Durante el siglo XIX y los primeros años del XX el desarrollo de la industria y la tecnología dieron a las sociedades occidentales seguridad respecto al presente, lo que prometía ser una base sólida para un progreso ilimitado. Pero paulatinamente esto se derrumbó, cuando la tecnología fue aplicada para la degradación y destrucción de la humanidad, constatada en los métodos de explotación del trabajo y los recursos naturales, la orientación bélica de la industria desembocó en la Primera y Segunda Guerra Mundial y el uso de la energía nuclear.
Una transformación relevante en el arte se dio con el surgimiento de los movimientos denominados “vanguardias”, iniciados desde principios del siglo XX. El término vanguardia se refiere a:
“movimientos de renovación, subversión y ruptura con el orden discursivo que se había establecido durante el siglo XIX y últimas décadas del precedente en distintas regiones del planeta [...] Cuestionan la modernidad, el lenguaje del barroco, el naturalismo y el modernismo en estética y demás fenómenos culturales vinculados a la política y al ejercicio del poder” (Biagini y Roig, 2008: 546). Las vanguardias, desde su dimensión estética intentaron una crítica y ataque a la tradición y a los valores modernos; desde su dimensión política y social hacen lo propio por disputarse la autoría de un hombre y de una sociedad nueva.
Expresiones artísticas en Rusia y la URSS
A principios del siglo XX, Rusia es fundamentalmente una sociedad rural, aunque San Petersburgo y Moscú son ya ciudades cosmopolitas donde la producción industrial era algo nuevo.
Varios movimientos vanguardistas se van a desarrollar en Rusia, entre otros el cubofuturismo, suprematismo y constructivismo, todos ellos tendrán un denominador común: alejar al arte de la función de representación. La vinculación se da cuando varios artistas vanguardistas viajan a Moscú y artistas rusos atraídos por el nuevo arte se trasladan a París y distintas partes de Europa, acogiendo los preceptos vanguardistas e imprimiéndoles su propia visión. Aunque se puede decir que lo que dio su verdadero dinamismo al arte fue la revolución bolchevique, pues implicó un profundo proceso de transformación en los distintos ámbitos de la vida social, económica y política.
En su carácter estético, hacia las décadas de 1920 y 1930, las vanguardias rusas se plantean como finalidad una utopía, más aún, crear a partir del arte un nuevo mundo, esto es, integran una dimensión política y social a la cultura. Como parte de la visión de la sociedad que está surgiendo se ubica el crear una nueva identidad cultural, donde los campesinos, soldados, mujeres, el pueblo, se convierten en parte de la iconografía, pasan a ser protagonistas de las obras de arte y éste una herramienta de transformación social.
El nuevo arte, en su vínculo con las necesidades sociales, planteará modificar técnicas de producción artística, además de la manera de distribuirlo y difundirlo. La utilización de medios tecnológicos que antes no existían contribuyó a lograr una socialización del arte a más población, como en el caso de la fotografía, a través de la que se logró una mayor reproducción de éste; también se desarrollan el collage y el fotomontaje. Este último se retoma como un instrumento efectivo en la agitación social para incidir en la población de las urbes; por su parte, el teatro y el cine aplican como constructores de nuevos hábitos y formas de vida. Se trataba de crear una revolución total, que cambiaría la vida y sus múltiples dimensiones. Los artistas serían los nuevos ingenieros sociales, el arte podría incidir en la política, aunque los recursos eran escasos los habría para el trabajo de propaganda.
Nuevas ideas e imágenes se reprodujeron y distribuyeron en distintos espacios sociales; teatro callejero con desfiles y máscaras fueron parte de la vida ordinaria, incluso un tren recorría el territorio ruso repartiendo panfletos y proyectando películas. Lochovsky, comisario del pueblo en educación y cultura en los primeros años de la revolución, planteará: "lo que necesitamos es un arte de cinco centavos", esto quería decir, un arte accesible a todos. Se crean indumentarias deportivas y obreras, carteles publicitarios, cubiertas, mobiliario, dibujos de telas, maquetas, adornos de calles y escaparates, decoraciones para películas y andamios escénicos. La vida cotidiana en las ciudades es de efervescencia política y creatividad artística, permeada por una honda preocupación por el futuro.
Da clic en cada recuadro para que conozcas más sobre las diferentes expresiones artísticas presentes en Rusia y la URSS:
Discusiones en torno a la cultura, el arte y la nueva sociedad
Algunos de los temas más importantes durante y posteriormente a la revolución bolchevique, se refieren a la cultura propia de la clase obrera, sus vínculos con el pasado feudal y las expresiones artísticas burguesas, además del papel que se le asignó al arte en la perspectiva de la sociedad comunista. Será en el seno del Proletkult donde se darán las reflexiones sobre estos tópicos. Fueron tres los principales expositores de ideas respecto a la cultura: Alexander Bogdanov, Vladimir Ilich Ulianov “Lenin” y Anatoly Lunacharsky.
Para Alexander Bogdanov la cultura ha de ser de clase. La ciencia como parte de ella “puede ser burguesa o proletaria por su naturaleza misma, sobre todo por su origen, sus concepciones, sus métodos de estudio y de exposición... (Así), todas las ciencias… en realidad tienen, un carácter de clase” (Bogdanov, 1979, citado en Lucena, 2006). De acuerdo a Bogdanov en la sociedad rusa la ciencia estaba al servicio de las clases privilegiadas siendo inaccesible a la clase obrera, por ello debía constituirse en instrumento de vida y en experiencia colectiva organizada. Para su socialización y transformación propuso crear la Universidad Obrera, cuyas enseñanzas permitirían la colaboración fraternal entre educadores y educandos, proporcionando a los obreros los conocimientos de los métodos científicos. El Proletkul tendría que fomentar la creación de una cultura proletaria, como consciencia de clase, a partir de la lucha de dos ideologías irreconciliables: la burguesa y proletaria; concentrar la fuerza creadora del obrero en la ciencia y el arte, para reorganizar el mundo de acuerdo con el interés colectivo.
De acuerdo con Bogdanov, las condiciones materiales de vida del proletariado, su tipo de trabajo y colaboración, y su situación histórica, han de reflejarse en su conciencia colectiva y en la poesía, de esta manera, las creaciones artísticas deben incorporar el colectivismo y la fraternidad como principios organizadores del trabajo. Para ello, la clase obrera debe crear de manera autónoma, reconocer al mundo y a sí misma en imágenes vivas. También debe recibir la herencia artística del pasado sin someterse a ella, por su contenido feudal y burgués. El método de recepción y asimilación que filtraría tal carácter es la crítica a ese arte; ésta es un regulador de la vida artística y el límite para no dejarse atrapar en el arte pasado; también sirve como intérprete a las masas para su vida interior. Más aún, el arte ha de cumplir una función de organizador de la vida social.

Alexander Bogdanov, médico, filósofo y escritor, jugó un papel activo en el movimiento bolchevique. Opositor en ideas a Lenin.

Vladimir Ilich Ulianov “Lenin”. Filósofo, líder del Partido Bolchevique en Rusia y uno de los constructores de la nueva sociedad socialista rusa.
En 1920, en su libro “Sobre la cultura proletaria”, Lenin plantea las diferencias que sostiene con las ideas de Bogdanov; considerando el atraso en la instrucción y el nivel cultural de Rusia en comparación con los países de Europa occidental, señala que la educación debe encaminarse a alcanzar el estatus cultural de un país civilizado. Así, planteará: “la cultura proletaria tiene que ser el desarrollo lógico del acervo de conocimientos conquistados por la humanidad bajo el yugo de la sociedad capitalista, de la sociedad de los terratenientes y los burócratas” (Lenin, 1976). Con ello rechaza los intentos de inventar una cultura proletaria; al Proletkult se le consideró organismo auxiliar del Comisariado de Instrucción Pública, que estaba bajo la dirección general del poder soviético y del Partido Comunista. Para Lenin, el arte tiene un fin revolucionario, propagandístico y partidario. El partido debe manifestarse a favor de la libre creación de las diversas agrupaciones artísticas y literarias. Defensor de la herencia cultural de la humanidad, condena a aquellas tendencias modernas que pretenden una ruptura total con el pasado, aunque favorece y promueve a las tendencias de vanguardia, dándose así un periodo de apertura y creatividad en el arte.
Anatoly Lunacharsky, Comisario Popular para la Educación de la República Soviética después de la revolución, señaló que “el proletariado es capaz de renovar la cultura del género humano, pero en arraigada conexión con la cultura anterior y en dependencia de ella” (Lunacharsky, (s/f) citado en Lucena, 2006); reconociendo el papel transformador de la clase obrera, no niega la posibilidad de crear una cultura obrera, sin rechazar la cultura anterior, siendo una posición intermedia entre Lenin y Bogdanov y conciliadora con los planteamientos del Proletkult.
Para Lunacharsky el arte debe cumplir dos funciones: servir como herramienta de análisis de la realidad y como instrumento de propaganda.
El arte es una fuerza social, no es simple reflejo de la realidad, donde el artista es parte de la lucha de clases. Para él, es posible llegar a un arte proletario, original, aunque sea diverso en sus géneros y métodos artísticos, lo cual supone la defensa de la libertad de expresión, facilitar el libre desarrollo de los grupos artísticos y familiarizarse con el arte de la cultura anterior.

Anatoly Lunacharsky, Comisariado Popular para la Instrucción Pública de 1917 hasta 1929