Ciencia

La ciencia en la Nueva España

Carlos Sigüenza y Góngora y portada libro de astronomía y filosofía.

La apertura en la Universidad Real Pontificia de México de la cátedra de matemáticas en 1637, es considerada el punto de partida del desarrollo de la ciencia en la Nueva España. La ilustración científica novohispana de la segunda mitad del siglo XVIII fue la conclusión del desarrollo científico con representantes del más alto nivel, como Fray Diego Rodríguez y Don Carlos de Sigüenza y Góngora, sabios criollos, consumados astrónomos y profesores de la Universidad.

No podemos entender la educación ni la ciencia sin el papel esencial de la imprenta, que llegó al continente americano en 1539. El primer impresor fue Juan Pablos de Bresca, tipógrafo italiano que se estableció en la Nueva España y que imprimió los “códices poscortesianos”. También se imprimieron vocabularios, cartillas y gramáticas, libros religiosos en castellano y en lenguas indígenas. La primera imprenta se estableció en la Casa de las campanas, en las actuales calles de Moneda y Primo de Verdad. Posteriormente en 1642 en Puebla, en 1720 en Oaxaca, en 1793 en Guadalajara y en Veracruz en 1794.

Juan Pablos, primer impresor de América.

A pesar de la estrecha vigilancia de la Inquisición sobre librerías, bibliotecas privadas y cualquier sospecha de trabajo intelectual, la cultura se desarrolló durante la Colonia, sobre todo a partir de la importación de las ideas de la Ilustración. Una práctica común era el escudriñamiento de los libros que llegaban de Europa. En Sevilla debían obtener permiso del Santo Oficio, el cual enlistaba los títulos de los libros que emprenderían el viaje hacia América, al arribo en los puertos de destino; los comisarios de la Inquisición controlaban si en los navíos se ocultaban libros prohibidos.

Por libros prohibidos debe entenderse cualquier tipo de obra que atacara la fe, la moral o las instituciones. Por decreto Real se debía anotar el título y el contenido de cada libro, así se controlaba el paso de las obras prohibidas, sospechosas o perniciosas. Se prohibía imprimir, circular, comprar, vender, tener libros que no hayan sido examinados y aprobados. La intención de tal prohibición era, según, proteger los bienes, costumbres sociales y prácticas religiosas de sus habitantes.

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Para Saber Más
Carlos de Sigüenza y Góngora, como científico de su tiempo, defendía ideas basadas en Copérnico, Galileo, Descartes, Kepler y Tycho Brahe, y también utilizó una especie de microscopio para descubrir el chahuixtle. Para saber más sobre el desarrollo histórico de este aparato, revisa el material.

Desarrollo del microscopio.

Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700).

Escritor y científico mexicano, su trabajo se puede apreciar en más de una docena de libros entre los que destaca el Manifiesto filosófico contra los cometas que sería criticado por el eclesiástico Eusebio Kino, pero que Góngora replicará con otra obra: Libra astronomica y philosophica apoyándose en Copérnico, Galileo, Descartes, Kepler y Tycho Brahe.

Ocupa el cargo de catedrático de astrología y matemáticas en la Universidad Real Pontificia a partir de 1672. En 1691 sobrevienen las inundaciones, y con ellas una plaga provocada por la humedad; se pierden las cosechas de trigo, entonces Carlos de Sigüenza emplea un aparato para descubrir el causante de la plaga: el chahuixtle.

Trazó mapas hidrológicos del Valle de México, de la bahía de Pensacola y de la desembocadura del río Misisipi. Antes de morir donó su biblioteca con un acervo de más de 518 libros al colegio jesuita, de donde había salido inconforme, y pidió que su cuerpo fuera analizado por la medicina para descubrir la causa y la posible cura de la enfermedad que lo llevó a la muerte.