En la centralización política porfirista se hizo depender los gobiernos estatales y municipales del poder federal central.

Los gobernadores tenían que elegir una representación federal de diputados y senadores al Congreso para apoyar la reelección de Díaz.

Estableció la reelección indefinida del presidente y de los gobernadores.

Díaz justificó la represión cuando consideró que los actores políticos o sociales habían optado por la sedición o la rebelión, es decir, cuando ya no era posible recurrir a la conciliación o negociación.

Algunos de los más importantes fueron:

La represión de rebeliones en el Valle del Yaqui, La represión de los yaquis en Tomóchic, La huelga de los mineros de Cananea, Sonora, La huelga de los obreros de Río Blanco, Veracruz