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Tareas/Actividades Académicas Basadas en Desempeños para Impulsar la Comprensión

Propuesta de Estrategias Didácticas para el Aula/Taller en el Bachillerato

Humberto Domínguez Chávez

CCH Plantel Azcapotzalco

Rafael Alfonso Carrillo Aguilar

CCH Plantel Sur

 

 

Texto a revisar para integrar una línea de tiempo:

López Austin Alfredo y Leonardo López Luján, “La Periodización de la Historia Mesoamericana” (fragmento), en: Arqueología Mexicana, edición especial No. 11, septiembre de 2002, pp. 6-15

 

 

Breve historia de la periodización de Mesoamérica

 

En tiempos prehispánicos, los acontecimientos históricos eran comúnmente divididos en grandes períodos, concebidos éstos como la sucesión de renombradas naciones. A su vez, cada período se subdividía en series dinásticas y en la secuencia de sus gobernantes. La historiografía colonial, basada en los registros indígenas, mantuvo estas pautas, independientemente de la introducción de criterios occidentales, como fueron las comparaciones y los enlaces con las historias bíblica y europea. La visión del pasado prehispánico se transformó radicalmente con las ideas de la Ilustración y, décadas más tarde, del positivismo decimonónico. Sin embargo, en lo que toca a la periodización, los cambios más significativos se produjeron al inicio del siglo XX, asociados a la aplicación de las técnicas estratigráficas y al estudio detallado de la cerámica. Fue así como se establecieron las primeras secuencias culturales fidedignas que, con posterioridad, serían fijadas cronológicamente gracias a técnicas de fechamiento absoluto como el radiocarbono y la hidratación de obsidiana.

 

La historia de las periodizaciones científicas de Mesoamérica tiene poco menos de un siglo y se caracteriza por la abundancia y la diversidad de las propuestas…

 

Dos hallazgos arqueológicos, uno en 1907 y otro en 1909, catalizaron las primeras periodizaciones científicas de Mesoamérica: Zelia Nuttal descubrió restos cerámicos muy antiguos bajo la lava de Coyoacán y Manuel Gamio encontró vestigios igualmente remotos en su reconocimiento preliminar en el occidente de la Cuenca de México. Estos materiales –a los cuales denominó “Tipo de los Cerros”- motivaron a Franz Boas la curiosidad de conocer su relación cronológica con la cerámica conocida en aquella época.

 

Transcurría entonces el año de 1912, fecha en que se iniciaba la llamada revolución estratigráfica en el seno de la recién fundada Escuela Internacional de Arqueología y Etnología. Boas, como su director, encomendó a Gamio una excavación en San Miguel Ahuizotla, Azcapotzalco, con el fin de establecer la secuencia estratigráfica, y por tanto temporal, de todos los tipos cerámicos de la Cuenca. Gamio se dio a la tarea e inmediatamente divulgó sus resultados en los foros académicos, fijando la secuencia “Tipo de los Cerros”– “de Teotihuacan”–“Azteca”.

 

Basado en éste y otros estudios, Herbert Spinden se dio cuenta años más tarde que sociedades semejantes a la llamada “de los Cerros” no fueron privativas de la Cuenca de México, sino que se extendían desde el altiplano mexicano hasta el norte de Sudamérica. De ahí concibió la existencia de un “Horizonte Arcaico” de gran extensión territorial. En esta forma, propuso en 1917 la primera periodización general, la cual incluía, entre otras áreas, el territorio que hoy llamamos Mesoamérica.

 

Mucho después, en 1942, Alfonso Caso presentó en la Segunda Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología una periodización que abreva del trabajo de Spinden, aunque divide en dos horizontes las llamadas “culturas Medias” de éste. Para ello se basó en la secuencia cerámica de Uaxactún. Caso también agregó un cuarto y último horizonte, al que denominó “Mixteco-Puebla”. Hasta donde tenemos noticias, es ésta la primera periodización específica de la superárea cultural mesoamericana. Otros autores de la misma Sociedad, entre ellos Wigberto Jiménez Moreno y Jorge A. Vivó, complementaron en aquellos años la propuesta de Caso.

 

Para 1948, Pedro Armillas propuso eliminar los rasgos individuales y las peculiaridades estilísticas como criterios de periodización, y que se emplearan en su lugar los factores económicos. A partir de ese momento se multiplicaron las propuestas de división histórica, entre las que destacan las de Ignacio Bernal, Ignacio Marquina, Miguel Covarrubias, el propio Armillas, Ángel Palerm, Gordon Ekholm y Jiménez Moreno. Covarrubias fue uno de los primeros en incorporar el término “Preclásico”, acuñado por Robert Wauchope en 1951, en sustitución de “Arcaico”. Tres años después, este último autor dividió el pasado mesoamericano utilizando fechamientos radiocarbónicos. Dentro del pensamiento marxista, Julio César Olivé propuso en 1958 una periodización que integrara los estadios de Lewis Morgan (salvajismo, barbarie y civilización) y las revoluciones de Gordon V. Childe (neolítica y urbana). Un año más tarde Jiménez Moreno acuñó el término “Epiclásico” para definir un período importantísimo en la transición del Clásico al Posclásico.

 

William T. Sanders y Barbara Price, desde la óptica de la ecología cultural, combinaron dos clasificaciones en 1968: la ya tradicional división en períodos cronológicos (Formativo, Clásico y Posclásico) con los estadios de desarrollo cultural propuestos por Elman R. Service (banda, tribu, cacicazgo y civilización). Correctamente, estos autores hicieron notar que dichos estadios no fueron sincrónicos en las distintas áreas de Mesoamérica. Cuatro años después, el mismo Sanders, junto con Eric Wolf y otros colegas, se reunieron en la School of American Research de Santa Fe y decidieron aplicar al caso mesoamericano la periodización que John H. Rowe elaboró para los Andes Centrales. La original terminología entonces adoptada, en la que se suceden horizontes y periodos intermedios, es únicamente cronológica, pues no tiene connotaciones de periodo ni de estadio de desarrollo.

 

Durante las décadas de los setenta y de los ochenta se publicaron nuevas propuestas, entre las que sobresalen las de Román Piña Chán, Eduardo Matos y Enrique Nalda. Conviene advertir que en los últimos años el uso ha impuesto la nomenclatura de Preclásico, Clásico y Posclásico. Sin embargo –y esto es una gran ventaja- los términos han perdido las connotaciones originales y el problema de la caracterización de los procesos es superior al de la mera terminología.

 

Una propuesta de periodización de la historia mesoamericana

 

En las siguientes líneas enunciamos una periodización general para la historia mesoamericana, sin pretenciones de formular una propuesta original. En efecto, como se dará cuenta el lector, nos basamos en los valiosos trabajos de nuestros predecesores. Hemos parcelado el devenir de Mesoamérica en siete grandes periodos... Distinguimos cada periodo con una serie de atributos distintivos, privilegiando la aparición de los que consideramos más importantes para establecer los límites temporales... Debe reconocerse que en esta periodización no rige una homogeneidad de criterios clasificatorios. Como varios autores lo han propuesto, es conveniente dividir el tiempo histórico con criterios coherentes y uniformes. Lamentablemente, en el caso mesoamericano, la aplicación estricta de este principio presenta serios obstáculos. Por un lado, el uso de un solo tipo de criterios puede conducir a la formación de periodos tan amplios que la utilidad de la periodización disminuye considerablemente. Por ejemplo, si se toman en cuenta las revoluciones sociales propuestas por Childe (neolítica, urbana e industrial), los cuatro milenios de Mesoamérica quedarían divididos únicamente en dos larguísimos periodos. Por otro lado, algunos criterios fundamentales de segmentación histórica no cuentan con indicadores arqueológicos precisos. Por ejemplo, es bien sabido que las formas de organización del trabajo, las relaciones de parentesco o la tenencia de la tierra no dejaron huellas materiales suficientes en tiempos remotos como para ser identificadas con precisión.

 

Preclásico (2500 A. C.–150/200 D. C.)

 

Preclásico Temprano (2500 a.C.-1200 a.C.) Inicio del sedentarismo agrícola y de la cerámica. Cultivo de temporal. Incremento del número de miembros de los grupos humanos. Concentración en caseríos y aldeas que no rebasaban una veintena de chozas. Homogeneidad del grupo. Organización tribal igualitaria. Producción interna de la mayor parte de los bienes de subsistencia, aunque existía el intercambio entre aldeas. Religión manifiesta en entierros bajo los pisos de las habitaciones.

 

Preclásico Medio (1200 a. C.-400 a. C.) En sitios favorables se produjeron importantes cambios tecnológicos, principalmente en la agricultura: represas, canales, terrazas y otros sistemas de control de aguas. Variedad de plantas domésticas. Perfeccionamiento de la cerámica y de la talla de piedra. Inicio de la especialización en la producción y refinamiento en la elaboración de bienes de prestigio. Diferenciación social y surgimiento de jerarquías por linaje. Diferenciación en el tamaño de las aldeas y jerarquización entre las mismas. Aumento en el intercambio de materias primas, productos e ideas entre aldeas y regiones. Intercambio de bienes de prestigio entre las elites. Construcción de grandes plazas y de templos sobre plataformas elevadas. Surgimiento del calendario y la escritura. Escultura religiosa. Predominio en Mesoamérica del fenómeno olmeca, presente en sociedades de distintas etnias y diferentes niveles de desarrollo.

 

Preclásico Tardío (400 a. C.-150/200 d. C.) En algunas regiones, agricultura intensiva y crecimiento rápido de la población. Aumento del número y el tamaño de los asentamientos. Complejidad socioeconómica creciente. Desarrollo de la organización política. Surgimiento de capitales protourbanas como densos centros regionales con aldeas satélites. Expansión del comercio y establecimiento de largas rutas mercantiles. Gran importancia comercial de la obsidiana. Rivalidades y conflictos bélicos entre los centros regionales por el control comercial y político. Arquitectura monumental. En algunas áreas, incremento de la complejidad del calendario, la escritura y la numeración.

 

Clásico (150/200 D. C.–900 D. C.)

 

Clásico Temprano (150/200 d.C.-650 d.C.). Desarrollo de la agricultura intensiva. Notable incremento y grandes concentraciones de población. Diferenciación campo/ciudad. Incremento de la especialización ocupacional. Diferenciación social acentuada. Consolidación de las elites en el gobierno, con control político e ideológico general. Institución religiosa incluida en las esferas del poder. Grandes capitales con control regional que se transforman en potencias políticas. Surgimiento de los primeros grandes estados mesoamericanos. Comercio a larga distancia, organizado en redes complejas. Influencia de los grandes estados en la economía y en la política locales, regionales e interregionales a partir del dominio comercial. Guerras. Sacrificios humanos multitudinarios. Urbanismo desarrollado, con planificación rigurosa. Complejos arquitectónicos masivos. Robustecimiento de las grandes tradiciones regionales. Panteón bien establecido. Predominio en Mesoamérica de lo teotihuacano.

 

Clásico Tardío (650 d.C.-900 d.C.). Tras el declive de los grandes estados mesoamericanos, incluido Teotihuacan, los antiguos dependientes se erigen en poderosas unidades políticas regionales. En forma sucesiva y con ritmos distintos alcanzan su auge y se colapsan muchas de éstas. Fraccionamiento de las complejas redes de comercio. Impresionante desarrollo económico, cultural y artístico, sobre todo en la mitad oriental de Mesoamérica. Aumentan la competencia comercial y los conflictos armados. Los centros de poder se ubican en emplazamientos estratégicos. Arquitectura y urbanismo defensivos. Sociedades con marcada pluralidad étnica. Integración de tradiciones regionales diversas en nuevas formas culturales. Arte ecléctico. Esplendor del calendario, la escritura, la numeración y la astronomía. Metalurgia en pequeña escala al final del período. Posible origen de los regímenes políticos supraétnicos que hemos denominado zuyuanos. En la mitad occidental de Mesoamérica este período se conoce también como Epiclásico, y se considera como intermedio entre el Clásico y el Posclásico.

 

Posclásico (900 D. C.–1520 D. C.)

 

Posclásico Temprano (900 d. C.–1200 d.C.). Retracción de la frontera norte de Mesoamérica. Penetración al territorio mesoamericano de pueblos agricultores y recolectores-cazadores septentrionales. Gran movilidad de los grupos humanos. Amplia difusión de elementos culturales. Inestabilidad política. Formación de unidades regionales pluriétnicas y militaristas. Auge del culto religioso a la Serpiente Emplumada. Aumento de la arquitectura civil. Urbanismo y arquitectura defensivos. Arte bélico y con referencia a la muerte. Desarrollo de la metalurgia. Amplia difusión de mercancías tanto en Mesoamérica como hacia Oasisamérica.

 

Posclásico Tardío (1200 d.C.-1520 d.C.). Surgimiento y caída súbitas de estados agresivos. Expansiones por conquista. Tributación de los vencidos. Incremento del militarismo. Intensificación inusitada del sacrificio humano. Aumentan en el arte el hieratismo y las referencias a lo bélico, a la muerte y al sacrificio. Domina la Triple Alianza buena parte del territorio mesoamericano. La historia de Mesoamérica concluye con la invasión de los europeos, la conquista paulatina de su territorio y el inicio de la vida colonial.

 

Procedimiento

Elaboración de un Mapa Conceptual del contenido del texto

Elaboración de una línea del tiempo, a partir del contenido del texto y material complementario

Ejemplo de actividad/tarea de elaboración de una línea de tiempo autobiográfica

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Autores:

Humberto Domínguez Chávez

CCH Plantel Azcapotzalco

Rafael Alfonso Carrillo Aguilar

CCH Plantel Sur

Enero de 2004