Antecedentes

Antecedentes

La forma como se transmiten las características hereditarias de una generación a otra siempre han interesado al hombre, en particular las que tienen relación con su sobrevivencia; como la domesticación de especies animales y vegetales para su consumo y las relacionadas también con el estudio sobre las causas de ciertas enfermedades.

Pero no fue sino hasta el siglo XIX que este tipo de estudio se formalizó desde un punto de vista experimental, con los trabajos de Gregorio Mendel (1822-1884) nacido en Hyncice, Moravia, ubicada en la actual República Checa.

Mendel fue miembro de la Real e Imperial Sociedad Morava y Silesia para la mejora de la agricultura, ciencias naturales y conocimientos del país. Además de esto, fue jardinero; lo que dio oportunidad de que realizara experimentos con chícharos haciendo uso de sus conocimientos matemáticos y en ciencias. Sus análisis genéticos conforman la base teórica de nuestro conocimiento de la Genética moderna.

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Desde la antigüedad el hombre, de manera empírica, identificó y seleccionó entre plantas y animales aquellos que por sus características consideraba más fuertes o productivos, así comenzó a hacer cruzas de tal manera que le pudieran proveer de alimentos y otros satisfactores. Por ejemplo, se tiene registro que los egipcios y babilonios desde hace 2500 años realizaban este tipo de selección entre algunas especies de cereales como el trigo y el ganado. Sin embargo fue hasta 1886 con los trabajos del monje agustino Gregorio Mendel, quien realizó una serie de experimentos con chicharos, que se le dio rigor científico a los efectos de la herencia. Lamentablemente, su análisis estadístico y probabilístico fueron poco comprendidos y valorados en su época. Darwin retoma el concepto de <strong>pangénesis</strong>, desde el punto de vista de que las características de los individuos estaban contenidas en gémulas que viajaban a través de la sangre  y se  integrarían a los gametos presentes en las células sexuales. Los griegos también practicaron la domesticación de los animales y  vegetales para perpetuar las características que más productividad y beneficio  aportan a la especie humana; asimismo, se interesaron en las características  que se transmiten de padres a hijos y fueron los primeros en buscar una  explicación natural para el origen del mundo, de la diversidad y de los mecanismos de la herencia.<br>
Aristóteles   propone la idea del <strong>pangénesis</strong>, en dónde las características de  cada una de las partes del cuerpo humano se encontraban integradas en el <em>semen masculino y femenino</em> y se mezclaban en el momento de la  concepción. 
Aunque en el caso de algunos organismos simples,  ellos creían que surgían por generación espontánea.
La noción de “herencia humana”, en su faceta biológica, fue usada sólo  metafóricamente durante muchos siglos. Se empleaba el término “hereditario” a  manera de adjetivo aplicándolo como calificativo de algún rasgo característico  de una familia o un linaje, como la forma de los ojos, la gracia al caminar,  etc. Se pensaba que al crecer, el cuerpo de los hijos recibía <em>influjos</em> que copiaban o repetían las  cualidades de los padres. Estos <em>influjos</em> podían deberse a la tierra, la nutrición, los hábitos, aspectos espirituales o  los ciclos terrestres, entre otros (López, 2004).
La transmisión de las  enfermedades se asociaba a maldiciones y pesares que sufrían algunos de los  miembros de los linajes. La creencia de la transmisión del pecado original en  la cultura Judeocristiana, viene a apoyar estas ideas.