Programa de Cómputo para la Enseñanza: Cultura y Vida Cotidiana: 1940-1970

Historia de México II Tercera Unidad: Modernización Económica y Consolidación del Sistema Político 1940-1970

La producción literaria de 1940 a 1970

Abril de 2012

 

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Antecedentes

 

El Modernismo estableció la primera influencia literaria del siglo XX, con la Revista Moderna de México (1903-1911); que tuvo su continuidad con los planteamientos literarios y filosóficos del Ateneo de la Juventud (1909); cuyos representantes buscaban romper el cerco intelectual que el Positivismo había impuesto en los estudios superiores de México y, al decir de Reverte (1986), ...la imitación servil de Francia. Sus integrantes volcaron su interés por la cultura humanística, mostraron un profundo americanismo con conocimiento y estudio de la cultura mexicana, además de una pasión por la cultura clásica y el pensamiento universal.

 

De 1890 a 1920, según Pedro Henríquez Ureña (1949), los intelectuales abandonaron la política y los hombres de letras se convirtieron en periodistas o en maestros. Significativa fue la contribución a la cultura en esta época de José Vasconcelos (1882-1958), al dirigir la Universidad Nacional y como primer Secretario de Educación Pública del país, al inicio de la década de 1920; quien destacó por su prosa narrativa de estilo oratorio en sus ensayos y como un autobiógrafo excepcional, para después ser considerado como el gran educador latinoamericano.

Adolfo de la Huerta, Vasconcelos y Diego Rivera

 

José Vasconcelos La Raza Cósmica [1925] (fragmento)

Si, pues, somos antiguos geológicamente y también en lo que respecta a la tradición, ¿cómo podremos seguir aceptando esta ficción inventada por nuestros padres europeos, de la novedad de un continente, que existía desde antes de que apareciese la tierra de donde procedían descubridores y reconquistadores?

La cuestión tiene una importancia enorme para quienes se empeñan en buscar un plan en la Historia. La comprobación de la gran antigüedad de nuestro continente parecerá ociosa a los que no miran en los sucesos sino una cadena fatal de repeticiones sin objeto. Con pereza contemplaríamos la obra de la civilización contemporánea, si los palacios toltecas no nos dijesen otra cosa que las civilizaciones pasan, sin dejar más fruto que unas cuantas piedras labradas puestas unas sobre otras, o formando techumbre de bóveda arqueada, o de dos superficies que se encuentran en ángulo. ¿A qué volver a comenzar, si dentro de cuatro o cinco mil años otros nuevos emigrantes divertirán sus ocios cavilando sobre los restos de nuestra trivial arquitectura contemporánea? La historia científica se confunde y deja sin respuesta todas estas cavilaciones. La historia empírica, enferma de miopía, se pierde en el detalle, pero no acierta a determinar un solo antecedente de los tiempos históricos. Huye de las conclusiones generales, de las hipótesis trascendentales, pero cae en la puerilidad de la descripción de los utensilios y de los índices cefálicos y tantos otros pormenores, meramente externos, que carecen de importancia si se les desliga de una teoría vasta y comprensiva.

Sólo un salto del espíritu, nutrido de datos, podrá darnos una visión que nos levante por encima de la microideología del especialista. Sondeamos entonces en el conjunto de los sucesos para descubrir en ellos una dirección, un ritmo y un propósito. Y justamente allí donde nada descubre el analista, el sintetizador y el creador se iluminan.

Ensayemos, pues, explicaciones, no con fantasía de novelista, pero sí con una intuición que se apoya en los datos de la historia y la ciencia.

La raza que hemos convenido en llamar atlántida prosperó y decayó en América. Después de un extraordinario florecimiento, tras de cumplir su ciclo, terminada su misión particular, entró en silencio y fue decayendo hasta quedar reducida a los menguados Imperios azteca e inca, indignos totalmente de la antigua y superior cultura. Al decaer los atlantes la civilización intensa se trasladó a otros sitios y cambió de estirpes; deslumbró en Egipto; se ensanchó en la India y en Grecia injertando en razas nuevas. El ario, mezclándose con los dravidios, produjo el Indostán, y a la vez, mediante otras mezclas, creó la cultura helénica. En Grecia se funda el desarrollo de la civilización occidental o europea, la civilización blanca, que al expandirse llegó hasta las playas olvidadas del continente americano para consumar una obra de recivilización y repoblación. Tenemos entonces las cuatro etapas y los cuatro troncos: el negro, el indio, el mongol y el blanco. Este último, después de organizarse en Europa, se ha convertido en invasor del mundo, y se ha creído llamado a predominar lo mismo que lo creyeron las razas anteriores, cada una en la época de su poderío. Es claro que el predominio del blanco será también temporal, pero su misión es diferente de la de sus predecesores; su misión es servir de puente. El blanco ha puesto al mundo en situación de que todos los tipos y todas las culturas puedan fundirse. La civilización conquistada por los blancos, organizada por nuestra época, ha puesto las bases materiales y morales para la unión de todos los hombres en una quinta raza universal, fruto de las anteriores y superación de todo lo pasado.

La cultura del blanco es emigradora; pero no fue Europa en conjunto la encargada de iniciar la reincorporación del mundo rojo a las modalidades de la cultura preuniversal, representada, desde hace siglos, por el blanco. La misión trascendental correspondió a las dos ramas más audaces de la familia europea; a los dos tipos humanos más fuertes y más disímiles: el español y el inglés.

 

A la desorganización del Ateneo, generada por divisiones políticas entre sus integrantes durante el gobierno de Madero, fue significativa la obra realizada años después por la Sociedad de Conferencias y Conciertos, para impulsar la vida cultural de esos tiempos; creada en 1916 por la llamada generación de los Siete Sabios: Antonio Caso (1896-1970), Antonio Castro Leal (1896-1981), Vicente Lombardo Toledano (1894-1968), Manuel Gómez Morín (1897-1972), Alberto Vázquez del Mercado (1893-1980), Teófilo Olea y Leyva (1895-1956) y Jesús Moreno Baca (¿-1926), quienes intervinieron posteriormente sobre la nueva realidad que impuso la Revolución y actuaron como dirigentes académicos, funcionarios públicos, jueces, ministros o líderes políticos.

 

Otros autores contemporáneos se dedicaron a la crítica literaria y el ensayo, como Francisco Monterde (1894-1985); Julio Jiménez Rueda (1896-1960) al teatro y la novela colonialista, al igual que Ermilo Abreu Gómez (1894-1975) y Artemio de Valle Arizpe (1884-1961); mientras Manuel Toussaint (1890-1950) se orientó hacia los ensayos de crítica de arte, sobre todo de tema colonial.

 

Artemio De Valle Arizpe [1936], "La Llorona", en: Cuentos del México antiguo. Historias de vivos y muertos. Leyendas, tradiciones y sucedidos del México virreinal (fragmento)

En el México colonial y aún en la actualidad, la Llorona es una mujer que se aparece en la noche, a veces en las encrucijadas de los caminos, con cabello largo y vestida de blanco, llamando con fuertes llantos y aterradores lamentos a sus hijos.

Yólotl González Torres, Diccionario de mitología y religión de Mesoamérica [Rivas Helena (2003), "La Llorona o la deseperanza de un pueblo", en: Razón y Palabra, junio-julio, http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n33/hrivas.html]

…Una mujer, envuelta en un flotante vestido blanco y con el rostro cubierto con velo levísimo que revoleaba en torno suyo al fino soplo del viento, cruzaba con lentitud parsimoniosa por varias calles y plazas de la ciudad, unas noches por unas, y otras, por distintas; alzaba los brazos con desesperada angustia, los retorcía en el aire y lanzaba aquel trémulo grito que metía pavuras en todos los pechos. Ese tristísimo ¡ay! Levantábase ondulante y clamoroso en el silencio de la noche, y luego que se desvanecía con su cohorte de ecos lejanos, se volvían a alzar los gemidos en la quietud nocturna, y eran tales que desalentaban cualquier osadía.

Así, por una calle y luego por otra, rodeaba las plazas y plazuelas, explayando el raudal de sus gemidos; y, al final, iba a rematar con el grito más doliente, más cargado de aflicción, en la Plaza Mayor, toda en quietud y en sombras. Allí se arrodillaba esa mujer misteriosa, vuelta hacia el oriente; inclinábase como besando el suelo y lloraba con grandes ansias, poniendo su ignorado dolor en un alarido largo y penetrante; después se iba ya en silencio, despaciosamente, hasta que llegaba al lago, y en sus orillas se perdía; deshacíase en el aire como una vaga niebla, o se sumergía en las aguas (…)No sólo por la ciudad de México andaba esta mujer extraña, sino que se la veía en varias ciudades del reino. Atravesaba, blanca y doliente, por los campos solitarios; ante su presencia se espantaba el ganado, corría a la desbandada como si lo persiguiesen; a lo largo de los caminos llenos de luna, pasaba su grito; escuchábase su quejumbre lastimera entre el vasto rumor del mar de los árboles de los bosques; se la miraba cruzar, llena de desesperación, por la aridez de los cerros, la habían visto echada al pie de las cruces que se alzaban en las montañas y senderos; caminaba por veredas desviadas, y sentábase en una peña a sollozar; salía misteriosa de las grutas, de las cuevas en que vivían las feroces animalias del monte; caminaba lenta por las orillas de los ríos, sumando sus gemidos con el rumor sin fin de las aguas…

México, Editorial Porrúa, [1999], pp. 125-128

 

Antonio Castro Leal

Artemio del Valle Arizpe

Manuel Toussaint y Ritter

José Juan Tablada

 

La poesía modernista se renovó con la obra de José Juan Tablada (1871-1945) y Ramón López Velarde (1888-1921); este último descubriría la provincia con sus poemas y, para algunos, marcaría la transición entre el modernismo y las nuevas vanguardias.

 

Ramón López Velarde Suave Patria (1921) [Fragmento]

Suave Patria: en tu tórrido festín

luces policromías de delfín,

y con tu pelo rubio se desposa

el alma, equilibrista chuparrosa,

y a tus dos trenzas de tabaco, sabe

ofrendar aguamiel toda mi briosa

raza de bailadores de jarabe.

 

José Juan Tablada Las prostitutas... [Intersecciones 1924]

Las prostitutas

Ángeles de la Guarda

de las tímidas vírgenes;

ellas detienen la embestida

de los demonios y sobre el burdel

se levantan las casas de cristal

donde sueñan las niñas...

 

Esta renovación del modernismo, de acuerdo con Martínez (1949), también fue obra de otro grupo vanguardista; que integraron, de 1922 a 1927, lo que se ha llamado la corriente estridentista, a través de sus obras publicadas en las revistas Actual, Irradiador y Horizonte. El estridentismo rescató matices del futurismo italiano que buscaba romper con la tradición, el pasado y los signos convencionales. Consideraba como elementos principales a la poesía, el valor, la audacia y la revolución; exaltaba lo sensual, nacional y guerrero, la adoración de la máquina y el retrato de la realidad en movimiento. Por lo que promovió una devoción a la tecnología y el movimiento existente en las urbes; el cual hizo su aparición en la posrevolución mexicana, durante los gobiernos de los sonorenses Álvaro Obregón y Plutarco E. Calles, en la década de los años de 1920.

 

Germán List Arzubide Esquina [1923] (Fragmento)

Para hablar en inglés es necesario

cortarse la mitad de la lengua.

Los teléfonos sordomudos

han aprendido a hablar por señas.

¿Quién halará los cables

que arrastran los eléctricos?

La oratoria es el arte de saquear los bolsillos

y el recuerdo se vende de papel recortado

el trabajo es un grito amarillo

¿será un juego de bolsa lo del tiempo barato?

 

Sus autores fueron los poetas Germán List Arzubide (1898-1998), Salvador Gallardo (1893-1981), Luis Quintanilla (1900?-1980) y Arqueles Vela (1899?-1977), quien destacó también con sus ensayos. Participaron del movimiento otros artistas como el grabador Leopoldo Méndez (1902-1969), el pintor e ilustrador Ramón Alva de la Canal (1892-1985), el escultor Germán Cueto (1883-1975) y el muralista Fermín Revueltas (1901-1935); recibieron apoyos, en 1925, del gobernador de Veracruz, Heriberto Jara, en momentos del desarrollo del cubismo y el dadaísmo en Europa.

 

El grupo se declaró en contra del tradicionalismo y costumbrismo, según Ángeles Vázquez (2005c), señalando que la poesía había sido prostituida por el gobierno y el nacionalismo bajo la consigna de: Viva el mole de guajolote y Chopin a la silla eléctrica. Estos artistas buscaron ilustrar las posibilidades poéticas de lo mecánico y el valor del tema social en la poesía, como movimiento de síntesis de las corrientes europeas, en contra del tradicionalismo poético vigente.

Germán List Arzubide, Ramón Alva de la Canal, Maples Arce, Leopoldo Méndez y Arqueles Vela [1925]

 

Luis Quintanilla (Kyn-tanilla) Farniente [1928] (Fragmento)

Sólo el artista puede ver el

mundo

sin anteojos.

La ciencia nos hará dioses

pobres hombres rebelados

audaces ladrones del fruto prohibido.

¿Comprendéis

por qué los tiranos guardaban el árbol?

Ningún pájaro sube más alto que el aeroplano

creación del hombre

y los trasatlánticos son más grandes que las ballenas

creación de dios.

 

Por esas épocas Salvador Novo (1904-1974) promovería la revista Ulises, de 1927 a 1928, tomando el título de la novela de James Joyce publicada en 1922; que al decir de Ángeles Vázquez (2005a), afianzaría el conocimiento de la vanguardia europea, divulgando a los escritores franceses André Gide, Paul Valéry, Paul Morand, Max Jacob, Marcel Jouhandeau y otros autores de habla inglesa como el mismo Joyce, Carl Sandburg y John Dos Passos; además de fundar el Teatro Ulises, como parte de sus esfuerzos en divulgar la cultura. Antonieta Rivas Mercado (1900-1931) sería la figura femenina del proyecto, al emprender el apoyo a diferentes disciplinas artísticas, como la pintura, el teatro y la reseña de textos.

 

Salvador Novo [ca. 1930]

Xavier Villaurrutia [ca. 1930]

Gilberto Owen [ca. 1930]

Jaime Torres Bodet [ca. 1930]

 

Salvador Novo Viaje [1925] (Fragmento)

Los nopales nos sacan la lengua

pero los maizales por estaturas

con su copetito mal rapado

y su cuaderno debajo del brazo

nos saludan con sus mangas rotas.

Los magueyes hacen gimnasia sueca

de quinientos en fondo

y el sol -policía secreto-

(tira la piedra y esconde la mano)

denuncia nuestra fuga ridícula

en la linterna mágica del prado.

A la noche nos vengaremos

encendiendo nuestros faroles

y echando por tierra los bosques.

Alguno que otro árbol

quiere dar clase de filología.

Las nubes inspectoras de monumentos

sacuden las maquetas de los montes.

¿Quién quiere jugar tenis con nopales y tunas

sobre la red de los telégrafos?

Tomaremos más tarde un baño ruso,

en el jacal perdido de la sierra

nos bastará un duchazo de arco iris

nos secaremos con algún stratus.

Veinte Poemas

 

Xavier Villaurrutia Nocturno amor A Manuel Rodríguez Lozano [1933] (Fragmento)

El que nada se oye en esta alberca de sombra

no sé cómo mis brazos no se hieren

en tu respiración sigo la angustia del crimen

y caes en la red que tiende el sueño.

Guardas el nombre de tu cómplice en los ojos

pero encuentro tus párpados más duros que el silencio

y antes que compartirlo matarías el goce

de entregarte en el sueño con los ojos cerrados

sufro al sentir la dicha con que tu cuerpo busca

el cuerpo que te vence más que el sueño

y comparo la fiebre de tus manos

con mis manos de hielo

y el temblor de tus sienes con mi pulso perdido

y el yeso de mis muslos con la piel de los tuyos

que la sombra corroe con su lepra incurable

Nocturnos

 

Este sería el campo donde floreció el grupo de los Contemporáneos (1928-1931); que, como señala Bernal (2009), se llamaron un grupo sin grupo, con ironía y soberbia, frente a sus adversarios. Además de sus contribuciones literarias, con interés de algunos autores por el teatro, estuvieron atentos al desarrollo cultural y divulgaron las obras de los pintores: Roberto Montenegro (1887-1968), Rufino Tamayo (1899-1991), Julio Castellanos (1905-1947), Miguel Covarrubias (1904-1957), Manuel Rodríguez Lozano (1896-1971), María Izquierdo (1902-1955), Agustín Lazo (1896-1971), Carlos Mérida (1891-1984), Carlos Orozco Romero (1896-1984), y del fotógrafo Manuel Álvarez Bravo (1902-2002).

 

El grupo se integró con el poeta, crítico literario y dramaturgo Xavier Villaurrutia (1903-1950); el poeta, ensayista, dramaturgo e historiador Salvador Novo (1904-1974); el diplomático, novelista, ensayista y poeta Jaime Torres Bodet (1902-1974); el poeta, novelista y diplomático Gilberto Owen (1904-1952), el profesor, poeta y diplomático José Gorostiza (1901-1973), el poeta, museólogo y político Carlos Pellicer (1897-1977), el poeta y ensayista Jorge Cuesta (1903-1942), y el poeta y ensayista Bernardo Ortiz de Montellano (1899-1949), entre otros.

 

José Gorostiza

Carlos Pellicer

Jorge Cuesta

Bernardo Ortiz de Montellano

 

Acostumbrados a admitir el prestigio internacional de publicaciones como Le Mercure de France y la N.R.F., el éxito de una revista española -la de Occidente- nos había hecho reflexionar sobre la conveniencia de imprimir en nuestro país un órgano literario estricto y bien presentado. Estimábamos las cualidades de algunas revistas latinoamericanas, en las cuales -a veces- colaborábamos. Sin embargo, el eclecticismo de Nosotros, de Buenos Aires, nos parecía demasiado complaciente. Atenea, de Chile, adolecía -a nuestro juicio- de un tono un tanto dogmático. Quedaban, en La Habana, la tribuna del grupo Avance y, en Costa Rica, el heroico Repertorio de García Monge. Pero ¿no había acaso lugar, en México, para una revista distinta, que procurase establecer un contacto entre las realizaciones europeas y las promesas americanas?

Jaime Torres Bodet, Tiempo de arena [Obras escogidas de Jaime Torres Bodet, México, F.C.E., 1983, p. 331]

 

Que al decir de Sheridan (1993), surgen en el contexto de un medio devastado por la Revolución, que les ha quebrantado y sumergido en el escepticismo, ante el fortalecimiento del militarismo y la demagogia nacionalista en el país. Este contexto dispersaría a los autores de generaciones anteriores a diversos exilios, por lo que se provocó una grave fractura en el proceso generacional, con un estancamiento cultural resultado de los conflictos bélicos. Por lo que procurarían, como discípulos de Alfonso Reyes y de López Velarde, recuperar la tradición poética hispánica, opacada por la irrupción galicista, con curiosidad por lo que sucedía en el mundo literario europeo y latinoamericano, que se vertió en los materiales de la revista.

 

Para la década de los años de 1930 se radicalizará la poesía y la crítica literaria, que conducirá a la desbandada del grupo, el involucramiento sociopolítico de sus integrantes y su vuelco a la narrativa. Para Reverte (1986), tras la destitución de Vasconcelos como Secretario de Educación, en 1924, y su fracasado involucramiento en la política y su autoexilio, en 1929, cobra fuerza la tendencia cultural contraria, relacionada con el populismo y vinculada al socialismo, que predominaría en el país al amparo de los gobiernos revolucionarios, en especial por el de Lázaro Cárdenas, al finalizar la década de 1930.

 

Los integrantes del Ateneo habían tenido por característica la de haber participado más o menos intensamente en las luchas políticas de la Revolución. Nosotros éramos entonces de muy corta edad, por tanto, no hemos participado en ella sino -algunos de nosotros- en el desenvolvimiento posterior a que se la ha llevado.

Nuestra misión más importante fue la de poner en contacto, en circulación, a México con lo universal. Tratamos de dar a conocer las manifestaciones contemporáneas del arte; de abrir el camino para el conocimiento de las literaturas extranjeras.

José Luis Martínez (1940), "Entrevista con Xavier Villaurrutia", en: Tierra nueva, año I, No. 2, marzo-abril, p. 75.

 

 

Una particular obra de esta época, que sin duda impactará en las generaciones venideras, corresponde al ensayo de Samuel Ramos (1897-1959) El perfil del hombre y la cultura en México (1934). Escrito en el contexto del nacionalismo propugnado durante la posrevolución, que se expresó en una síntesis histórica, además de grandes obras literarias, pictóricas, escultóricas y filosóficas. El trabajo diverge de la posición universalista sostenida por el grupo Contemporáneos, ya que Ramos propone que el ser del mexicano, y lo que consideraría como mexicanidad, muestran inmadurez y carecen de un horizonte histórico, filosófico y cultural, por estar ubicados en una situación de indeterminación, en permanente espera de lo que vendrá a salvarlo desde afuera.

 

Samuel Ramos

 

Hay quienes han querido interpretar una de las tesis fundamentales del libro –la que el mexicano padece una inferioridad- como si ella implicara la atribución de una inferioridad real, somática o psíquica, a la raza mexicana… Sostengo que algunas expresiones del carácter mexicano son maneras de compensar un sentimiento inconsciente de inferioridad… Lo que afirmo es que cada mexicano se ha desvalorizado a sí mismo, cometiendo, de este modo, una injusticia a su persona.

Samuel Ramos El perfil del hombre y la cultura en México [1934]

 

El mexicano para Ramos …es, sobre todo, un disfrazado; se trata de un caumouflage con que se despista a sí mismo y a los demás -haciéndose creer, por ejemplo, que es más fuerte y decidido de lo que en realidad es-. El mexicano recela de cualquier gesto: una constante irritabilidad lo hace reñir con los demás por el motivo más insignificante. Es impulsivo y explosivo. El pelado, sobre todo, busca riña como un modo excitante de elevar su yo deprimido y recobrar su fe en sí mismo. Es desconfiado de sí mismo, lo que lo obliga a vigilar constantemente su yo, desatendiendo la realidad. Además, no tiene ninguna religión, ni profesa ningún credo social o político. Es de igual forma pesimista e Indiferente a los intereses de la colectividad, trabaja para hoy y mañana, pero nunca para después... Toda esta naciente fábrica de anomalías psíquicas se encuentra en la mentalidad del pelado, el burgués y el citadino, y son reflejos de estados emocionales que pueden descubrirse en su medio social.

Cruz Rosales José Luis (2008), Grupo Hiperión. El mexicano en busca del mexicano, Tesis para obtener el título de Licenciado en Filosofía, México, UAM Iztapalapa

 

Ramos ha hecho el análisis y la historia de unos caracteres superestructurales del mexicano, por así decirlo, no de la estructura misma del mexicano. Ramos insiste en que el sentimiento de inferioridad es encubridor del ser del mexicano, pero no ha dicho qué sea éste. En el Perfil, Ramos quiere arrancar el disfraz psicológico del mexicano para examinar su ser auténtico, pero en Hacia un nuevo humanismo admite un ontología, no del ser del mexicano, sino del hombre sin más. De acuerdo con una filosofía circunstacialista en la que se afirma que el hombre es circunstancia, la ontología que corresponde es de un hombre mexicano.

Villegas Abelardo (1979), La filosofía de lo mexicano, México, FCE

Referencias


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