Contexto histórico

Contexto histórico

Las leyes se hicieron para los hombres y no los hombres para las leyes

 

John Locke (1632 - 1704).

El conjunto de transformaciones ideológicas, políticas y económicas que se dieron en Europa y América entre los siglos XVII y XIX conformaron una ideología y doctrina política que conocemos como liberalismo. Se cree que la palabra “liberal” -amigo de la libertad- se utilizó por primera vez en 1812 por los diputados de las Cortes de Cádiz en oposición al absolutismo y la invasión napoleónica. Desde entonces, liberal hace referencia a un conjunto de ideas que son producto de las revoluciones burguesas. 

Las ideas liberales fueron el resultado de un largo proceso de gestación. Tuvieron su punto de partida en el siglo XVII con Thomas Hobbes y Baruch Spinoza. Sobre sus planteamientos el pensador inglés John Locke desarrolló en su obra Ensayo sobre el gobierno civil (1660), el concepto de los derechos naturales del Hombre: el derecho a la libertad, a la vida y a la propiedad.

 

Asimismo, trató sobre la función que el gobierno debía cumplir en la protección de los derechos individuales, para lo cual se establece un contrato entre el gobierno y los hombres. Igualmente trascendente para las funciones del gobierno fue la propuesta de la división de poderes: legislativo, ejecutivo y federativo. Todos estos preceptos estaban enfocados a rechazar el poder absoluto y a sustentar el naciente individualismo burgués.

En el siglo XVIII los ilustrados franceses retomaron estos planteamientos y los desarrollaron imprimiéndoles el sello de sus propias condiciones político-sociales. Debemos recordar que en ese momento Francia vivía bajo una monarquía absoluta y, por tanto, su visión liberal estaba enfocada a limitar el poder del rey.  Los ilustrados apelaron también a los derechos del hombre y la división de poderes. Montesquieu afirmó la división de poderes tripartita pero sustituyó el poder federativo de Locke por el ejecutivo. La incorporación del pueblo a la vida política es una aportación francesa plasmada en la propuesta de elección de los gobernantes.

No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia.

 

Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu (1689-1755).

Si bien el liberalismo de los siglos referidos ya había dado forma al liberalismo político como ideología de la burguesía, ello no significaba que tales ideas se llevaran a cabo. Deberá tenerse en cuenta que el viejo régimen que gobernaba en la Europa continental hacía todo lo posible para conservar el poder, así, hubo una constante lucha para difundir las nuevas ideas, y sobre todo, para ponerlas en práctica.

 

El liberalismo del siglo XIX presenta las diferencias propias de un mundo cambiante, de ello derivan las grandes dificultades de lograr una definición general, de tal manera que más que buscar nuevas aportaciones teóricas habrá que enfocarse en las condiciones específicas que hizo que los conceptos liberales adquirieran un sentido propio. En el caso de Inglaterra, interesada por el desarrollo económico, la discusión liberal se orientó hacia qué tan limitada debía ser la función del  gobierno en el área productiva. En cambio, el caso francés evidencia la preocupación política enfocada al sufragio universal.

 

Revolucionarios franceses.

Por otra parte, el siglo XIX estuvo marcado por la Revolución Francesa, el exterminio radical de la monarquía y la subsecuente adopción de una república que involucraba la participación popular dio lugar a que las monarquías europeas formaran una coalición (vínculo con la restauración aristocrática) para invadir Francia y evitar que la experiencia se replicara en sus territorios. Pese a los esfuerzos, las revoluciones sociales de 1848 (introducir vínculo) reivindicaron la experiencia francesa y lograron triunfar, pero el triunfo fue efímero. La burguesía las aplastó, la victoria política del capitalismo era un hecho y el liberalismo, que en un momento fue revolucionario frente al absolutismo, adquirió un signo conservador de cara a la participación popular. 

Desde ese momento, los principios clásicos liberales fueron cuidadosamente adoptados para evitar que la participación de las masas trabajadoras pusiera en riesgo el orden capitalista. Asimismo, el modelo liberal centró en la democracia sustentada en la  Constitución, la división de poderes y el sufragio para dar forma a las nuevas naciones.

Podríamos sintetizar las características de los dos siglos mencionados en el siguiente cuadro:

Siglo XVIII Siglo XIX
Refleja los ideales de la burguesía pero une sus intereses con la de los campesinos, intelectuales y obreros. Después de las revoluciones de 1830 sólo refleja los ideales de la burguesía que ha consolidado su  poder económico.
Propugna por el derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada. Propugna por el derecho a la vida, a la propiedad, a la libertad individual, religiosa, de pensamiento, de prensa, de expresión y a la propiedad privada.
Sostiene la división de poderes en legislativo, ejecutivo y judicial. Sostiene la división de poderes en legislativo, ejecutivo y judicial.
Se opone al absolutismo. Se opone al absolutismo y al despotismo ilustrado. Está a favor de la república.
Los gobernantes deben ser elegidos por el pueblo a través del sufragio censitario. Los gobernantes deben ser elegidos por el pueblo a través del sufragio universal.
Las libertades individuales deben estar consagradas en una Constitución. Las libertades individuales deben estar consagradas en una Constitución.
La soberanía reside en la  Nación. La soberanía reside en el pueblo.

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