mencionados poseen historicidad, son sujetos que sufren transformaciones, el programa debía tener concordancia con estos cambios. Así que, en mi opinión, actualizar un programa siempre implicará hacer cambios.
Fue, justamente, en este aspecto, donde la actualización del programa que me ocupa, presentó sus primeros desacuerdos, pues unos profesores consideraban que no había que hacer grandes cambios, otros se resistían a las transformaciones, y otros insistimos en que el cambio era el meollo de la actualización. Si se comparan el programa de 1996 y la propuesta de actualización de noviembre de 2013, es posible notar que aunque ambos programas son muy parecidos, el de 2013 es, simplemente, un programa distinto al de 1996. Sin embargo, si hablamos de transformaciones tenemos que preguntarnos si estas son, como nos enseña la disciplina histórica, resultado de la herencia, de la innovación o de la inercia del propio proceso de actualización, lo cual merece un estudio aparte.
Otro problema que ofreció la actualización fue el relativo a la falta de claridad sobre qué es Teoría de la Historia. No todos los profesores que imparten la asignatura tienen claridad sobre este concepto. Tal oscuridad conceptual, o para mejor decir, diferencia interpretativa, encaminó, como es de suponer, de forma diversa la elección y el ajuste de los contenidos. Sin embargo, era preciso hallar consenso rápido sobre la definición de Teoría de la Historia porque de tal logro dependía coincidir en qué contenidos enseñar e incluso cómo enseñarlos.
Cabe subrayar que la falta de claridad sobre el concepto no es exclusiva de los docentes, impera en el ámbito escolar. En la administración escolar llaman a la asignatura en plural: Teorías de la Historia, asunto que transforma totalmente su sentido. Los estudiantes la conocen así, en plural. Y cuando se les pregunta sobre de qué creen que va la asignatura, la respuesta más repetida es la de ser una continuidad de las asignaturas de Historia de México e Historia Universal. El colmo de la oscuridad del concepto la vinculo con una sugerencia que, con buena intención, me hizo una persona que me entrevistó recientemente la cual me dijo que como la palabra Teoría de la historia era tan poco atractiva debía cambiarse aunque continuáramos enseñando los mismos contenidos. Pero la solución no es persistir en crear sin sentidos.
El debate sobre qué es Teoría de la Historia que se entabló en la comisión actualizadora pronto permitió atisbar que en la asignatura Teoría de la Historia, la Historia se encuentra subordinada a las otras ciencias sociales so excusa de que no todos los que eligen la asignatura van a ser historiadores. La realidad estadística es que los pocos que la eligen son en primer lugar, justamente, aquellos estudiantes cuya vocación es la Historia; en segundo lugar, los que no poseen animadversión contra la Historia, y, en tercer lugar, un puñado de estudiantes la llevan porque el esquema preferencial les indica elegirla, sólo estos últimos no tienen mucha idea de qué es Teoría de la historia y entre éstos algunos no aprecian de forma auténtica a la Historia, pero muchos más no tienen ningún problema en aventurarse a conocerla.
Teoría de la historia no es un concepto poco atractivo, más bien, suena de principio a lo que es: un conocimiento teórico, especulativo, por tanto complejo, difícil, inasible. En breve, Teoría de la historia es pensar sobre la Historia y las condiciones que hacen posible la construcción del conocimiento histórico; así que, los estudiantes siempre poseen al respecto aunque sea una idea vaga.
Otra discusión que se mantuvo en la comisión que actualizó el programa de Teoría de la Historia fue aquella de si debía integrarse más filosofía de la historia en el programa pues ya había suficientes autores bajo estudio. También sobresalió la discusión en torno a si era pertinente eliminar el estudio de la historiografía. Aún hoy opino que ambas son parte esencial del objeto de estudio de la teoría de la historia así que su tratamiento debe ser equilibrado y, sobre todo, el mismo debe cooperar al entendimiento de la historicidad de la Historia como disciplina.
Un tópico que se convirtió en objeto de debate fue el de “la teoría de la perspectiva de género”. El debate se centró en si era pertinente ubicar este tema como parte de las categorías de la historia o bien ubicarlo en otra unidad. La discusión fue saldada gracias a la intervención de la Dra. Clara Inés Ramírez González de quien recibimos una charla en la que la historiadora hizo una lucida distinción entre perspectiva de género, feminismo e historia de las mujeres. Estos temas son tratados en Teoría de la Historia I y II, opino que es importante tener en cuenta las distinciones que presentan estos términos a la hora de enseñar sobre los mismos.
Otra de las especialistas que orientó nuestras discusiones fue la Dra. Norma de los Ríos Méndez de quien recibimos importantes comentarios sobre el programa de 1996 los cuales encaminaron nuestro trabajo.
Entre las fortalezas del programa actualizado encuentro las siguientes: posee una definición primigenia sobre qué es Teoría de la Historia; es la primera vez que el programa dedica una unidad cuyo título es Historia y Teoría de la Historia; un contenido trata sobre la relación de la historia con las ciencias naturales; aunque la mayoría de los contenidos se mantuvieron, las estrategias didácticas son nuevas y muchas de ellas, sugerentes; se trata de un programa sencillo que puede posibilitar la innovación entre los profesores que lo instrumenten.
Sin embargo, entre los puntos débiles encuentro los siguientes: no hay una radical actualización de los contenidos, no se entiende bien a bien cuáles son los móviles que han guiado los cambios en el programa; el programa de Teoría de la historia II engloba corrientes historiográficas disímbolas para ser tratadas en una unidad, esto puede ayudar a la comparación pero también dar lugar a equívocos.
Como puede notarse… la actualización del programa no resultó un asunto sencillo debido a la singular complejidad que presenta la asignatura Teoría de la Historia y asimismo la dificultad que representó el propio proceso de actualización, pero al final prevalecieron consensos en lo general y de estos es resultado el programa de noviembre de 2013.