En la Astronomía…

En Mesoamérica, también se relacionó con los ciclos de siembra y cosecha. “Fue una guía agrícola y de símbolos más profundos de índole religiosa”, explicó el astrónomo.

En las culturas mesoamericanas, además del cambio de estación, había un simbolismo más abstracto, asociado a cuatro fechas calendáricas: el 12 de febrero, el 30 de abril, el 13 de agosto y el 24 de octubre, todas relacionadas con diversas posiciones del Sol en el horizonte y con la orientación de las pirámides y otros edificios.

“Hoy, la observación se realiza con telescopios cada vez más sofisticados, pero antes se hizo a simple vista, mirando la entrada y salida del Sol y la Luna, y acumulando datos en diversos periodos y generaciones. El conocimiento de culturas mesoamericanas como la teotihuacana y la maya requirió un trabajo colectivo, detallado en códices y murales, que pasó de una generación a otra”, detalló Flores.

La asociación más emblemática entre el equinoccio y las culturas mesoamericanas se ubica en el sitio maya de Chichén Itzá, donde durante la puesta de Sol del día del equinoccio se proyecta el perfil de la sombra en la escalinata sur de la pirámide de Kukulcán, también conocida como “el Castillo”.

En el Instituto de Astronomía, Daniel Flores es responsable del Anuario del Observatorio Astronómico Nacional, que desde 1881 se publica cada año para tener un compendio de los eventos astronómicos observados.