Programa de Cómputo para la Enseñanza: Cultura y Vida Cotidiana: 1920-1940

Historia de México II Segunda Unidad: Reconstrucción Nacional e Institucionalización de la Revolución Mexicana 1920-1940

La Producción Literaria de 1920 a 1940

Propósitos: Valorar algunas manifestaciones socioculturales influidas por el nacionalismo revolucionario y su impacto sociocultural

Mayo de 2012

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Los Siete Sabios, los Estridentistas y las revistas Ulises y Contemporáneos

 

Los Los Siete Sabios

A la desorganización del Ateneo, generada por divisiones políticas entre sus integrantes durante el gobierno de Madero, fue significativa la obra realizada años después por la Sociedad de Conferencias y Conciertos, para impulsar la vida cultural de esos tiempos.

 

Creada en 1916 por la llamada generación de los Siete Sabios: Antonio Caso (1896-1970), Antonio Castro Leal (1896-1981), Vicente Lombardo Toledano (1894-1968), Manuel Gómez Morín (1897-1972), Alberto Vázquez del Mercado (1893-1980), Teófilo Olea y Leyva (1895-1956) y Jesús Moreno Baca (¿-1926), quienes intervinieron posteriormente sobre la nueva realidad que impuso la Revolución y actuaron como dirigentes académicos, funcionarios públicos, jueces, ministros o líderes políticos.

 

Otros autores contemporáneos se dedicaron a la crítica literaria y el ensayo, como Francisco Monterde (1894-1985); Julio Jiménez Rueda (1896-1960) al teatro y la novela colonialista, al igual que Ermilo Abreu Gómez (1894-1975) y Artemio del Valle Arizpe (1884-1961); mientras Manuel Toussaint (1890-1950) se orientó hacia los ensayos de crítica de arte, sobre todo de tema colonial.

 

Antonio Castro Leal

 

Julio Jiménez Rueda

Artemio de Valle Arizpe

Manuel Toussaint

José Juan Tablada

Francisco Monterde

 

La poesía modernista se renovó con la obra de José Juan Tablada (1871-1945) y Ramón López Velarde (1888-1921); este último descubriría la provincia con sus poemas y, para algunos, marcaría la transición entre el modernismo y las nuevas vanguardias.

 

Artemio De Valle Arizpe Cuentos del México antiguo. Historias de vivos y muertos. Leyendas, tradiciones y sucedidos del México virreinal [1936]

La Llorona (1) (Fragmento)

…Una mujer, envuelta en un flotante vestido blanco y con el rostro cubierto con velo levísimo que revoleaba en torno suyo al fino soplo del viento, cruzaba con lentitud parsimoniosa por varias calles y plazas de la ciudad, unas noches por unas, y otras, por distintas; alzaba los brazos con desesperada angustia, los retorcía en el aire y lanzaba aquel trémulo grito que metía pavuras en todos los pechos. Ese tristísimo ¡ay! Levantábase ondulante y clamoroso en el silencio de la noche, y luego que se desvanecía con su cohorte de ecos lejanos, se volvían a alzar los gemidos en la quietud nocturna, y eran tales que desalentaban cualquier osadía.

Así, por una calle y luego por otra, rodeaba las plazas y plazuelas, explayando el raudal de sus gemidos; y, al final, iba a rematar con el grito más doliente, más cargado de aflicción, en la Plaza Mayor, toda en quietud y en sombras. Allí se arrodillaba esa mujer misteriosa, vuelta hacia el oriente; inclinábase como besando el suelo y lloraba con grandes ansias, poniendo su ignorado dolor en un alarido largo y penetrante; después se iba ya en silencio, despaciosamente, hasta que llegaba al lago, y en sus orillas se perdía; deshacíase en el aire como una vaga niebla, o se sumergía en las aguas (…)No sólo por la ciudad de México andaba esta mujer extraña, sino que se la veía en varias ciudades del reino. Atravesaba, blanca y doliente, por los campos solitarios; ante su presencia se espantaba el ganado, corría a la desbandada como si lo persiguiesen; a lo largo de los caminos llenos de luna, pasaba su grito; escuchábase su quejumbre lastimera entre el vasto rumor del mar de los árboles de los bosques; se la miraba cruzar, llena de desesperación, por la aridez de los cerros, la habían visto echada al pie de las cruces que se alzaban en las montañas y senderos; caminaba por veredas desviadas, y sentábase en una peña a sollozar; salía misteriosa de las grutas, de las cuevas en que vivían las feroces animalias del monte; caminaba lenta por las orillas de los ríos, sumando sus gemidos con el rumor sin fin de las aguas…

[México, Porrúa, [1999], pp. 125-128]

(1) En el México colonial y aún en la actualidad, la Llorona es una mujer que se aparece en la noche, a veces en las encrucijadas de los caminos, con cabello largo y vestido blanco, llamando con fuertes llantos y aterradores lamentos a sus hijos. Yólotl González Torres, Diccionario de mitología y religión de Mesoamérica [Rivas Helena (2003)]

 

Francisco Monterde García Icazbalceta Moctezuma II Señor del Anahuac [1948] (Fragmento)

Su nuevo palacio, el Tecpan, fue construido frente a la plaza mayor. Tenía veinte entradas –sobre cada una, esculpida la insignia de Moctezuma: el águila, con las garras clavadas en un jaguar–; tres patios –en el mayor, una gran fuente–, y un centenar de aposentos con baños. Los pisos eran de maderas fragantes; las paredes estaban revestidas de tecalli. Sobre los pisos se extendían tapetes, esteras y alfombras de algodón y de pluma; en los lechos, suaves mantas superpuestas, hacían grato el reposo de Moctezuma y de su familia.

Cuidaban del servicio más de siete veces cuatrocientos criados. Los vestidos que usaban –adecuados a sus tareas y categorías–, habían sido hechos según las órdenes de Moctezuma.

Nadie llegaba hasta él, sin haber solicitado previamente audiencia: aun los señores principales tenían que descalzarse y cambiar sus vestidos suntuosos, por una humilde manta, antes de entrar a verlo; y sólo podían dirigirle la palabra, después de inclinarse tres veces profundamente. La primera vez le decían: «Señor»; la segunda, «Mi señor»; la tercera, «Gran señor». Le hablaban con la mayor cortesía, y cuando él se dignaba contestar, lo hacía por intermediarios.

Todo estaba sujeto a disciplina. Si algún alboroto alteraba el orden repentinamente y el rumor llegaba hasta Moctezuma, pronto le informaban la causa. Se debía, a veces, a que un esclavo había logrado escapar de su dueño que lo perseguía: al entrar en Palacio, quedaba incorporado al servicio de Moctezuma

 

Ramón López Velarde El retorno maléfico [c. 1917] (Fragmento)

 

Ramón López Velarde Suave Patria [1921] (Fragmento)

 

Suave Patria: en tu tórrido festín

luces policromías de delfín,

y con tu pelo rubio se desposa

el alma, equilibrista chuparrosa,

y a tus dos trenzas de tabaco, sabe

ofrendar aguamiel toda mi briosa

raza de bailadores de jarabe

Ramón López Velarde La Suave Patria [1921] (Fragmento)

 

Ramón López Velarde La gavota (Fragmento)

 

José Juan Tablada Intersecciones [1924]

Las prostitutas... [1924]

 

Las prostitutas

Ángeles de la Guarda

de las tímidas vírgenes;

ellas detienen la embestida

de los demonios y sobre el burdel

se levantan las casas de cristal

donde sueñan las niñas...

Ramón López Velarde La última odalisca (Fragmento)

 

Los Estridentistas

Esta renovación del modernismo, de acuerdo con Martínez (1949), también fue obra de un grupo vanguardista; que integró de 1922 a 1927, lo que se ha llamado la corriente estridentista, a través de sus obras publicadas en las revistas Actual, Irradiador y Horizonte.

 

En diciembre de 1921 el poeta Manuel Maples Arce (1898-1981) publicó el primer número de la revista Actual (Hoja de vanguardia No. 1. Comprimido Estridentista), donde hacía alusión al ideólogo, poeta y editor italiano Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944), declarándose en contra del tradicionalismo y costumbrismo. Más tarde, señala Ángeles Vázquez (2005c), publicaría Irradiador: Revista de vanguardia. Proyector internacional, en 1923, junto al muralista Fermín Revueltas (1901-1935); a la que seguiría la revista Horizonte, entre 1926 y 1927, que recibió el apoyo del Gobernador de Veracruz, Heriberto Jara (1879-1968), quien incluso escribió cuentos y artículos bajo el seudónimo de J. Hierro Tavaré.

 

El estridentismo rescató matices del futurismo italiano que buscaba romper con la tradición, el pasado y los signos convencionales; consideraba como elementos principales a la poesía, el valor, la audacia y la revolución, exaltaba lo sensual, nacional y guerrero, la adoración de la máquina y el retrato de la realidad en movimiento, cuyo movimiento promovió una devoción a la tecnología y el movimiento existente en las urbes; el cual hizo su aparición en la posrevolución mexicana, durante los gobiernos de los sonorenses Álvaro Obregón y Plutarco E. Calles, en la década de los años de 1920.

 

Germán List Arzubide, Ramón Alva de la Canal, Maples Arce, Leopoldo Méndez y Arqueles Vela [1925]

 

Sus autores fueron los poetas Germán List Arzubide (1898-1998), Salvador Gallardo (1893-1981), Luis Quintanilla (1900?-1980) y Arqueles Vela (1899?-1977), quien destacó también con sus ensayos. Participaron del movimiento otros artistas como el grabador Leopoldo Méndez (1902-1969), el pintor e ilustrador Ramón Alva de la Canal (1892-1985), el escultor Germán Cueto (1883-1975) y el muralista Fermín Revueltas (1901-1935); recibieron apoyos, en 1925, del gobernador de Veracruz, Heriberto Jara, en momentos del desarrollo del cubismo y el dadaísmo en Europa.

 

El grupo se declaró en contra del tradicionalismo y costumbrismo, según Ángeles Vázquez (2005c), señalando que la poesía había sido prostituida por el gobierno y el nacionalismo, bajo las consignas de: Viva el mole de guajolote y Chopin a la silla eléctrica. Estos artistas buscaron ilustrar las posibilidades poéticas de lo mecánico y el valor del tema social en la poesía, como movimiento de síntesis de las corrientes europeas, en contra del tradicionalismo poético vigente.

 

Germán List Arzubide Esquina [1923] (Fragmento)

Para hablar en inglés es necesario

cortarse la mitad de la lengua.

Los teléfonos sordomudos

han aprendido a hablar por señas.

¿Quién halará los cables

que arrastran los eléctricos?

La oratoria es el arte de saquear los bolsillos

y el recuerdo se vende de papel recortado

el trabajo es un grito amarillo

¿será un juego de bolsa lo del tiempo barato?

Luis Quintanilla (Kyn-tanilla) Farniente [1928] (Fragmento)

Sólo el artista puede ver el mundo

sin anteojos.

La ciencia nos hará dioses

pobres hombres rebelados

audaces ladrones del fruto prohibido.

¿Comprendéis por qué los tiranos guardaban el árbol?

Ningún pájaro sube más alto que el aeroplano

creación del hombre

y los trasatlánticos son más grandes que las ballenas

creación de dios

 

Manuel Maples Arce Andamios Interiores [1922]

Prisma

Yo soy un punto muerto en medio de la hora,

equidistante al grito náufrago de una estrella.

Un parque de manubrio se engarrota en la sombra,

y la luna sin cuerda me oprime en las vidrieras.

Margaritas de oro deshojadas al viento.

La ciudad insurrecta de anuncios luminosos flota en los almanaques,

y allá de tarde en tarde, por la calle planchada se desangra un eléctrico.

El insomnio, lo mismo que una enredadera,

se abraza a los andamios sinoples del telégrafo,

y mientras que los ruidos descerrajan las puertas,

la noche ha enflaquecido lamiendo su recuerdo.

El silencio amarillo suena sobre mis ojos.

Prismal, diáfana mía, para sentirlo todo! Yo departí sus manos,

pero en aquella hora gris de las estaciones,

sus palabras mojadas se me echaron al cuello,

y una locomotora sedienta de kilómetros la arrancó de mis brazos.

Hoy suenan sus palabras más heladas que nunca.

Y la locura de Edison a manos de lluvia!

El cielo es un obstáculo para el hotel inverso

refractado en las lunas sombrías de los espejos;

los violines se suben como la champaña,

y mientras las orejas sondean la madrugada,

el invierno huesoso tirita en los percheros.

Mis nervios se derraman.

La estrella del recuerdo naufragaba en el agua del silencio.

Tú y yo Coincidimos en la noche terrible,

meditación temática deshojada en jardines.

Locomotoras, gritos, arsenales, telégrafos.

El amor y la vida son hoy sindicalistas,

y todo se dilata en círculos concéntricos.

Manuel Maples Arce Vrbe, súper poema bolchevique en cinco cantos [1924] (fragmento)

IV

Entre los matorrales del silencio

la oscuridad lame la sangre del crepúsculo.

Las estrellas caídas son pájaros muertos

en el agua sin sueño del espejo.

Y las artillerías sonoras del atlántico

se apagaron, al fin, en la distancia.

Sobre la arboladura del otoño, sopla un viento nocturno:

es el viento de Rusia, de las grandes tragedias,

y el jardín; amarillo, se va a pique en la sombra.

súbito, su recuerdo chisporrotea en los interiores apagados.

Sus palabras de oro criban en mi memoria.

Los ríos de las blusas azules desbordan las esclusas de las fábricas

y los árboles agitadores manotean sus discursos en la acera.

Los huelguistas se arrojan pedradas y denuestos,

y la vida es una tumultuosa conversión hacia la izquierda.

Al margen de la almohada, la noche es un despeñadero;

y el insomnio se ha quedado escarbando en mi cerebro

¿De quién son esas voces que sobrenadan en la sombra?

Y estos trenes que aúllan hacia los horizontes devastados.

Los soldados dormirán esta noche en el infierno.

Dios mío, y de todo este desastre

sólo unos cuantos pedazos blancos, de su recuerdo,

se me han quedado entre las manos.

 

Germán List Arzubide Estación

Artículo 1o

hay que tocar el piano

en la balsa de los andenes.

Mientras las locomotoras bufan su impaciencia

las arañas tejen

sus telas con hilos de música

para apresar la mariposa eléctrica.

La mecedora

sube por los peldaños de las notas

y un pájaro se deshila

en una overtura fascista

me perdí en la noche lamida de sus medias.

¡Cómo pesa este techo!

Allá fuera una rosa está pidiendo auxilio

y pensar que los postes se mueren de fastidio.

Einstein no ha descubierto

quién inventó las moscas.

Era tan jugosa

de imposibles su boca.

Al fin sus manos se hicieron pedazos.

Pero a pesar de todo

un grillo da su conferencia

interceptando

el mensaje

crispado

de las estrellas.

Luis Quintanilla (o Kyn-tanilla) Radio. Poema inalámbrico en trece mensajes [1924]

…Iu Iiiuu Iu…

Últimos suspiros de marranos degollados en Chicago

Ilinois estruendo de las caídas del Niágara en

Las fronteras de Canadá Kreisler Reisler D’Annunzio

France etcétera y los Jazz Bands de Virginia y

Tenesi la erupción del Popocatepetl sobre el Valle

De Amecameca así como la entrada de los acorazados

Ingleses a los Dardanelos el gemido nocturno

De la esfinge egipcia Lloyd George Wilson y Lenin

Los bramidos del Plesiosauro Diplococus que se

Baña todas las tardes en los pantanos pestilentes

De Patagonia las imprecaciones de Ghandi en el Bagdad

La cacofonía de los campos de batalla o de las

Asoleadas arenas de Sevilla que se hartan de tripas

Y sangre de las bestias y del hombre Babe Ruth

Jack Dempsey y los alaridos dolorosos de los

Valientes jugadores de futbol que se matan a puntapiés

Por una pelota.

Todo esto no cuesta ya más que un dólar

por cien centavos tendréis orejas eléctricas

y podréis pescar los sonidos que se mecen

en la hamaca kilométrica de las ondas.

…Iu Iiiuuu Id…

 

Revista Ulises

Por esas épocas aparecería la revista Ulises, de 1927 a 1928, tomando el título de la novela de James Joyce publicada en 1922; revista que al decir de Ángeles Vázquez (2005a), afianzaría el conocimiento de la vanguardia europea en México, divulgando a los escritores franceses André Gide, Paul Valéry, Paul Morand, Max Jacob, Marcel Jouhandeau y otros autores de habla inglesa como el mismo Joyce, Carl Sandburg y John Dos Passos; además de fundar el Teatro Ulises, como parte de sus esfuerzos en divulgar la cultura. Antonieta Rivas Mercado (1900-1931) sería la figura femenina del proyecto, al emprender el apoyo a diferentes disciplinas artísticas, como la pintura, el teatro y la reseña de textos.

 

Fue editada por Salvador Novo (1900-1974) y Xavier Villaurrutia (1903-1950), con el apoyo económico de Antonieta Rivas Mercado (1900-1931), con la cual se buscó difundir la obra de jóvenes escritores de la época. Al decir de Novo, fue producto de un grupo de personas ociosas, que contó con el pintor Agustín Lazo (1896-1971), cuyas obras no le gustaban a nadie; un estudiante de filosofía, Samuel Ramos (1897-1959), a quien no le gustaba el maestro Caso; un prosista y poeta, Gilberto Owen (1904-1952), cuyas producciones eran una cosa rarísima y un joven crítico, Xavier Villaurrutia (1903-1950), que todo lo encontraba mal; todos ellos, sin nada mexicano que leer, hablaban de libros extranjeros, por lo que les vino la idea de publicar una pequeña revista de crítica y curiosidades.

 

En los seis números publicados se difundió la obra de Jorge Cuesta (1903-1942), Gilberto Owen, Jaime Torres Bodet (1902-1974), Enrique González Martínez (1871-1952), Mariano Azuela (1873-1952), Julio Torri (1889-1970), Carlos Pellicer (1897-1977), Ermilo Abreu Gómez (1894-1971), Samuel Ramos (1897-1959) y Eduardo Villaseñor (1896-1978); además de las contribuciones de los pintores Agustín Lazo (1896-1971), Julio Castellanos (1905-1947), Roberto Montenegro (1887-1968) y Diego Rivera (1886-1957).

 

Salvador Novo

Xavier Villaurrutia

Gilberto Owen.

Jaime Torres Bodet

 

Salvador Novo En defensa de lo usado [1938] (Fragmento)

Salvador Novo Nuestra ciudad mía [1938] (Fragmento)

Salvador Novo Nuevo Amor [1933] (Fragmento)

 

Salvador Novo Veinte poemas [1925]

Viaje

Los nopales nos sacan la lengua

pero los maizales por estaturas

con su copetito mal rapado

y su cuaderno debajo del brazo

nos saludan con sus mangas rotas.

Los magueyes hacen gimnasia sueca

de quinientos en fondo

y el sol -policía secreto-

(tira la piedra y esconde la mano)

denuncia nuestra fuga ridícula

en la linterna mágica del prado.

A la noche nos vengaremos

encendiendo nuestros faroles

y echando por tierra los bosques.

Alguno que otro árbol

quiere dar clase de filología.

Las nubes inspectoras de monumentos

sacuden las maquetas de los montes.

¿Quién quiere jugar tenis con nopales y tunas

sobre la red de los telégrafos?

Tomaremos más tarde un baño ruso,

en el jacal perdido de la sierra

nos bastará un duchazo de arco iris

nos secaremos con algún stratus.

Xavier Villaurrutia Nocturno Amor

a Manuel Rodríguez Lozano

El que nada se oye en esta alberca de sombra

no sé cómo mis brazos no se hieren

en tu respiración sigo la angustia del crimen

y caes en la red que tiende el sueño.

Guardas el nombre de tu cómplice en los ojos

pero encuentro tus párpados más duros que el silencio

y antes que compartirlo matarías el goce

de entregarte en el sueño con los ojos cerrados

sufro al sentir la dicha con que tu cuerpo busca

el cuerpo que te vence más que el sueño

y comparo la fiebre de tus manos

con mis manos de hielo

y el temblor de tus sienes con mi pulso perdido

y el yeso de mis muslos con la piel de los tuyos

que la sombra corroe con su lepra incurable

Ya sé cuál es el sexo de tu boca

y lo que guarda la avaricia de tu axila

y maldigo el rumor que inunda el laberinto de tu oreja

sobre la almohada de espuma

sobre la dura página de nieve.

No la sangre que huyó de mí como del arco huye la flecha

sino la cólera circula por mis arterias

amarilla de incendio en mitad de la noche

y todas las palabras en la prisión de la boca

y una sed que en el agua del espejo

sacia su sed con una sed idéntica.

De qué noche despierto a esta desnuda

noche larga y cruel noche que ya no es noche

junto a tu cuerpo más muerto que muerto

que no es tu cuerpo ya sino su hueco

porque la ausencia de tu sueño ha matado a la muerte

y es tan grande mi frío que con un calor nuevo

abre mis ojos donde la sombra es más dura

y más clara y más luz que la luz misma

y resucita en mí lo que no ha sido

y es un dolor inesperado y aún más frío y más fuego

no ser sino la estatua que despierta

en la alcoba de un mundo en el que todo ha muerto.

 

Revista Contemporáneos

 

Publicada de 1926 a 1932, en su mayoría por poetas y ensayistas, para Monsiváis (2007) representó un ensayo notable de literatura y pensamiento modernos, que integró una vanguardia que para él no presumió de serlo, mostrando una voluntad obstinada de rigor literario. El grupo se integró con el poeta, crítico literario y dramaturgo Xavier Villaurrutia (1903-1950); el poeta, ensayista, dramaturgo e historiador Salvador Novo (1904-1974); el diplomático, novelista, ensayista y poeta Jaime Torres Bodet (1902-1974); el poeta, novelista y diplomático Gilberto Owen (1904-1952), el profesor, poeta y diplomático José Gorostiza (1901-1973), el poeta, museólogo y político Carlos Pellicer (1897-1977), el poeta y ensayista Jorge Cuesta (1903-1942), y el poeta y ensayista Bernardo Ortiz de Montellano (1899-1949), entre otros.

 

En su momento desconocidos fuera de México, señala Salazar Mallén (2005), se impondrían con sus obras sobre los males de lo que consideraban una cultura provinciana con su cursilería, falsa elocuencia, y convicción patriotera y localista.

 

Para ser considerados posteriormente como el grupo de poetas más valiosos de Hispanoamérica en el siglo XX, ya que estaban alertas a las novedades en filosofía, teatro, música, crítica y, en el caso de Jorge Cuesta (1903-1942), de ciencia; integrando un grupo preocupado por los movimientos culturales, frente al deprimente panorama ofrecido en su propio país.

Revista Contemporáneos

 

Desde su inicio, apunta Reverte (1986), estuvo atenta a lo mexicano, con artículos sobre actualidades del pensamiento, la literatura, pintura y música, además de difundir la obra de toda una generación de pintores mexicanos, con sus ilustraciones en la revista; como señala Bernal (2009), se llamaron un grupo sin grupo, con ironía y soberbia, frente a sus adversarios. Además de sus contribuciones literarias, con interés de algunos autores por el teatro, estuvieron atentos al desarrollo cultural y divulgaron las obras de los pintores: Roberto Montenegro (1887-1968), Rufino Tamayo (1899-1991), Julio Castellanos (1905-1947), Miguel Covarrubias (1904-1957), Manuel Rodríguez Lozano (1896-1971), María Izquierdo (1902-1955), Agustín Lazo (1896-1971), Carlos Mérida (1891-1984), Carlos Orozco Romero (1896-1984), y del fotógrafo Manuel Álvarez Bravo (1902-2002). Adicionalmente, con su propósito universalista, la revista acogía traducciones y artículos e ilustraciones de artistas europeos y norteamericanos, así como temas españoles e hispanoamericanos de vanguardia. Señala Durán (1989), que:

 

…no es de extrañar que los principales colaboradores de Contemporáneos trataran de mantenerse al margen de la política, y buscaran desesperadamente cualquier torre de marfil que los elevara por encima de un ambiente asfixiante, y terminaran por hallar refugio, muchos de ellos, en la diplomacia que los alejaría por algún tiempo del país.

 

Jose Gorostiza

Carlos Pellicer

Jorge Cuesta

Bernardo Ortiz de Montellano

 

A decir de Sheridan (1993), surgen en el contexto de un medio devastado por la Revolución, que les ha quebrantado y sumergido en el escepticismo, ante el fortalecimiento del militarismo y la demagogia nacionalista en el país. Este contexto dispersaría a los autores de generaciones anteriores a diversos exilios, por lo que se provocó una grave fractura en el proceso generacional, con un estancamiento cultural resultado de los conflictos bélicos. Por lo que procurarían, como discípulos de Alfonso Reyes y de López Velarde, recuperar la tradición poética hispánica opacada por la irrupción extranjerizante, con curiosidad por lo que sucedía en el mundo literario europeo y latinoamericano, que se vertió en los materiales de la revista.

 

El financiamiento de la revista procedió, de junio de 1928 a enero de 1929, del director del Departamento de Salubridad, Bernardo J. Gastélum (1886-1981), quien sería su director; posteriormente Gastélum y Jaime Torres Bodet (1902-1974) saldrían a Europa como diplomáticos, por lo que la revista sería dirigida por Bernardo Ortiz de Montellano (1899-1949), y el financiamiento provendría del Secretario Asistente de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Genaro Estrada (1887-1937). La desaparición de la revista, según Durán (1989), fue resultado directo de cambios en la administración y en la política, después del asesinato de Obregón; al respecto, Salvador Novo señaló:

Su repentina suspensión se debió a que simultáneamente ingresaron en el servicio diplomático los principales autores de su publicación y se alejaron de México.

 

Mientras que Ermilo Abreu Gómez la explica diciendo que:

…los cambios políticos dieron al traste con la revista. Ya no hubo dinero para sostenerla.

 

Para la década de los años de 1930 se radicalizará la poesía y la crítica literaria, lo que conducirá a la desbandada del grupo, el involucramiento sociopolítico de sus integrantes y su vuelco a la narrativa. Para Reverte (1986), tras la destitución de Vasconcelos como Secretario de Educación, en 1924, y su fracasado involucramiento en la política y su autoexilio, en 1929, cobra fuerza la tendencia cultural contraria, relacionada con el populismo y vinculada al socialismo, que predominaría en el país al amparo de los gobiernos revolucionarios, en especial por el de Lázaro Cárdenas, al finalizar la década de 1930.

 

Gilberto Owen Desvelo [1925]

Pureza

¿Nada de amor –¡de nada!– para mí?

Yo buscaba la frase con relieve, la palabra

hecha carne de alma, luz tangible,

y un rayo del sol último, en tanto hacía luz

el confuso piar de mis polluelos.

Ya para entonces se me había vuelto

el diálogo monótono,

y el río, Amor –el río: espejo que anda–,

llevaba mi mirada al mar sin mí.

¡Qué puro eco tuyo, de tu grito

hundido en el ocaso, Amor, la luna,

espejito celeste, poesía!

Carlos Pellicer Hora de junio [1937]

Poesía

Poesía, verdad, poema mío,

fuerza de amor que halló tus manos, lejos

en un vuelo de junios pulió espejos

y halló en la luz la palidez, el frío.

Yo rebosé los cántaros del río,

paré la luz en los remansos viejos,

di órdenes a todos los reflejos;

Junio perfecto dio su poderío.

Poesía, verdad de todo sueño,

nunca he sido de ti más corto dueño

que en este amor en cuyas nubes muero.

Huye de mí, conviérteme en tu olvido,

en el tiempo imposible, en el primero

de todos los recuerdos del olvido.

Carlos Pellicer Grupos de Palomas [1925] (Fragmento)

 

Xavier Villaurrutia Reflejos [1926]

Poesía

Eres la compañía con quien hablo

de pronto, a solas. Te forman las palabras

que salen del silencio

y del tanque de sueño en que me ahogo

libre hasta despertar.

Tu mano metálica

endurece la prisa de mi mano

y conduce la pluma

que traza en el papel su litoral.

Tu voz, hoz de eco,

es el rebote de mi voz en el muro,

y en tu piel de espejo

me estoy mirando mirarme por mil Argos,

por mí largos segundos.

Pero el menor ruido te ahuyenta

y te veo salir

por la puerta del libro

o por el atlas del techo,

por el tablero del piso,

o la página del espejo,

y me dejas

sin más pulso ni voz y sin más cara,

sin máscara como un hombre desnudo

en medio de una calle de miradas.

Jaime Torres Bodet Cripta [1937]

Poesía

¿Con qué invisible tinta

simpática te habían

escrito en mí las fechas

los sueños y las causas

–para que no te vieran

los ojos de los hombres–

reservado mensaje,

trémula poesía?

Yo me creía exento

del tiempo y del espacio,

eterno como el texto

de un pensamiento claro;

cuando empezó una llama

retórica a morderme

y vi, entre los renglones

que el fuego deshacía,

aparecer la firma

del Rey desesperado

que, desde un siglo muerto,

decreta mis acciones,

envenena mis odios

y poda mis enigmas.

Secreto codicilio

de un testamento falso,

verdad entre pudores,

confesión entre líneas.

¿Quién te escribió en mi pecho

con invisible tinta,

amor que sólo el fuego

revela cuando toca,

dolor que sólo puede

leerse entre cenizas,

decreto de qué sombra,

póstuma poesía?

 

Referencias


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