Programa de Cómputo para la Enseñanza: Cultura y Vida Cotidiana: 1940-1970

Historia de México II Tercera Unidad: Modernización Económica y Consolidación del Sistema Político 1940-1970

Cine mexicano entre 1940-1970

Abril de 2012

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El cine de ambiente urbano

 

 

El tránsito del cardenismo al avilacamachismo dio lugar a una serie de comedias musicales [En tiempos de don Porfirio (1939) de Juan Bustillo Oro; Ay que tiempos señor don Simón (1941) de Julio Bracho; o México de mis recuerdos (1943) también de Juan Bustillo Oro], que ofrecían ambientes de remembranza y nostalgia histórica reaccionaria; que a decir de Ayala Blanco (1968: 40-47), daban un puntapié al incierto culto revolucionario de la época de la unidad nacional, al tomar del teatro frívolo una evocación plena de amabilidad y gentileza, de naturaleza evasiva ante los horrores de la guerra mundial.

 

Estas invenciones nostálgicas darían paso a un cine urbano que, al decir de Aviña (2004: 98), mostrarían a las ciudades mexicanas que estallaban en carcajadas o que exudaba sangre, sudor y lágrimas, con películas que se sentían cercanas en el imaginario de sus habitantes, donde se mostraban, y disfrutaban, los ambientes de arrabal de sus cabaretuchos [Salón México (1948) del Indio Fernández; Aventurera (1949) de Alberto Gout], que serían posteriormente recordados, nostálgicamente, por los recientes gobiernos de la ciudad de México, en décadas recientes.

 

México de mis recuerdos de Juan Bustillo Oro [1943]

 

Este cine llevaría a las grandes multitudes a reconocerse en sus populares personajes y sus contextos de vida cotidiana, ya que representaban a humildes boxeadores acomplejados [Campeón sin corona (1945) de Alejandro Galindo]; estudiantes pobretones que luchaban por sobresalir del contexto de los barrios bajos [El amor abrió los ojos (1946) de Raphael J. Sevilla]; complicados choferes de camión urbano y sus conflictos con los pasajeros, el tránsito urbano y su vida sentimental [Esquina bajan (1948) de Alejandro Galindo]; o conductores nostálgicos ante la modernización de los tranvías de la época [La ilusión viaja en tranvía (1953) de Luis Buñuel].

 

Y, ante los profundos cambios citadinos en la vida social de los años de la década de 1960, a mecánicos provincianos en busca de aventuras y experiencias socializantes en la gran ciudad, quienes se acompañaban accidentalmente de desubicados y esnobs integrantes de la clase media [Los caifanes (1966) de Juan Ibáñez]; hasta llegar al exceso de presentar a héroes enmascarados que luchaban contra las fuerzas diabólicas del mal [Santo contra las mujeres vampiro (1962) de Alfonso Corona Blake].

 

La ilusión viaja en tranvía de Luis Buñuel [1953]

 

Todos estos personajes transitaban su existencia fílmica recorriendo las calles y edificaciones de la renovada ciudad, e incluso eran filmados en sus avenidas, barrios y colonias, para mostrar los cambios que en todos los órdenes tenían lugar con la transformación urbanística de esas décadas. Se trataba de ciudades remozadas que mostraban en las películas los contrastes y desigualdades sociales, lo que daba lugar a la existencia de personajes miserables y pintorescos representados por Mario Moreno (Cantinflas) [Ahí está el detalle (1940) de Juan Bustillo Oro].

 

Calabacitas tiernas (¡Ay que bonitas piernas!) de Gilberto Martínez Solares [1948]

 

Donde incluso cabrían las excentricidades de los pachucos como Germán Valdez (Tin Tan), presentando a personajes que trataban de adaptarse, o sobreponerse, a sus costumbres [Calabacitas Tiernas (¡Ay que bonitas piernas!) (1948) o El rey del barrio (1949) de Gilberto Martínez Solares]; o la confusa verborrea de personajes cómicos, tomados del teatro de revista, las carpas de barriada y los salones de baile, como Manuel Medel [La vida inútil de Pito Pérez (1944) de Miguel Contreras Torres]; Jesús Martínez (Palillo) [¡Ay Palillo no te rajes! (1948) de Alfonso Patiño Gómez] o Adalberto Martínez (Resortes) [Dicen que soy comunista (1951) de Alejandro Galindo]; cuyos personajes eran reconocidos, y admirados, por la gente al criticar al sistema político y sus discursos demagógicos.

El rey del barrio de Gilberto Martínez Solares [1949]

 

La vida inútil de Pito Pérez de Miguel Contreras Torres [1944]

¡Ay, Palillo no te rajes! de Alfonso Patiño Gómez [1948]

Dicen que soy comunista de Alejandro Galindo [1951]

 

La apertura nacional a la inmigración dio pie a la generación de un cine que mostraba las recompensas logradas con una vida de trabajo y esfuerzo, que se apoyaba en lo que se consideraba las buenas costumbres, aunque peculiares de los recién llegados desde diferentes confines de la tierra.

 

Estos personajes se mostrarían en comedias familiares como modelos morales, que batallaban por ser aceptados en el contexto de la sociedad mexicana que les había dado abrigo, a pesar de sus múltiples muestras de sociabilidad y ayuda al prójimo [El baisano Jalil (1942) de Joaquín Pardavé].

 

Otros personajes representarían a tipos sociales de barrio bajo en la búsqueda de la subsistencia, quienes transitarían una existencia de contextos miserables, pero con profundo sentido de integración social, para sobreponerse a las tragedias cotidianas que podían llegar a conducirlos a transitar los horrores existentes en la cárcel de Lecumberri [Nosotros los pobres (1947), Ustedes los ricos (1948) o Pepe el toro (1952) de Ismael Rodríguez]; hasta llegar a cintas en donde se exponían conductas que mostraban un grado de completa marginación y violencia juvenil, que sucedían en el mismo contexto de las obras habitacionales que construía el estado benefactor en Nonoalco-Tlatelolco [Los olvidados (1950) de Luis Buñuel], supuestamente para mejorar las condiciones de vida de la población.

El Baisano Jalil de Joaquín Pardavé [1942]

 

Nosotros los pobres de Ismael Rodríguez [1947]

Pepe el Toro de Ismael Rodríguez [1952]

Los olvidados de Luis Buñuel [1950]

 

El creciente desarrollo de una clase media, carente de un pasado aristocrático y con una reciente incorporación a las mejoras económicas y sociales que traía la industrialización, impuso sus intereses y gustos en la industria fílmica; que produjo cintas para un grupo social que trabaja como empleados, burócratas y profesionistas, en donde se presentaban personajes que defendían el individualismo y el nacionalismo, además de que se alimentaban de una particular idea de la respetabilidad, tomada de un especial sentido de moralidad y normas de conducta.

 

Este nuevo mercado demandaba un cine en donde la familia fuera vista como la sagrada institución, al decir de Ayala Blanco (1968: 40-63), que los salvaguardara del mundo exterior y de los cambios que tenían lugar en el país, mostrando un universo limpio y honesto de familia nuclear, que incluía a ambos padres y varios hijos [Cuando los hijos se van (1941) de Juan Bustillo Oro]

 

Una familia de tantas de Alejandro Galindo [1948]

 

 

Con el avance inexorable de la modernización, con el espejismo de ensoñación iniciado por el alemanismo de oferta de múltiples empleos, modernas edificaciones y sensual vida nocturna, este tipo de cine buscaría reflejar los cambios que tenía que afrontar el contexto familiar; en donde se iniciaría el rompimiento del patriarcado, y del sufrido matriarcado, al presentarse en las pantallas enfrentamientos ante galanes vendedores de aspiradoras y otros artefactos eléctricos domésticos, que traerían a sus casas nuevas, modernas y democráticas ideas de familia y vida cotidiana [Una familia de tantas (1949) de Alejandro Galindo].

 

También en este cine, de personajes y contextos familiares, se incluirán tramas en las que se mostraba la fragilidad de los logros socioeconómicos alcanzados, comenta Aviña (2007: 96-101), donde se presentaba la posibilidad de perder el estatus, y caer en la miseria y las humillaciones, si no se era capaz de conducirse conforme a las reglas del arribismo existente, además de saber controlarlo [Anillo de compromiso (1951) de Emilio Gómez Muriel o Los Fernández de Peralvillo (1953) de Alejandro Galindo].

 

Los Fernández de Peralvillo de Alejandro Galindo [1954]

 

 

El cine de ambiente urbano también mostraría a personajes de un cine de suspenso y drama, al estilo hollywoodense, en tramas policíacas en las que galanes aprovechados se hacían pasar como adivinos, para vivir de los chismes que se contaban en los nuevos salones de belleza, entrometiéndose en la vida ajena [En la palma de tu mano (1950) de Roberto Gavaldón]; mientras otras tramas policíacas mostrarían, sin comprometer al sindicalismo oficial, las intrigas de líderes y políticos asesinos que buscaba desenmascarar un honrado dirigente, mientras se involucraba accidentalmente en un conflicto sentimental de pareja, mientras huía de sus perseguidores [Distinto amanecer (1943) de Julio Bracho].

 

La bonanza urbana daría pie para hacer un homenaje a quienes se encargaban de mantener el orden en el tránsito de las ciudades, mostrando algunos de los mejores ejemplos de comedias ligeras con personajes representados por ídolos populares como Pedro Infante y Luis Aguilar; cuyos protagonistas mostraban las vivencias juveniles de un par de motociclistas del cuerpo de policía de la época del desarrollo alemanista [A toda máquina (1951) de Ismael Rodríguez].

Distinto amanecer de Julio Bracho [1943]

 

La crisis de esta época de auge socioeconómico, con las devaluaciones del peso y el encarecimiento de la vida, que se iniciaron durante la época de los años de la década de 1950, recrudecería la migración hacia los Estados Unidos y el cine intentaría captar los desesperados esfuerzos de estos desocupados por lograr llegar a esa imaginada tierra de riqueza [Espaldas mojadas (1953) de Alejandro Galindo]. En otras cintas se buscaría mostrar las condiciones miserables de vida de la población en las vecindades, sometida por violentos caseros inmorales y sus brutales golpeadores asesinos [El bruto (1952) de Luis Buñuel].

 

Para la mitad de la década de los años de 1950, al decir de García Riera (1998: 213-215), el melodrama languidecía; sin embargo, continuaban los esfuerzos moralistas del cine nacional. Ahora para enfrentar las negativas influencias estadounidenses entre la juventud mexicana de esas épocas, que podrían ponerla en riesgo con nuevas modas y comportamientos, dentro de las cuales se veía con alarma la generalización del uso de la píldora anticonceptiva y la manifestación de otras rebeldías que anunciaban conflictos generacionales, lo que podría transformar los principios moralistas y patriarcales que habían dominado el contexto familiar hasta ese momento.

 

A toda máquina de Ismael Rodríguez [1951]

 

¿A dónde van nuestros hijos? de Benito Alazraki [1958]

 

Las conductas juveniles, y los conflictos derivados por la incomprensión de sus padres, serían el tema de una serie de cintas, en donde uno de los temas sería la preocupación por la virtud de las jovencitas y los riesgos de su perdición por descuidos de sus progenitores [¿Con quién andan nuestras hijas? (1955) de Emilio Gómez Muriel o ¿A dónde van nuestros hijos? de Benito Alazraki (1958)], en donde se magnificaba la difícil pero ensalzable senda, donde acechaban mil peligros y cursilerías, por la que debían transitar los jóvenes para preservar su pureza y ser dignos de incorporarse al matrimonio; como lo haría en la vida real la protagonista de una de estas cintas, Martha Mijares, poco después de terminar la filmación [Quinceañera (1958) de Alfredo B. Crevenna].

Quinceañera de Alfredo B. Crevenna [1958]

 

La edad de la violencia de Julian Soler [1965]

Un ejemplo tardío de este cine de temas juveniles, con ribetes moralistas, lo integraron diversas películas en donde los personajes adolescentes de clase media se descarriaban e iban por el mal camino. En la trama de una de estas cintas un padre, representado por un anciano Fernando Soler, desatendía a su hijo debido a su alcoholismo, por lo que éste acabaría de delincuente motorizado como jefe de una banda de asaltantes. Este tipo de cintas promocionaban las nuevas modas juveniles que eran presentadas por la televisión, por lo que se darían los papeles principales a los cantantes y grupos musicales de moda, quienes no tenían la mínima idea de la actuación [César Costa, Alberto Vázquez, Manolo Muñoz, Patricia Conde, Julissa (Julia Isabel de Llano Macedo), o Los Hooligans], quienes solucionaban los intervalos en los pobres argumentos de este tipo de cine, cantando números musicales en ambientes imaginarios, como cafeterías y neverías, supuestamente utilizados por la juventud [La edad de la violencia (1964) de Julián Soler].

 

La transformación de la vida urbana, durante la época de los años de la década de 1960, con una creciente alienación producto de la sobrepoblación metropolitana, entre otras cosas, daría lugar a un nuevo tipo de cine que buscaba explorar otras formas de vida fuera de la ciudad; con cintas en donde se presentaba a un feliz capitán de barco pesquero, con su agitada, bucólica y feliz vida playera, que se ve afectado, transitoriamente, de la nostalgia por la vida familiar citadina y los atractivos de la subsistencia sedentaria del comercio [Tiburoneros (1962) de Luis Alcoriza].

 

Referencias


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Ejercicios de autoevaluación:

Identificación de características y autores del cine mexicano

Reconocimiento de obras del cine mexicano de la época, a partir de sus temas y características

 

 

Trabajo de investigación a realizar fuera del aula