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Antecedentes
El triunfo militar de los liberales en 1860
no condujo al cese de hostilidades, y los conservadores continuaron su lucha. Con
el fin de conseguir recursos para frenar la guerra y arreglar la Hacienda Pública,
el Ejecutivo presentó ante el Congreso una iniciativa de ley para suspender los
pagos de deudas y obligaciones extranjeras durante dos años; con lo que España,
Francia e Inglaterra encontraran el pretexto idóneo para intervenir en los asuntos
mexicanos. Previamente, una comisión encabezada por los conservadores José María
Gutiérrez Estrada, José Manuel Hidalgo y Esnaurrízar y Juan N. Almonte persuadiría
al gobierno de Napoleón III de apoyar una intervención en nuestro país, que
llevara a implantar una monarquía, decidiéndose que el candidato ideal era
Maximiliano de Habsburgo quien, después de renunciar a sus derechos al trono de
Austria, aceptó el ofrecimiento que se le hacía. El 31 de octubre de 1861, en
Londres, las tres naciones europeas suscribieron un convenio, enviando a México,
en enero de 1862, sus ejércitos para reclamar el pago de sus adeudos.
El gobierno mexicano logró llegar a un
acuerdo con el representante español y suscribir el texto conocido como
Los
Preliminares de La Soledad, que fue avalado por los británicos pero no así
por los franceses, quienes, con este hecho, demostraron sus intereses
intervencionistas. El 9 de abril de 1862, las potencias suspendieron las
negociaciones de la Convención de Londres, por lo que las tropas españolas e
inglesas se retiraron del país. Mientras tanto Almonte, que al amparo de las
fuerzas francesas había llegado a México, tomó el mando del gobierno que defendía
la intervención y organizó un gabinete con miembros del partido conservador, al
tiempo que el ejército invasor emprendía la marcha hacia la capital.
Si bien es cierto que fueron temporalmente
derrotados por el ejército mexicano en la célebre batalla de Puebla del 5 de mayo
de 1862, la llegada de refuerzos conduciría al ejército ocupante hasta la capital
en 1863. El 31 de mayo, ante la inminencia de la llegada de las tropas francesas,
Juárez y su gabinete abandonaron la capital. Ese mismo día el Congreso le dio al
presidente un nuevo voto de confianza, cerró sus sesiones y se disolvió; varios
diputados, entre ellos el presidente en turno de la Cámara, Sebastián Lerdo de
Tejada, decidieron acompañar al presidente en su peregrinación hacía el norte.
En primera instancia, Juárez, su gabinete y
la diputación permanente, se dirigieron a San Luis Potosí; después, el gobierno de
la República itinerante iniciaría un largo andar por todo el país, durante el
tiempo que duraría la intervención francesa y el imperio de Maximiliano. Si bien
el ejército francés logró que la Regencia gobernara en varios estados, nunca logró
tener control absoluto sobre toda la nación. Cuando el ejército desocupaba alguna
ciudad, grupos liberales la recuperaban de inmediato para su causa.
Al término de la guerra civil en los Estados
Unidos, en 1866, Napoleón decidió retirarle el apoyo militar a Maximiliano.
Gradualmente el ejército nacional ganó terreno y, al capitular Querétaro,
Maximiliano fue aprendido, encontrado culpable de traición y sentenciado a morir
fusilado. La derrota de la intervención francesa y del imperio títere de
Maximiliano significó el triunfo de la República, y la capacidad de los mexicanos
para salvaguardar su integridad y soberanía. El 15 de julio de 1867, el presidente Benito
Juárez hizo su entrada triunfal a la ciudad de México.
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