Educación

La educación en la Nueva España

Con el proceso de evangelización se les impuso a los indígenas una lengua distinta, nuevas formas de vida, usos y costumbres de la cultura española. Las escuelas conventuales sustituyeron a la telpochcalli y al calmécac; ahora durante la colonia la educación se organizó por parte de las instituciones religiosas.

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Las órdenes mendicantes

En el siglo XVI la enseñanza estaba en manos de las órdenes mendicantes que se empeñaron en difundir la religión católica imponiéndola implacablemente, ese fue el antecedente de la educación en la Nueva España.

Estas órdenes fundaron importantes colegios para indígenas como el de Santa Cruz de Tlatelolco, de enseñanza superior, que instruía a los indígenas nobles en bellas artes y filosofía, se fundó en 1536, desapareciendo a finales del siglo XVI. Otros colegios importantes fueron El Colegio de San Pablo en la ciudad de México, y el de Tiripetio en Michoacán, donde enseñaban lectura, escritura, gramática latina, retórica, filosofía, música y medicina mexicana. Contaron con destacados maestros como García de Cisneros, Fray Juan Focher, Fray Juan de Gaona, Vasco de Quiroga, Fray Juan de Zumárraga y Fray Pedro de Gante, quien fundó la primera escuela de artes y oficios: San José de los Naturales en 1527. Todos ellos fueron humanistas destacados que, junto con alumnos sobresalientes que accedieron a estudios superiores, llevaron a cabo importantes trabajos de rescate de su antigua cultura.

El Colegio de San Juan de Letrán inició con el nombre de “Colegio para mestizos” y fue creado en 1548 por autorización del rey. Recibía 600 mil pesos procedentes de la minería, aportaciones particulares y limosnas. Su labor era recoger y sustentar por cuenta del gobierno a los niños mestizos abandonados, aunque posteriormente se aceptarían otros niños cuyos padres los enviaban a instruirse. Se enseñaba doctrina y gramática latina, así como vocabulario indígena. Los alumnos de Letrán estaban divididos en dos clases: los que aprendían un oficio en tres años y los que estudiaban letras en siete años.

Los maestros de barrio

Pasada la etapa en que la educación estuvo en manos de los religiosos, empezó un proceso paulatino de reemplazo por los «Maestros de Barrio» y hacia 1600 se promulgó una primera ordenanza sobre la educación primaria de que se tiene noticia en la Nueva España. Se encontraba integrada por diez cláusulas la llamada Ordenanza de los Maestros del Nobilísimo Arte de Leer, Escribir y Cantar. A partir de dos maestros reconocidos por el cabildo como los más peritos y expertos que hubiera, se podía avalar las solicitudes de los maestros con escuela y en caso de ser capaces, extenderles su carta de examen.

Pintura de castas, instrucción.

Como en toda ordenanza, había ciertas restricciones: no ser negro, ni mulato, ni indio, sino español que pudiera acreditar sus buenas costumbres morales; que tuvieran como recurso complementario poseer tienda de legumbres o de mercadería. Una más era que el maestro titulado, —o sea el poseedor de la carta de examen— se responsabilizara de enseñar personalmente, y no valerse de persona alguna para que lo hiciera en su lugar. También se especificaba que en caso de que alguien se atreviera a enseñar sin haber sido examinado, se le retirara la licencia y se le cerraría la escuela, además de imponérsele una pena de 20 pesos de oro común.

Durante ese periodo, casi no se descuidó ningún aspecto de la educación, básicamente en la niñez masculina; como ejemplo tenemos los talleres-escuela para niños indígenas como la que ofreció la escuela para niños indios establecida por Fray Juan de Zumárraga. Con lo que respecta a las niñas, no se les brindó mayor atención sino hasta el siglo XVIII cuando Antonio de Mendoza fundó un asilo para las niñas mestizas abandonadas donde aprendían religión, costura y bordado, sin preparación académica.

Surgieron dos tipos de instituciones para mujeres: los recogimientos para mujeres y las Casas Amigas. Estas últimas estaban destinadas únicamente a las niñas y se encontraban a cargo de mujeres que con ciertos conocimientos y un certificado de buena vida y costumbres y su fe de bautismo, recibían alguna paga por sus servicios. Las Casas Amigas contribuyeron a solventar la situación económica que enfrentaron las viudas españolas y las huérfanas criollas, cuyos finados padres las habían dejado sin recursos que les aseguraran la supervivencia. Hacia finales del siglo XVI tuvo lugar una creciente demanda de aprobación de solicitudes para ejercer la profesión de maestras encargadas de impartir nociones de religión, lectura, escritura y labores manuales en las Casas Amigas. En poco tiempo este tipo de establecimientos educativos rebasó las expectativas iniciales, así para fines del siglo XVIII la población de las Casas Amigas llegó a 3000 niñas. Sin embargo, estas instituciones no estuvieron sujetas a un reglamento que cuidara y garantizara la educación elemental de las niñas.

La Universidad

Los grandes cambios y movimientos culturales en la Europa del siglo XVI -como el renacimiento italiano, el humanismo español y la contrarreforma católica- influyeron de manera notable en la educación y la cultura de Nueva España. El establecimiento de la Universidad obedeció a una insistente solicitud de los criollos, que demandaban una educación superior sin tener que enviar a sus hijos a España. En la universidad, los estudiantes podían elegir entre las carreras de teología, derecho, filosofía y medicina.

El primer edificio de la Real y Pontificia Universidad de México se localizaba enfrente de la Catedral de la Ciudad de México, actualmente está en la calle de Moneda.

Fray Juan de Zumárraga y el primer virrey Antonio de Mendoza hicieron las gestiones para la creación de la Universidad. Por Cédula Real expedida el 21 de septiembre de 1551 se fundó la Real y Pontificia Universidad de México. Se inauguró en enero de 1553, en la gestión del 2º. Virrey don Luis de Velasco, con la cátedra de Francisco Cervantes de Salazar, quien elaboró la primera crónica de la Nueva España.

La Universidad recuperó de la Universidad de Salamanca sus estatutos, de la de Bolonia su carácter administrativo, de la de París su aspecto educativo. Los grados que se otorgaban era el de Bachiller, Licenciado y Doctor; Las cátedras con las que inició sus labores fueron: Teología, Escritura, Cánones, Leyes, Artes, Retórica y Gramática. El conocimiento estaba concentrado de acuerdo a la tradición medieval en Trivium: gramática, retórica y lógica y en Quadrivium: aritmética, geometría, música y astronomía. Sus egresados eran profesionales de la teología, del derecho y la medicina; el latín fue el idioma que se enseñó en las aulas universitarias. Solo los hombres podían ingresar desde los 14 años, la educación de las mujeres se destinó a los conventos y orfanatos.

En el siglo XVIII se crearon otras instituciones de educación superior: en 1781 se fundó la Academia de San Carlos de Bellas Artes. En 1778 se creó la Real Escuela de Cirugía, el Jardín Botánico en 1787 se creó para estudiar “la flora susceptible de ser aprovechada económicamente para desarrollar el comercio, la industria, la farmacología y la medicina con el auxilio de la ciencia; en 1792 se establece el Real Colegio de Minería”.

Interior de la Real y Pontificia Universidad de México.
  • Colegios jesuitas: San Ildefonso, San Gregorio donde acudían los indígenas.
  • Colegios para mujeres: Nuestra Señora de la Caridad, San José de Belem, el de la Enseñanza y el de las Vizcaínas, Colegio de niñas.
  • Colegio de infantes, Colegio del seminario.
  • Colegio de Santa María de Todos los Santos.
  • Al inicio del siglo XVII había 19 conventos femeninos fundados en México, Puebla, Valladolid, Guadalajara, Antequera y Mérida. A lo largo del siglo se instalaron 15 más, en 1700 ya sumaban 34.