En la Arqueología…

“A la par del proceso de limpieza del monolito, iniciamos la fase de intervención y fijación de la capa pictórica, lo cual fue toda una sorpresa y un gran reto, porque esa capa prolicromática no se había visto nunca en esos grados de conservación”. Ni siquiera en el monolito de Coyolxauhqui, el cual sí perdió toda su policromía original.

Fue todo un reto decidir la manera en que se iban a fijar los colores originales, mediante “un agente aglutinante que ayudara a unir la capa de pigmentos a la superficie de la piedra”, fue todo un reto, indicó la restauradora.

Esa deidad del inframundo fue coloreada originalmente con pigmentos minerales, como el óxido de hierro que dio la tonalidad ocre al cuerpo de Tlaltecuhtli; mientras el cabello es de color rojo oscuro y el fondo es de un tono un poco más tenue; además, tiene en sus mejillas dos círculos también en color rojo y en el centro se observa una línea circular en azul; el chorro que sale de la boca también es de color sangre; los cráneos que adornan los codos y rodillas tienen dibujadas las cejas en color azul; las garras son rojas, y la punta de aquéllas está en blanco.

María Barajas dice que el espectacular faldellín de la diosa destaca por las plumas que están diseñadas con una combinación de azul y rojo, por lo cual se observa una tonalidad morada; los caracoles que rematan ese atuendo están en blanco, delineados con negro.