Logo2011b.jpg
La música popular de 1940 a 1970
Con un click podrás consultar el texto
Insurgentes.jpg

Relación de Columnas

Coloca el cursor en cada recuadro del lado derecho, selecciona el personaje o asunto que se relaciona con los elementos descritos en la columna del lado izquierdo. Al terminar presiona el botón REVISAR, para conocer tus aciertos.
Durante los años de la década de 1940 se fortaleció este particular género musical, en el creciente contexto urbano, que se separa de las principales formas de la música tradicional mexicana, y en especial del espíritu narrativo del “corrido” y otras formas regionales de música popular, que se habían impuesto como expresión de la influencia del proceso revolucionario y del desarrollo del nacionalismo
Constituyó el inicial acompañamiento de la nueva vertiente de música popular de supuesto ambiente campirano, que incorporó formas de monólogos desesperados que al principio discurrieron con en tono bronco o melancólico, en la forma de melodías festivas que difundían emotivos estados de ánimo
Autores de música clásica que utilizó temas de la canción ranchera, en obras como “Sones de mariachi” o “Huapango”, que de tanto repetirse en los eventos oficiales gubernamentales del proyecto modernizador estatista, fueron aceptadas por la población como versiones secundarias del Himno Nacional
Cantantes que sobresalieron en el nuevo formato musical de tipo campirano, a finales de la década de 1930, con interpretaciones del arrabal y del campo legendario como “¡Ay Jalisco no te rajes!” y “Adiós Mariquita linda”
Sus interpretaciones de música ranchera llegarían a convertirse en elementos culturales exportables, en canciones como “Los laureles” y “Échame a mi la culpa”
En las composiciones de estos autores se renovó la música ranchera, con canciones como “Ella” y “Cucurrucucú paloma” de 1954, en un contexto de reciente estimación de la vida urbana y la modernidad, en donde se abandonan los temas campiranos anteriores para incluir otros sobre el desencanto o fracaso que la vida y el amor trae a las personas
Este género musical se multiplicaría dentro de la cultura popular mexicana de la modernidad, a partir del danzón, el “vals de los pobres”, que se difundió en los salones de baile de la capital como el “Salón México”, inaugurado en 1920, lo que inició la difusión en nuestro país de estos establecimientos
Estas nuevas expresiones musicales de origen caribeño se generalizaron en la música popular urbana de la época, en un contexto de crecimiento demográfico con profusión de salones de baile y cabarets, acompañando el cambio de costumbres con una renovada sexualidad citadina que humanizó incluso a las prostitutas y multiplicó las manifestaciones del amor libre, donde estaba de más la timidez y las limitaciones sentimentales, sin que los ataques a este género musical, que se consideraba libertino, pudieran detener su propagación en los hogares
Los boleros, junto con la música tropical y las nuevas formas que adoptó la ranchera, que se oían en el teatro frívolo, la radio, el cine, la vida nocturna de los cabarets y posteriormente en la televisión, integraron esta nueva cultura popular musical urbana, que acompañó incluso a los migrantes hacia los Estados Unidos
Las emociones que pregonaban los boleros, la música tropical y la ranchera a este naciente e importante grupo social, por su fácil interpretación y reproducción que incluso brindaba romanticismo a este sector social, hicieron que se asimilaran con rapidez a la vida doméstica que era penetrada por la radio y luego por la televisión, al mismo tiempo que lo incorporaba a la pregonada modernidad mediante los anuncios de detergentes y otros artículos
Grupo formado en Nueva York, en 1944, para convertirse en uno de los grandes intérpretes de boleros en las ciudades latinoamericanas, cuando las más populares interpretaciones de boleros quedaron en manos de grupos musicales de tres integrantes que, con guitarras y maracas, difundieron las mejores obras del género y cuyos estilos característicos podían fácilmente copiarse por sus admiradores, sin mayores requerimientos profesionales musicales
Los tríos, y los boleros que interpretaban, impulsaron estas particulares versiones del cortejo amoroso y las decepciones que generaba al lograr una amplia difusión entre los numerosos grupos urbanos, quienes reproducían sus canciones en serenatas, practicaban sus interpretaciones en los lugares de trabajo y azoteas, o escuchaban sus reproducciones en rockolas en cantinas, restaurantes o cafés de chinos en los años de 1950-1960
La música de bolero se continuó en este género, como nueva respuesta a las melosas interpretaciones de los solistas de cabaret y el amaneramiento de los tríos, con expresiones más acordes con el tipo de “macho mexicano” y cuyos mejores exponentes serían Pedro Infante (“No volveré”), Cuco Sánchez (“Anillo de compromiso”) y Javier Solís (“Sombras”), en épocas recientes Vicente Fernández (“Perdón”) y Juan Gabriel (“Te voy a olvidar”)
Esta música, de origen norteamericano, se comenzó a difundir en nuestro país en el ambiente de los centros nocturnos al finalizar la década de 1950, al intercalarse su interpretación con la de los boleros, mambos y chachachás por vedettes como Gloria Ríos (“Relojito” [“Rock around the clock”]), jazzistas como Chilo Morán y directores de orquesta como Pablo Beltrán Ruiz (“Tijuana”)
Esta canción que expresaba una forma de “rock ranchero”, grabada en 1957 por Eulalio González “Piporro”, contribuyó a la incubación de un conflicto generacional en torno a las formas diferenciales de apreciación del Rock and Roll, ya que los jóvenes integraron particulares formas de vestimenta, baile, e incluso habla, mientras que los adultos veían en él una música bailable más, que se agregaba a sus formas de esparcimiento
La demanda de nuevas formas musicales juveniles daría lugar a la formación de estos específicos grupos musicales del rock mexicano, entre 1958 y 1959, quienes grabarían melodías de su propia inspiración, “Melodía de amor” o “Yo no soy rebelde” y múltiples covers, para satisfacer una demanda que se inició en tardeadas estudiantiles realizadas en escuelas o en salones de fiestas de la colonia Narvarte de la ciudad de México, como el “Riviera” y el “Maxim’s”
En sus inicios el rock enfrentó esta particular oposición para su difusión en México, que se apoyaba en la opinión pública por los elementos de rebeldía que se asociaban con estas formas culturales, las cuales se consideraba afectaban el nacionalismo y la autoridad familiar tradicional, mientras las compañías disqueras, las principales radiodifusoras y los sindicatos de músicos, con grandes intereses en la difusión de la música tradicional mexicana, buscaban impedir la competencia por la posible penetración en el mercado de los artistas extranjeros
Las diversas versiones del Rock mexicano fueron de baja calidad técnica por la imposibilidad de conseguir estos materiales importados, a lo que se adicionó la imposición de una neutralidad ideológica en las letras de las canciones por las propias compañías discográficas, en pleno auge del desarrollo estabilizador y su nacionalismo
Este medio de difusión impulsó la difusión del Rock nacional, a partir de 1961, con lo que se multiplicaron los interpretes solistas del género al abandonar los grupos musicales que los habían lanzado; así surgieron Cesar Costa, Johnny Laboriel, Enrique Guzmán, Manolo Muñoz o Julissa del Llano Macedo
Se multiplicaron estos nuevos grupos musicales de la así llamada “Onda Chicana”, con la influencia en México de grupos como los “Beatles” y los “Rolling Stones”, por lo que acabarían las versiones criollas del rock nacional con covers de baladas, cantadas por los cantantes que impulsó la TV