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Para las fuentes directas o primarias de
información: Las personas, entidades, medios, grupos,
objetos o documentos proveedores de testimonios de primera mano, ya sea porque
refiere los acontecimientos en los que fueron protagonistas (porque estuvieron
presentes) o porque las entidades o instituciones, medios, objetos o documentos se
integraron o elaboraron en el momento de sucederse esos mismos acontecimientos;
siempre deberán mencionarse claramente en nuestro trabajo, si contamos con la
información para ello; señalando su origen, naturaleza y características esto es,
quién lo dijo, quién participó, o bien, quién refiere cómo se integró o elaboró.
Para las fuentes indirectas o secundarias:
Aquellas que pueden dar información sobre
algo específico, de lo que alguien tuvo conosimiento y así lo narra e indica, por
medios diferentes a los de protagonizar o presenciar los hechos que refiere, o
bien, que señalan las conclusiones de alguien sobre el estudio de las entidades o
instituciones, medios, objetos o documentos a los que alude; es claro que es
también fundamental indicar quién es la persona o institución que lo refiere o
sustenta; para esto último, se debe siempre tomar en consideración que este tipo
de información se produce siempre, en una referencia o reflexión hacia un
acontecimiento que tuvo su origen, en realidad, en fuentes primarias.
Esto es, para integrar el conocimiento
social siempre nos referimos, de preferencia, a fuentes primarias y, en segundo
término, a fuentes secundarias; y, en todo momento, debemos indicar cuáles son los
orígenes de nuestras fuentes de información, que son las que podrán avalar
nuestras conclusiones; es decir, el proceso de integrar una explicación y su
demostración por medio de la definición de causas y efectos se basa en el análisis
y la síntesis de la información contenida en fuentes primarias y secundarias, que
son las que, en nuestro estudio o tarea, darán sustento a nuestras conclusiones.
Queda para el lector de nuestro
trabajo, o nuestros oyentes, el decidir la fuerza y sustento de dichas fuentes y
su pertinencia, para apoyar o no nuestras derivaciones y conclusiones. Por otra
parte, en los procesos del análisis sociológico siempre se debe tomar en cuenta
que en su integración operan siempre la intención y la ideología de las personas
que lo realizan, lo cual refleja su particular forma de entender al mundo y la
sociedad, y el impacto que esto tiene en el desarrollo de la interpretación de lo
acontecido en el desarrollo social de la humanidad.
Esto es, no existen fuentes puras,
cuyo contenido en información manifieste la ausencia total de la interpretación
humana, que afecta el significado de los sucesos y, por otro lado, no existe una
interpretación también pura de las conclusiones y análisis que realizan los
investigadores sociales. En el caso de la historia estas interpretaciones integran
lo que se conoce como causalidad histórica, cuya comprensión involucra tanto el
establecimiento de derivaciones causa-efecto, multicausales e intencionales, como
la posibilidad de reconstruir y explicar fenómenos históricos, y de prever
situaciones a futuro.
Todo ello se basa en la construcción
de explicaciones que siempre son intencionales, basadas en información
proporcionada por los agentes o personajes que participaron en el acontecimiento,
o por el estudio de entidades o instituciones, medios, objetos o documentos que
se integraron o elaboraron en el momento de sucederse esos mismos acontecimientos,
y en explicaciones de tipo estructural, basadas en factores de interpretación de
carácter más general y abstracto, como pueden ser los factores económicos,
políticos, sociales, ideológico, etcétera, sobre esos acontecimientos y sus restos
materiales.
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