Programa de Cómputo para la Enseñanza: Cultura y Vida Cotidiana: 1940-1970

Historia de México II Tercera Unidad: Modernización Económica y Consolidación del Sistema Político 1940-1970

La música popular de 1940 a 1970

Abril de 2012

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El Rock y el Folklore Latinoamericano

 

La música de rock se comenzó a difundir en nuestro país en el ambiente de los centros nocturnos, como señalan Paredes y Blanc (2010), al finalizar la década de los años de 1950; al intercalarse su interpretación con la de los boleros, mambos y chachachás por vedettes como Gloria Ríos (Relojito [Rock around the clock]) y jazzistas como Chilo Morán (clip de la película Los chiflados del Rock) y Pablo Beltrán Ruiz (Tijuana); mientras que, por su parte, los jóvenes integrarían particulares formas de vestimenta, baile, e incluso de habla, al difundirse este tipo de música.

 

Apuntan Paredes y Blanc (2010), que estas formas diferenciales de apreciación del género musical contribuyó a la incubación de un conflicto generacional, entre los adultos que veían en él una música bailable más, que se agregaba a sus formas de esparcimiento; la cual incluso podía hasta expresarse en formas de rock ranchero, como la canción Los ojos de Pancha, grabada en 1957 por Eulalio González Piporro.

 

Tomás La Negrita Rodríguez, Leo Acosta, Gloria Ríos, Enrique El Jeep Almanza, Mario Patrón y Cecilio Chilo Morán en 1956

Los Lunáticos: Sergio Bustamante (voz), José Luis Arcaraz (piano), Vicente Martínez El vitaminas (batería), y Fernando Cataño (bajo)

Primer LP de Los Locos del Ritmo

 

Mientras que los jóvenes veían en estas melodías lo que consideraban la expresión de una particular forma de vida, por medio de la cual pretendían enunciar ciertas formas de rebeldía para desafiar la autoridad patriarcal; con acciones tan inocentes como asistir a cafeterías de clase media de la época, como los Kikos, en cuyas rockolas escuchaban los éxitos del momento, o asistir a tardeadas estudiantiles realizadas en escuelas o en salones de fiestas de la colonia Narvarte de la ciudad de México, como el Riviera y el Maxim’s. Lo que daría lugar, por la demanda que generarían, a la formación de específicos grupos musicales del rock mexicano, entre 1958 y 1959, como Los Rebeldes del Rock (Melodía de amor) y Los Locos del Ritmo (Yo no soy rebelde).

 

En sus inicios, el rock enfrentó para su difusión en nuestro país la oposición gubernamental desde la presidencia de la República, que se apoyaba en la opinión pública, por los elementos de rebeldía que se asociaban con estas formas culturales; las cuales se consideraba afectaban el nacionalismo y la autoridad familiar tradicional, mientras las compañías disqueras, las principales radiodifusoras y los sindicatos de músicos, con grandes intereses en la difusión de la música tradicional mexicana, buscaban impedir la competencia por la posible penetración en el mercado de los artistas extranjeros.

 

Relojito [Rock around the clock] con Gloria Rios

Tijuana con Pablo Beltrán Ruiz y su Orquesta

Los ojos de Pancha con Eulalio González Piporro

Melodia de Amor con Los Rebeldes del Rock

Yo no soy rebelde con Los Locos del Ritmo

Los Camisas Negras en 1960, con Cesar Costa

Los Rebeldes del Rock con Johnny Laboriel

Los Teen Tops con Enrique Guzmán

 

Este bloqueo daría impulso al desarrollo de versiones criollas, que difundieron versiones en español de los originales en lengua inglesa, mediante grabaciones aparecidas al inicio de la década de los años de 1960; como La batalla de Jericó, de los Black Jeans (posteriormente Camisas Negras), con su cantante Cesar Costa y las versiones de Hiedra venenosa y el Rock del angelito de Los Rebeldes del Rock, con su cantante Johnny Laboriel, a las que seguirían La plaga, Popotitos y El rock de la cárcel en versiones de Los Teen Tops y su cantante Enrique Guzmán, o Yo no soy un rebelde de Los Locos del Ritmo, entre otras; modalidad que pronto generaría seguidores en España y Argentina.

 

Estas versiones, generadas para un público juvenil estudiantil urbano de clase media, al decir de Paredes y Blanc (2010), sufrieron de baja calidad técnica por los rudimentarios equipos de sonido y la dificultad para conseguir instrumentos importados, como las guitarras eléctricas, además de que las letras de las canciones estaban adaptadas a la neutralidad ideológica que se buscaba transmitir al público al que era dirigido, bajo la supervisión de las propias compañías discográficas en pleno auge del desarrollo estabilizador y su nacionalismo.

 

Lo que posibilitó que también fuera aceptado en la naciente televisión de la época, en programas de 1961 como Premier Orfeón, donde actuaban grupos como Los Rockin Devil's [Hey Lupe]; con lo que se multiplicaron los interpretes solistas del género al abandonar los grupos musicales que los habían lanzado; así surgieron Cesar Costa, Johnny Laboriel y Enrique Guzmán, a los que se sumaron otros como Manolo Muñoz, separado de Los Gibson Boys, o Julissa del Llano Macedo de Los Spitfires [No tengo edad].

 

Hiedra Venenosa con Los Rebeldes del Rock

La Plaga con Los Teen Tops

Popotitos con Los Teen Tops

Hey Lupe con Los Rockin Devil's

No tengo edad con Julissa

Los Gibson Boys con Manolo Muñoz

 

Los Spitfires con Julissa

 

Angélica María

 

Alberto Vázquez

 

Esto conduciría a impulsar modalidades musicales del rock con un ritmo más lento y aceptable para el gran público mexicano, las llamadas baladas, que no requerían de los movimientos de cadera al bailarlas, lo que había representado uno de los principales rechazos por las pautas conductuales de la época, al ser considerados que favorecían actitudes afeminadas.

 

Para mitad de la década de los años de 1960 estas versiones dominaron en el gusto popular, y limitaron la existencia de los grupos rockeros mexicanos originales, que llevaron incluso a la industria del espectáculo a crear un tipo de cine juvenil soso, de amplio arraigo en el público y que proyectó a sus principales cantantes, a los que se adicionaron Angélica María (Yo que no vivo sin ti) y Alberto Vázquez (Uno de tantos); películas en donde se trataban lo que se consideraba conformaban los problemas y riesgos de la juventud que vivía bajo el influjo de estos ritmos, y el natural sufrimiento de sus padres ante estas desviaciones de las conductas que tradicionalmente se esperaba de ellos. Situaciones que en la vida real llegaron a afectar incluso a la familia presidencial de Gustavo Díaz Ordaz, por la conflictiva vida juvenil de su hijo Alfredo Díaz Borja.

 

 

Javier y Baby Batiz

De acuerdo con Paredes y Blanc (2010: 404-409), los días estaban contados para estas versiones criollas por la proyección mundial del rock con influencia inglesa, principalmente por las creaciones de los Beatles y los Rolling Stones; por lo que se multiplicaron nuevos grupos musicales de este tipo de música en México, la así llamada Onda Chicana.

 

Formados ahora en regiones del norte del país, guardaban más fidelidad a las nuevas corrientes internacionales, al interpretar las melodías en idioma inglés, como los Dug Dugs (World of love) y los Tijuana Five (Ya nunca mas); además de propiciarse la aparición de nuevos intérpretes, más apegados a las tendencias extranjeras, como el guitarrista Javier Bátiz (Moon Flower).

 

Esta situación también influyó para que diversos músicos emigraran hacia los Estados Unidos, como Olaf de la Barrera y Fito de la Parra, quienes se incorporaron al grupo californiano Canned Heat (Going up the country), mientras Carlos Santana (Soul sacrifice) iniciaba una larga migración desde Autlán, Jalisco hacia Tijuana, y luego a la nación norteamericana, para influir con sus aires latinos al rock en su país de origen.

 

La última versión de la época, para los decadentes mercados comerciales del rock en la televisión y el cine, fue impulsado en México por otro grupo norteño, los Rockin’ Devils, quienes desarrollaron el llamado Ritmo a go-go, con temas como Bule Bule.

 

World of love [Mundo de amor] con Los Dug Dug's

Ya nunca más con Los Tijuana Five

Moon Flower con Javier Batiz

Going up the country con Canned Heat [Olaf de la Barrera y Fito de la Parra]

Soul Sacrifice con Carlos Santana

Los Dug Dugs

 

Los Tijuana Five

Canned Heat con Fito de la Parra

Carlos Santana

 

Una particular importación musical de esas épocas, de amplia difusión urbana en el México de los años de las décadas de 1960 y 1970, señala Ortiz (2010: 302-303), correspondió a diversos tipos de desarrollos de formas musicales tomadas del folklore latinoamericano, en especial sudamericano, como respuesta al contexto represivo que vivían sus países con las dictaduras militares y como expresiones de protesta contra las injusticias existentes; estas formas musicales llegaron a nuestro país con los refugiados políticos y sus obras ejercieron influencia entre la juventud politizada de esa época, además de adicionarse a la importante difusión que tenía la trova cubana en México, impulsada con la Revolución Cubana, que permitió a las nuevas generaciones una revaloración de la música desarrollada en el país con la Revolución Mexicana, con los corridos y la diversidad de expresiones rurales regionales tradicionales, como no se había visto desde los años de las décadas de 1920 y 1930 con el nacionalismo posrevolucionario.

 

La paloma con Los Folkloristas

Para amar en tiempos de guerra con Amparo Ochoa

La maldición de la Malinche con Gabino Palomares

El breve espacio con Tania Libertad

Los Folkloristas

Amparo Ochoa

 

Gabino Palomares

Tania Libertad

 

Referencias


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Ejercicios de autoevaluación:

Identificación de autores, características y estilos musicales

Reconocimiento de melodías a partir de sus autores, características y estilos musicales

 

 

Trabajo de investigación a realizar fuera del aula