Positivismo

Positivismo durante el Porfiriato

La base ideológica más importante del porfirismo fue el positivismo, corriente filosófica, sociológica e histórica que surge en el siglo XIX, en Francia con August Comte y Emile Durkheim, en Inglaterra con Herbert Spencer, entre otros.

El positivismo es una ideología conservadora que tiene como fin el establecimiento de un “orden” en la sociedad. “El francés Comte opuso a la ideología revolucionaria de libertad sin límite, la idea de una libertad ordenada, de una libertad que sirviera al orden. A la idea de igualdad opuso la idea de jerarquía social. Ningún hombre es igual a otro; todos los hombres tienen un determinado puesto social. Este lugar social estaba determinado por el trabajo y las capacidades de cada uno. Comte considera que es necesario que haya en la sociedad hombres que dirijan y trabajadores que obedezcan.

La sociedad tiene que estar por encima de los intereses de los individuos. En ellas los filósofos y los sabios bien preparados deberán dirigirla dentro del orden más estricto, conduciéndola hacia el progreso más alto. Este ideal de orden social fue traído a México como una política nacional. Una cultura elitista, afrancesada y profundamente avergonzada de nuestra tradición indígena, fue la cultura de la elite, que se recreaba en una pretendida modernidad de la cual habían sido excluidos la mayoría de los mexicanos.” (Martínez Lira, El porfiriato. 5-6).

 

El positivismo fue introducido en México por Gabino Barreda, Porfirio Parra, Pablo Macedo, Justo Sierra, Joaquín D. Casasús, José Yves Limantour, Emilio Rabasa, entre otros.  Los positivistas mexicanos o “científicos” ejercieron una gran influencia en la orientación política y administrativa del gobierno porfirista, ello se debe a que muchos de ellos ascendieron a los más altos niveles de la burocracia y de la escala social y se convirtieron en importantes asesores de Porfirio Díaz.

Señala María Eugenia Martínez Lira: “Los intelectuales porfiristas herederos de Gabino Barreda, hicieron numerosas interpretaciones del porfiriato, que disfrazadas de “ciencia” positiva tendían a justificar el sistema, no solo en el sentido de probar la necesidad histórica de una dictadura ilustrada en un país de analfabetos; sino considerando indispensable que la clase que conociendo la ciencia positiva del buen gobierno, fuera la única autorizada para hacerlo: “los científicos”.

Al decir del filósofo Leopoldo Zea, la adopción del positivismo significó un rechazo al liberalismo inicial de la burguesía en la medida en que este podía justificar la exigencia de libertades y derechos que se contraponía al orden deseado. La burguesía no necesitaba más una filosofía de combate contra las clases conservadoras, requería de una que legitimara y ayudara al desarrollo del progreso con orden. (Martínez Lira, El porfiriato. 5).

Según los positivistas mexicanos, los antecedentes inmediatos de la historia de la sociedad mexicana se clasifican en dos procesos o periodos:

  1. El primero va de la guerra de Independencia al término de la República Restaurada, y representa el periodo de la anarquía o de la lucha violenta.
  2. El segundo es el periodo del porfiriato, y significa la transformación a través del orden, la evolución y la paz u “Orden y Progreso”.

 

Para los positivistas el orden social y progreso en México no era posible alcanzarla con un gobierno democrático y protector de las libertades individuales, más bien había que hacerlo por la vía de un gobierno fuerte y autoritario, lo que en realidad sería la dictadura.

¿Por qué creían los positivistas que sólo un gobierno autoritario conduciría al orden y al progreso?

Sus argumentos fueron los siguientes:

Prevalecía una situación de violencia en el país

La violencia y anarquía prevalecía aun cuando las causas del desorden habían sido erradicadas con la derrota de los conservadores (el clero y la casta militar) a partir del triunfo de la República Restaurada; no obstante continuó una lucha interna, ahora entre las facciones liberales, a lo que Díaz debía poner fin a partir del triunfo del Plan de Tuxtepec, por la vía del autoritarismo.

El desarrollo económico no era posible sin antes imponer la paz

El desarrollo económico no era posible sin antes imponer la paz, Esto sólo sería posible por el gobierno de un jefe supremo que se convirtiera en el motor del progreso material de la sociedad. Sólo después de lograr este objetivo surgiría la posibilidad de avanzar en la transformación del gobierno autoritario hacia la libertad política o la democracia.

La forma de gobierno que estableció la Constitución de 1857 es irrealizable

Según ellos porque instituyó la supremacía del legislativo respecto del ejecutivo, lo que era inaplicable en una realidad social que se debatía en la anarquía. Sus autores no comprendieron que se necesitaba de la institución del ejecutivo fuerte.

 

Con esta la ideología se justificó una dictadura sustentada en una oligarquía o sociedad privilegios que estuvo conformada por los latifundistas, sector social que dio el mayor apoyo al porfirismo, seguidos por el sector de empresarios industriales, comerciantes y banqueros. La política económica de Díaz estaba encaminada a fortalecer a estos sectores, lo que le dio el carácter de una política de privilegios, que a su vez permitió consolidar la dictadura.