Programa de Cómputo para la Enseñanza: Cultura y Vida Cotidiana: 1900-1920

Historia de México II Primera Unidad: Crisis del Porfiriato y México Revolucionario 1900-1920

La música y el teatro popular de 1900 a 1920

Propósitos: Valorar el impacto sociocultural de la Revolución Mexicana, así como la diversidad de grupos sociales y regionales participantes en ella

Humberto Domínguez Chávez. Mayo de 2013

 

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La música revolucionaria

 

Una expresión de la música popular lo integra el corrido mexicano, considerado como una forma o derivación del romance español, apunta Mendoza (1956: 19).

 

Durante el Porfiriato se compusieron diversos corridos inspirados por las desventuras de opositores al Gobierno, rebeldes y bandoleros, como Heraclio Bernal, Valentín Mancera, Macario Romero o el de Jesús Negrete El tigre de Santa Julia; melodías que eran editadas en cancioneros populares por la imprenta de Antonio Vanegas Arroyo, siendo ilustrados por José Guadalupe Posada.

 

Para fines de 1910 se multiplicaron en número y calidad continua Mendoza, como consecuencia de los acontecimientos políticos y las acciones revolucionarias; se produjeron en tal calidad y en tal número que se consolidaron como un género de la música popular, clasificándose como corrido revolucionario, el cual continuó con ímpetu y vigor durante las siguientes décadas.

 

Dentro de su producción encontramos elogios de personajes, armas, batallas y animales, además de ciudades y mujeres; como los corridos de La muerte de Emiliano Zapata, Felipe Ángeles o Benjamín Argumedo; Carabina 30-30, Toma de Zacatecas, La toma de Torreón, El Siete Leguas, La Valentina, o La Adelita.

 

En 1914 Manuel M. Ponce (1882-1948) compuso Estrellita y Jesús Martínez realizó arreglos para La cucaracha y dos años después para La Adelita, mientras que José López Alavez (1889-1974) daba a conocer su Canción mixteca.

El corrido de Jesús Negrete en el Cancionero Popular

 

José López Alavez, Canción Mixteca

 

 

Luis Pérez Meza, Heraclio Bernal [1906]

Trío González, Valentín Mancera [1920]

Los alegres del barranco Macario Romero

Amparo Ochoa, La muerte de Emiliano Zapata

Los alegres de Teran, Felipe Ángeles

Los alegres de Teran, Benjamín Argumedo

 

En 1917 Francisco Cárdenas (1872-1945) compuso el vals Viva mi desgracia, y al año siguiente Felipe Llera (1873-1939) dio a conocer su canción La Casita, con letra compuesta por Manuel José Othon (1858-1906) en 1906; a quien Llera había invitado, como poeta culto, a sumarse al repertorio popular, comenta Zaid (1994).

 

Las paternidades musicales en esta época tardarían para su reconocimiento, como sucedió con Adiós, mi chaparrita de Ignacio Fernández Esperón [Tata Nacho] (1894-1868), quien la compuso durante una alegre fiesta en 1917, según le comentó a Rosales (2008), para enterase dos años después que había sido publicada por una casa editora, la que tuvo que reconocer su autoría y pagarle regalías.

 

En 1919 Higinio Ruvalcaba compondría el fox-trot Chapultepec; por otra parte, con motivo del fallecimiento de Amado Nervo en ese año, comenta García Medina (2005a), Mario Talavera (1885-1960) musicalizó sus poemas: Bendita seas, Muchachita mía, Si pudiera ser hoy, Gratia Plena y Flor de mayo; mientras que Jorge del Moral (1900-1941) lo hizo con El día que me quieras, que para algunos inspiró a Carlos Gardel y Alfredo Le Pera para componer el tango del mismo nombre.

 

Manuel M. Ponce

 

Los llaneros de San Felipe, Carabina 30-30

Los halcones de Salitrillo, Toma de Zacatecas

Llaneros de San Felipe, Toma de Torreón

Los alegres de Teran, El siete leguas

Hermanos Zaizar, La Cucaracha

Lila Downs, Canción Mixteca

 

Con el gobierno interino de Adolfo de la Huerta el escritor Agustín Gus Aguilera escribió la revista La huerta de don Adolfo, con música de José Alfonso Palacios Montalvo (1898-1974), quien compuso los cuplés Los pavitos y de Don Simón, sátira de las nuevas figuras revolucionarias posteriores al Plan de Agua Prieta, que cantaba María Conesa disfrazada como una anciana, quien recordaba cómo habían sido los militares de antaño.

 

Rolando Villazón, Estrellita

María de Lourdes, La casita

Hugo Avendaño, Adios mi chaparrita

Los abuelitos, Chapultepec

Francisco Araiza, Gratia plena

Jorge Negrete, El día que me quieras

 

Don Simón, los ochenta he cumplido

buena y sana por gracia de Dios;

más valiera morir que haber visto tanto,

tanto como he visto yo.

 

En mis tiempos había militares

que peleaban con mucho valor,

asistiendo sin miedo al combate

y cumpliendo con su obligación.

 

Ahora todos quieren ser soldados,

llevan hacha, pistola y cañón;

pero a la hora de los cocolazos

ahí se c... en el pantalón.

 

En mis tiempos había unas doncellas

que vestían con mucho rubor,

se ponían vestido honestos

y no usaban el frunciletón.

 

Hoy se ponen tapujo en la frente,

y el vestido que quede rabón,

y se pintan la cara con yeso.

¡Qué payasas, señor don Simón!

 

En mis tiempos había colegiales

que estudiaban con dedicación,

asistiendo puntuales a clase

y cumpliendo con su obligación.

 

Hoy estudian en el primer año,

borrachera, cantina y amor;

segundo año: botica y mercurio

y al entierro, señor don Simón.

 

En mis tiempos había unos patriotas

que ensalzaban a nuestra nación.

Defendiendo sus leyes, y causas,

pregonando la Constitución.

 

Hoy nos llegan las recuas de yanquis

cada vuelta de tren, un millón,

que nos han de sonar el trasero

por p... prudentes, señor don Simón.

 

[Coplas de Don Simón]

 

Para 1920, apunta Rosales (2008), Eduardo Vigil y Robles recuerda que en la metrópoli sólo se oían cantar sus canciones La norteña, con letra de José Elizondo (1880-1943), y Las cuatro milpas; canciones que incluyó en la revista musical 1920 que se estrenó en el Teatro Principal.

 

Año en que el alumno de Manuel M. Ponce, Alfonso Esparza Oteo (1894-1950), después de participar en la Revolución con las fuerzas villistas, estrenaría Un viejo amor en el Teatro Lírico; melodía que escribiría en coautoría con Adolfo Fernández Bustamante (1898-1957), siendo nombrado por el presidente Álvaro Obregón como director de la Orquesta Típica Presidencial.

 

En ese mismo año Vigil y Robles incluiría La segadora, cuya letra compusieron Tirso Sáenz (1881-¿?) y Alberto Michel, además de El trojero y La tonalteca en la revista musical El Agua Va, que estrenó Mimí Derba; siendo también autor de la revista Pompas, que estrenó María Conesa en el Teatro Colón.

 

Mientras que al estrenarse en el Teatro Lírico la revista musical El jardín de Obregón, escrita por Agustín Gus Aguilera, se dio a conocer el fox-trot Mi querido capitán de José Alfonso Palacios, que cantaba la tiple Celia Montalván, al mismo tiempo que comienza a difundirse el danzón en el país.

 

Cuarteto Lationoamericano, Viva mi desgracia

Luis Pérez Meza, Las cuatro milpas

David Zaizar, Un viejo amor

 

Zarzuela de Carlos Curti El novio de Tacha

 

Señala Monsiváis (2010) que durante las primeras décadas del siglo XX la fuente primordial de canciones populares, y de los chistes, provenían de las obras de los pocos teatros populares de la ciudad de México, como El Principal (que por lo general funcionaba como sucursal del género chico español), además del Colón, Lírico y el María Guerrero; este último en el corazón de la barriada de Peralvillo.

 

Canciones como Las coplas de don Simón, de la revista Ay qué tiempos señor don Simón, cuestionaría el sentido de los cambios que traería la Revolución, mientras que Pompas ricas, composición de Eduardo Vigil y Robles (1875–1945) y letra de T. Sáenz, que sería un gran éxito en 1919 de María Conesa, maquillaría el deseo sexual con sus insinuantes versos sólo para varones, con el discurso de la ternura en su letras, representando la canción por antonomasia de la Belle Epoque mexicana, según Monsiváis.

 

La Conesa y otras actrices serían recordadas por sus interpretaciones, como sucedió con el cuplé de 1906 de Bella Zulima La pulga, la interpretación de Esperanza Iris en 1911 de La princesa del dólar, o las insinuantes interpretaciones de Maria Conesa, pletóricas de doble lenguaje, como Chupa, chupa, El morrongo y Ni una palabra más. Las tandas, al igual que el cine, proporcionarían a la sociedad urbana los desfiles de las modas al margen de la Buena Sociedad; al mismo tiempo que inventaron, apunta Bellinghausen (1985), los estereotipos sociales que se continuarían posteriormente en la dramaturgia nacional y el cine: el indito ladino, el charro cantor, la china poblana, el líder sindical barrigón, o la peladita.

Teatro Lírico

 

Su fin era caricaturizar el contexto sociopolítico con gran cinismo, sin enviar un mensaje elaborado, por lo que exhibían y deformaban las situaciones sin ofrecer una integridad ética mayor que su impulso al relajo, la observación y el sarcasmo; ya que estas manifestaciones lúdicas se manifestaban en un mundo violento en el que las reflexiones, cuando se lograba hacerlas, llegaban siempre después de los balazos.

 

En esta época de caciques militaristas de la posrevolución, cuando se iniciaba el desarrollo del corporativismo por generales despóticos, gordos líderes sindicales y diputados armados, era ridiculizado el obeso líder de la CROM, Luis N. Morones, por el actor Roberto el Panzón Soto en la revista La Huerta de Don Adolfo de 1919.

 

PASCUAL: Lo que te digo, Homóbono, Pa polético nací y de Menistro de Hacienda me has de columbrar a mí...

 

HOMOBONO: Ora, ora, no mi lo digas; pero yo prisumo igual; antes de que seas Menistro me verás de general.

 

PASCUAL: Ya estará, Peste Bosbónica...

 

HOMOBONO: Ya estará, Fiebre Amarilla ¿Y qué harás para ese güeso?

 

Referencias


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Ejercicios de autoevaluación

 

 

Tópico: La Música y el Teatro de 1920 a 1940

Conocimiento de sucesos relacionados con el teatro y la música de la época

Resolución de un crucigrama sobre los contenidos del tópico

Reconocimiento de melodías y obras teatrales a partir de sus autores, características y estilos musicales

 

 

Trabajo de investigación a realizar fuera del aula