Comercio y manufacturas

El comercio y las manufacturas en el México Independiente 1821-1854
Trajes mexicanos

La política comercial que se asumió en nuestro país inmediatamente después de la independencia tuvo un carácter proteccionista debido, principalmente, a la falta de recursos y al firme propósito de industrializar al país. En este sentido, los primeros gobiernos independientes recurrían al endeudamiento y a la elevación de impuestos para allegarse de recursos. Así, los impuestos principales fueron los que tenían que ver con el comercio con fines de importación o exportación, llamados también aranceles.

Para 1821 se instauró el primer arancel que se denominó “Arancel General Interior para Gobierno de las Aduanas Marítimas en el Comercio Libre del Imperio” con el cual se clasificaban los productos comerciados en tres grupos:

  1. de libre exportación,
  2. de importación prohibida
  3. y de importación gravada por medio de impuestos

Por ejemplo, todo artículo relacionado con la ciencia y tecnología podía entrar libremente al país sin pagar impuestos; otros como los productos semifacturados y materias primas de plano estaban prohibidos; los que quedaban fuera de las clasificaciones anteriores pagaban un impuesto para poder entrar al país.

En el siguiente cuadro podemos observar que los ingresos totales de la Federación, a partir de 1825 hasta 1835, por concepto de importación y exportación representan una buena proporción.

Ingresos financieros del Estado mexicano (1825-1835) *

Año Total de ingresos federales Ingresos por concepto de impuestos de importación y exportación
1825 7,903,163 4,593,547
1826-1827 17,077,016 8,056,337
1827-1828 13,644,974 5,918,846
1828-1829 14,593,307 6,685,808
1829-1830 14,103,773 4,987,568
1830-1831 18,392,134 8,515,881
1831-1832 17,582,929 7,583,101
1832-1833 20,563,360 7,798,559
1833-1834 21,124,216 8,786,396
1834-1835 218,353,283 9,268,083

En esta época se consideraba que en la medida que la industria y la agricultura se desarrollasen, los impuestos del comercio interior superarían a los ingresos obtenidos por los aranceles; debido a que no se podía confiar permanentemente al comercio exterior expuesto a los cambios del comercio internacional. Sin embargo, la reforma para crear las condiciones de cobrar impuestos al interior fue imposible de realizar en un país que durante sus primeros cincuenta años de vida independiente vivía bajo un régimen de economía debilitada basado en la agricultura. Por lo mismo, no generaba ingresos suficientes. Por otra parte, su producción industrial era casi nula y la poca que se realizaba se producía en talleres familiares a los que no se podían gravar o cobrar impuestos por su dispersión en todo el país y su carácter familiar.




Lucas Alamán (1792-1853)

Político e historiador. Ministro de relaciones exteriores en varias ocasiones. Fue fundador de la Compañía Unida de Minas y de la primera fábrica de fundición en México después de la guerra de independencia (1825). Director de la Junta de Fomento de la Industria (1839).

Impulsor de la industrialización de México, para Alamán la base de la igualdad política y social del individuo era la enseñanza: "Sin instrucción no hay libertad, y, cuanto más difundida esté aquélla, tanto más sólida se hallará ésta".

Por otra parte, en 1830, con el gobierno de Anastasio Bustamante se intenta una política de modernización tecnológica introduciendo métodos modernos de manufactura en las fábricas. Pero, ¿de dónde obtener los fondos que financiaran la modernización de manufacturas y además compitieran en precio con las importadas? La propuesta fue que el Estado ayudara a los artesanos con capital, con maquinaria moderna y con asesoría técnica necesaria y que se obtuvieran los fondos suficientes de un impuesto que se cobraría a los productos textiles que entraran al país.

El papel de las propuestas económicas más sólidas fueron las de Lucas Alamán en el mismo periodo de Anastasio Bustamante. Al principio Alamán sostuvo que el fomento a la minería traería como consecuencia la recuperación de la agricultura y de las artes con lo cual se alcanzaría la prosperidad nacional. Para 1830 fue un aguerrido defensor de la necesidad de fomentar las manufacturas. Rechaza la idea de que sólo las prohibiciones e impuestos a la importación favorezcan la industria e insiste nuevamente en la aportación por parte del Estado en capital, maquinaria y asesoría técnica para modernizar las manufacturas. Además considera que la industria textil es la que debe impulsarse para dejar de depender de textiles extranjeros que son un bien consumido por las clases populares. Por lo que considera esencial que el gobierno estimule las fábricas modernas, nacionales o extranjeras.

La solución finalmente se encontró en la propuesta de crear en 1830 un “Banco de Avío” para fomento de la industria nacional, con un capital inicial de un millón de pesos tomados de una parte de los impuestos aduanales sobre los artículos de algodón. Siendo un proyecto original de fomento para la industria nacional, fue clausurado en 1842 por Antonio López de Santa Anna argumentando la insostenibilidad económica y por ser ineficiente.