Programa de Cómputo para la Enseñanza: Cultura y Vida Cotidiana: 1900-1920

Historia de México II. Primera Unidad: Crisis del Porfiriato y México Revolucionario 1900-1920

Cultura y Vida Cotidiana 1900 a 1920

Propósitos: Valorar el impacto sociocultural de la Revolución Mexicana, así como la diversidad de grupos sociales y regionales participantes en ella

Humberto Domínguez Chávez. Julio de 2013

 

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El contexto ideológico a finales del Porfiriato

 

 

La reestructuración de la historia nacional, en las últimas décadas del siglo XIX, se manifestó en la multiplicación de representaciones de los personajes de la Independencia, la Reforma y la lucha contra la segunda Intervención Francesa en las avenidas y parques; exaltándose las figuras de sus caudillos en pinturas, monumentos y esculturas en todo el territorio nacional, como los nuevos personajes cívicos, los héroes. Inundando de un fervor nacional a la población, la cual participó de festejos y celebraciones que integraron un nuevo calendario cívico que suplió al religioso; conformando una nueva identidad colectiva, que Vicente Riva Palacio integraría en la obra colectiva que reinterpretaría la historia nacional, México a través de los siglos, que se terminó en 1889.[6]

 

Año en que se presentó en la Feria Internacional de París, en donde las naciones más desarrolladas presentaban sus avances y desarrollos, un pabellón cuya fachada representaba lo que para las élites porfiristas era un palacio azteca,[7] apunta Florescano (2005: 211-213), para exhibir los logros del régimen, al mismo tiempo que reafirmaban los orígenes indígenas de la nación. En cuyos exteriores se colocaron bajorrelieves con representaciones de los gobernantes indígenas de los pueblos que integraron la Triple Alianza, que conformó posteriormente el gran poderío de Tlacopan, Tezcoco y Tenochtitlan en una amplia zona de Mesoamérica un siglo antes de la conquista.

 

Portada del primer volumen de México a través de los siglos [Florescano, 2005: 204]

 

 

Pabellón mexicano en la Exposición Internacional de París de 1889

Mientras que en su interior se exhibieron pinturas con temas alusivos a la historia indígena, los cuales habían sido galardonadas en certámenes de la Escuela Nacional de Bellas Artes, y otras obras pictóricas que mostraban la riqueza del paisaje mexicano, el cual había sido conquistado por los ferrocarriles porfiristas.[8]

 

Siendo el elemento central del pabellón la exhibición de los productos mexicanos industriales y de exportación, como el cacao, café, tabaco, henequén, la plata y el oro, además de un listado de oportunidades de inversión y un despliegue de las obras públicas que había desarrollado el régimen, para motivar la participación del capital extranjero en la economía mexicana, mostrando a México como una nación moderna y estable que marchaba hacia el progreso y la modernidad.

 

En 1892 la agrupación Unión Liberal, originalmente formado por cuatro personas alrededor de José Ivés Limantour: Rosendo Pineda, Pablo y Miguel Macedo y Joaquín Casasús, al que se agregaron otras personalidades como Justo Sierra, Enrique Creel y Francisco Bulnes, entre otros, comenta De María y Campos (1985: 611), lanzaron un manifiesto cuyo fin era apoyar la cuarta reelección del general Porfirio Díaz, en donde se hacían patentes los principios sobre los cuales se apoyaba el régimen porfiriano, presentando un programa cuyo fin era satisfacer los intereses de la cada vez más poderosa burguesía mexicana. En dicho manifiesto, de acuerdo con Zea (1976):

 

…se hablaba de analizar “científicamente” la situación social de México, sus problemas y soluciones. Muy pronto la oposición y la masa del pueblo en general, cuyos derechos políticos les habían sido arrebatados, empezó a dar a este partido el despectivo e irónico nombre de Partido de los Científicos… El orden político, mantenido por el general Díaz, debería ser puesto al servicio de la libertad económica de la burguesía. Los derechos políticos tenían un carácter secundario, no podían interesar mientras no se considerase en peligro la libertad económica. Este derecho se lo reservará la burguesía para el caso de que se atentase contra la libertad de enriquecimiento. Sólo se hará uso de él si el gobierno llegaba a enfrentarse a estos intereses. Así, la libertad política, el derecho a la elección de los gobernantes, podría ser limitado en beneficio de un orden que satisficiese los intereses de la burguesía mexicana.

 

Pocos años después, al iniciarse el siglo XX, en 1902, Justo Sierra coordinó una obra colectiva en donde se incorporaron contribuciones de multitud de intelectuales y políticos porfiristas: México: su evolución social, comenta Florescano (2005: 216). La cual daría continuidad a la versión de la historia nacional establecida con México a través de los siglos; la contribución de Sierra en esta obra, fue la integración de dos monografías: una denominada Historia Política, mientras que la otra recibiría el título de La Era Actual.

 

Contribuciones en donde dedica una tercera parte del primero de los trabajos a la época prehispánica y la colonia, y dos terceras partes a su visión del desarrollo republicano de la nación a partir de 1821, hasta 1900, comenta Villegas (1985: XXI); señalando que en la introducción de Alfonso Reyes para la edición de esta obra por el Fondo de Cultura Económica de 1950,[9] señalaría que este trabajo resulta ser la:

 

Aplicación del evolucionismo en boga o mejor de aquella noción del progreso grata al siglo XIX… parece allí decir, con hipótesis finalista, que el pasado tiene por destino crear un porvenir necesario y que en el ayer, el momento más cercano es el que nos llega más rico en lecciones.

 

Por lo que se refiere a La Era Actual, Sierra (1902: 289) concluía que:

Los científicos: Olegario Molina, Justo Sierra y José Yves Limantour al centro

 

Sin violar, pues, una sola fórmula legal, el presidente Díaz ha sido investido, por la voluntad de sus conciudadanos y por el aplauso de los extraños, de una magistratura vitalicia de hecho… Esta investidura, la sumisión del pueblo en todos sus órganos oficiales, de la sociedad en todos sus elementos vivos, a la voluntad del presidente, puede bautizársele con el nombre de dictadura social, de cesarismo espontáneo, de lo que se quiera; la verdad es que tiene caracteres singulares que no permiten clasificarla lógicamente en las formas clásicas del despotismo. Es un gobierno personal que amplía, defiende y robustece al gobierno legal… un poder que se ha elevado en un país que se ha elevado proporcionalmente también, y elevado, no sólo en el orden material, sino en el moral, porque ese fenómeno es hijo de la voluntad nacional de salir definitivamente de la anarquía..

 

En relación con los faltantes, en ese para él impresionante desarrollo nacional, consideraba que era necesario atender la situación de los indígenas, por lo que planteaba Sierra (1902: 291):

 

Nos falta devolver la vida a la tierra, la madre de las razas fuertes que han sabido fecundarla por medio de la irrigación; nos falta, por este medio con más seguridad que por otro alguno, atraer al inmigrante de raza europea, que es el único con quien debemos procurar el cruzamiento de nuestros grupos indígenas, si no queremos pasar del medio de civilización, en que nuestra nacionalidad ha crecido, a otro medio inferior, lo que no sería una evolución, sino una regresión. Nos falta producir un cambio completo en la mentalidad del indígena por medio de la escuela educativa… identificar su espíritu y el nuestro por medio de la unidad de idioma, de aspiraciones, de amores y de odios, de criterio mental y de criterio moral…

 

Anselmo L. Figueroa, Praxedis G. Guerrero, Ricardo y Enrique Flores Magón, y Librado Rivera [1906]

Emma Goldman

Librado Rivera

Juan Sarabia

Antonio Díaz Soto y Gama

 

Oficinas de Regeneración el 5 de febrero de 1904

 

Un grupo de intelectuales y periodistas opositores al régimen de Porfirio Díaz, quienes desde principios del siglo XX habían luchado por integrar una organización que impulsara el liberalismo y la democratización del país, para 1905 se habían exiliado en los Estados Unidos huyendo de la persecución del régimen, en donde establecieron relaciones con otros dirigentes de filiación anarquistas en San Luis, Missouri, como la estadounidense Emma Goldman y el español Florencio Bazora, apunta Barrera (1955: 151-160), en donde integraron una Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, designándose a Ricardo Flores Magón como su presidente, a Juan Sarabia como Vicepresidente, como Secretario a Antonio I. Villarreal, y como Tesorero a Enrique Flores Magón, siendo sus vocales Manuel Sarabia, Rosalío Bustamante y Librado Rivera.

 

Poco después emitieron el Programa y Manifiesto del Partido Liberal, señala Barrera (1955: 194-195), con lo que se intensificaron el espionaje y las amenazas en contra de sus dirigentes, al parecer ordenadas por el gobierno mexicano y toleradas por las autoridades estadounidenses, por lo que buscaron refugio en el Canadá, primero en Toronto y luego en Quebec.

 

El Programa y Manifiesto del Partido Liberal se integró con 52 propuestas para renovar las instituciones del país, señala Barrera (1955: 166-193); dentro de las cuales, además de los señalamientos para fortalecer la democratización por vía del sufragio efectivo y la no reelección, la libertad de imprenta y la reafirmación de las Leyes de Reforma en materia de cultos religiosos, se señalaba la necesidad de suprimir los jefes políticos en los estados y el ejército de leva, para crearse una guardia nacional de voluntarios.

 

 

Adicionalmente apuntaron medidas para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores del campo y de la ciudad, reglamentando el trabajo asalariado. También exigían a los propietarios de predios que pusieran en producción el total de sus terrenos, de los cuales debía limitarse la extensión que se podría poseer, además de anunciarse el reparto agrario y la futura creación de un Banco Agrícola para financiar a los agricultores pobres. Planteaba una restructuración del sistema recaudatorio a favor de los que menos tuvieran, además de señalarse una serie de medidas tendientes a la protección de las comunidades indígenas.

 

Consideraban que se debía fortalecer el juicio de amparo, la igualdad ante la ley de todos los hijos de un mismo padre, la reorganización de la autonomía municipal, la prohibición del agio y del encarecimiento de productos de primera necesidad; también se anunciaba que al triunfo del movimiento impulsado por el Partido Liberal, se realizaría una reforma constitucional, en donde se incautarían las fortunas de los funcionarios enriquecidos bajo la dictadura y se devolverían a los indígenas las tierras de que habían sido despojados.

Programa del Partido Liberal Mexicano. Regeneración, 1 de julio de 1906

 

Como puede apreciarse, existían voces disonantes dentro del contexto de gran valoración por los logros alcanzados en materia económica por el sistema porfirista, que atendían la situación social y los riesgos que significaba para los asuntos políticos el mantener el rumbo existente. Uno de los críticos, que tendría mayor impacto en el contexto del gran movimiento social que sucedería en años posteriores, sería Andrés Molina Enríquez, quien fue uno de los grandes precursores y actor de las principales reformas revolucionarias, como asesor legal del Congreso Constituyente de 1917.

 

 

Andrés Molina Enríquez

 

Quien propugnaba por la desintegración del latifundio, que para él sumía a la mayoría de la población en la servidumbre y obstaculizaba el desarrollo de la democracia, por lo cual debería fortalecerse la pequeña propiedad agrícola.

 

Acusaba al liberalismo decimonónico de haber despojado a los pueblos indígenas de la tenencia comunal de la tierra, situación que se fortaleció durante el Porfiriato, para promover su propiedad individual siguiendo planteamientos desarrollistas europeos; ignorando que habían sido los rancheros, pequeños propietarios mestizos, quienes habían abastecido la economía interna del país.

 

Los planteamientos de Molina Enríquez se renovarían posteriormente con la irrupción del zapatismo en la escena política nacional, adoptando la idea compartida por Luis Cabrera de la reconstitución de los ejidos, pero aceptando lo que consideraba eran los derechos inviolables de la pequeña propiedad agrícola.

 

Siguiendo las ideas de Justo Sierra y de Vicente Riva Palacio consideraba en su obra: Los grandes problemas nacionales, publicada en 1909, que el mestizo era la base de la nacionalidad mexicana, a los que ubicaba como: rancheros, empleados, profesionistas y revolucionarios [en el contexto del Plan de Ayutla de 1854];[10] bajo la idea de que este grupo había ascendido socialmente mediante un proceso de adaptación y selección natural, por lo que estaba destinado a imponerse a sociedades más evolucionadas como la norteamericana, por ser la manifestación más clara de lo verdaderamente mexicano.

 

 

Con lo que descartaba como actores del cambio a los criollos e indígenas, ya que los primeros estarían perennemente buscando lo extranjero, actuando constantemente en contra de la propia patria, mientras que los indígenas únicamente permanecían vinculados con sus pueblos y costumbres, sin la esperanza de mayor lealtad a la nación o su estado. Sostenía que el cambio liberal de la Reforma debía verse como el inicio de la historia nacional, creada por un grupo de mestizos radicales aliados con grupos de criollos también liberales y moderados, que enfrentaron el estado de cosas existente desde la Independencia, establecido por los conservadores criollos y sus aliados indígenas.

 

Según él, bajo los esquemas modernizadores del Porfiriato existió un resurgimiento del anquilosado criollismo, impulsado en gran medida por la apertura irrestricta a la inversión extranjera y el fortalecimiento del latifundio, el cual consideraba negativo.[11]

 

Consideraba que de 18 agrupaciones sociales en que ordenaba a la población, únicamente los integrantes de cinco de esos grupos soportaban a las demás, en donde incluía a lo que denominaba mestizos rancheros y obreros, además de los indígenas obreros, propietarios comunales y jornaleros, que ubicaba como integrantes de las clases medias y bajas.[12]

 

Madre e hija en Yucatán [Turner, 1914: 20; en Lomnitz (2010)]

 

Los mestizos rancheros, son los únicos que pudieran llamarse clase media, aunque son en realidad, una clase baja trabajadora. Clases medias propiamente dichas, no existirían hasta que la división de las haciendas, ponga un grupo numeroso de mestizos pequeños propietarios, entre los extranjeros y criollos capitalistas, y los rancheros e indígenas de las clases bajas.

 

 

Durmiendo en un mesón por tres centavos [Turner, 1914; en Lomnitz (2010)]

En relación con los grupos indígenas, Molina (1909: 257-258) plantearía que por sus cualidades físicas y sus capacidades de adaptación, los ubicaba como organismos superiores:

 

Ahora, si el objeto y fin de toda selección orgánica, es lograr hasta donde sea posible la adaptación al medio, y es tanto más perfecto un organismo cuanto mejor alcanza esa adaptación, no cabe duda en que el organismo del indio es un organismo superior, como verdaderamente lo es…No pueden encontrarse en ninguna raza en las que habitan en América, mejores condiciones de adaptación al medio… las razas indígenas podían considerarse como superiores a las razas blancas por la mayor eficacia de su resistencia, consecuencia lógica de su más adelantada selección… las energías indígenas se muestran en creciente desarrollo en los mestizos y se sienten palpitar en los indios.

 

En relación con el papel de los grupos sociales en el contexto político, Molina (1909: 271) señalaba la preponderancia de los mestizos en el pasado inmediato y en la construcción de la nación en el futuro:

 

Es indudable que el elemento mestizo es el más fuerte, puesto que en una larga carrera que ha durado más de tres siglos, a través de inmensas dificultades, y en lucha con los demás elementos, ha llegado a preponderar. Su fuerza le viene de su sangre indígena, y como está en contacto íntimo y en constante cruzamiento con el elemento indígena que es todavía numeroso, puede renovar y renueva de un modo incesante sus energías.

 

Por lo que el proceso de transformación nacional se debería dar a partir de grupos provenientes de profesionistas, rancheros y trabajadores urbanos; que requerirían en este proceso del impulso de un gobierno autoritario, el cual pudiera enfrentar las tendencias disruptivas generadas por el localismo indígena y las provenientes del radicalismo mestizo; por lo que rechazó, por utópicas, las ideas y tentativas democráticas del movimiento Maderista.

 

Para Molina, el Porfiriato había dejado como herencia, principalmente, una dependencia económica de los Estados Unidos, que dominaba completamente la producción nacional y ponía en riesgo a la nación mexicana; cuyos inversionistas se habían aliado con los terratenientes y capitalistas criollos, incrustados en las esferas políticas con la camarilla de los científicos, que habían convertido a los mexicanos, los mestizos, en forasteros en su propio país:

 

…sometidos al desprecio racista de los criollos y de los extranjeros.

 

Así, sus propuestas se centrarían sobre la necesidad de una reforma agraria que acabara con el latifundio, para impulsar la pequeña propiedad agraria y reconstituir la propiedad comunal ejidal, como necesidad étnica, para acabar con la fragmentación.

 

Cargadores en 1910 [Turner 1914: 110; en Lomnitz (2010)]

 

Francisco I. Madero

 

Para inicios de 1909 apareció en la escena electoral el libro La sucesión presidencial en 1910, publicado en San Pedro de las Colonias, Coahuila; el cual se reeditó nuevamente seis meses después al agotarse la primera impresión de 3,000 ejemplares, comenta Del Río (2003).

 

Fue escrito por Francisco I. Madero, un empresario que formaba parte de las prestigiadas y acomodadas familias norteñas, quien se había iniciado en la política en 1904, durante la renovación de las autoridades estatales y municipales de su estado, señala Navajas (2008: 1108-1111). Sobre su abuelo, Evaristo Madero, comenta Falcón (1988: 427-428):

 

Para los años ochenta, la crema y nata coahuilense estaba dominada por tres camarillas que reunían tanto intereses económicos como políticos. Una de las facciones la encabezaba el coronel José Mana Garza Galán, gobernador desde 1886, quien había contado con el respaldo de Díaz y del ministro de gobernación Manuel Romero Rubio…Otra de las facciones contendientes que era mas antigua y económicamente mas poderosa fue aquella que encabezaba Evaristo Madero…

 

Los Madero, poseedores de un espíritu empresarial modernizante e innovador, habían logrado cristalizar un complejo económico que rompía las barreras coahuilenses, giraba en torno a las vastas tierras irrigadas de La Laguna de donde exportaban algodón, e incluía bancos, fundidoras y fábricas.

 

 

Políticamente, el grupo había formado parte del de Manuel González, lo que había desembocado en un claro antagonismo con Díaz, y en la caída de Evaristo de la gubernatura en 1884.

 

Más adelante, el clan se identificó con José Ivés Limantour, ministro de Hacienda, eventualmente líder de los "científicos", y opositor a muerte de la facción encabezada por el general Bernardo Reyes, el factótum político en el vecino Nuevo León, y precisamente el encargado presidencial de neutralizar y meter en cintura a todos los grandes caciques y caudillos del noreste mexicano.

 

La última facción, la más diversificada en términos familiares, geográficos y ocupacionales, reconocía como su cabeza al licenciado Miguel Cárdenas y agrupaba a familiares, amigos y empresarios radicados en el distrito político de Monclova -donde se encontraban los Carranza, Salinas, Castro y otros-, así como a ciertos empresarios, políticos y profesionistas jóvenes e impetuosos, radicados en Saltillo.

Maderismo

 

Para lo cual integró una organización que se denominó Club Democrático Benito Juárez e inició la publicación del periódico El Demócrata, para enfrentar infructuosamente la reelección en Coahuila del aliado de Bernardo Reyes, Miguel Cárdenas. Este fracaso frenó el activismo de Madero, quien pospuso su lucha hasta las elecciones presidenciales siguientes. Reiniciando sus actividades con la distribución de su libro y la creación del Club Democrático Antirreeleccionista de Coahuila, organización encaminada a movilizar la oposición en contra del reeleccionismo en su estado, para lo cual se designó como candidato a gobernador a Venustiano Carranza, en febrero de 1909.

 

Madero viajó a la capital posteriormente, para crear un centro político que impulsara la creación del Partido Antirreeleccionista que proponía en su libro, con pobres resultados comenta Navajas (2008: 1128); organización que buscaba la defensa del liberalismo y los principios constitucionales, lo cual pensaba que se lograría mediante la práctica efectiva de los derechos electorales de la población indígena. Madero expresó en su libro que sus acciones eran dirigidas por un designio divino, erigiéndose a la vez en un nuevo Mesías de la democracia, al señalar:

 

…nos ha parecido percibir la mano de la Providencia que nos guía hacia nuestros grandes destinos.[13]

 

Lo que reafirmaba en una carta a su padre:

 

…he sido el elegido por la Providencia para cumplir la noble misión de escribir este libro.[14]

 

Mostraba un desprecio sobre las posibilidades de que la población, sobre todo quienes habían sido los beneficiarios del progreso porfirista, se involucrara en algún cambio:

 

La nación, adormecida con el ruido de los silbatos del vapor, fuerza propulsora de la industria; deslumbrada con las múltiples y admirables aplicaciones de la electricidad; ocupada por completo en su desarrollo económico, fiada en la palabra de su caudillo, no volvió a ocuparse de la cosa pública.[15]

La sucesión presidencial en 1910 [1908]

 

 

Mitin antireeleccionista en 1910

Descartaba con desprecio la participación de las grandes masas de la población en los asuntos públicos:

 

El pueblo ignorante no tomará una parte directa en determinar quiénes han de ser los candidatos para los puestos públicos [...]. Aun en países muy ilustrados no es el pueblo bajo el que determina quiénes han de llevar las riendas del gobierno. Generalmente los pueblos democráticos son dirigidos por los jefes de partido, que se reducen a un pequeño número de intelectuales. Éstos están constantemente pulsando la opinión pública a fin de adoptar en su programa lo que sea más adecuado para satisfacer las aspiraciones de la mayoría [...]. Aquí en México no sería la masa analfabeta la que dirigiría al país, sino el elemento intelectual.[16]

 

Al mismo tiempo que rechazaba que se pudieran presentar cambios ante el eventual fallecimiento del dictador:

 

Nada difícil sería esperar unos cuantos años para hacer uso de nuestros derechos democráticos, si esto debiera suceder al abandonar este mundo el general Díaz [...]; pero ya hemos demostrado que es un error creer que las cosas pasarán de tal modo y que lo más probable es que se prolongue, y aun se agrave, el actual estado de cosas.[17]

 

 

De los gobiernos de Díaz se expresaba de la siguiente forma:

 

…nos presenta en su abono el gran desarrollo de la riqueza pública, la extensión considerable que ha dado a las vías ferrocarrileras, la apertura de magníficos puertos, la construcción de espléndidos palacios, el embellecimiento de nuestras grandes ciudades, principalmente de la capital de la República, y, sobre todo eso, como la hada bienhechora de tanta maravilla, la paz que hemos disfrutado por más de treinta años y que, según parece, ha echado hondas raíces en nuestro suelo. En cambio, el actual régimen de gobierno nos presenta un pasivo aterrador, pues ha acabado con las libertades públicas, ha hollado la Constitución, ha desprestigiado la ley, que ya nadie procura cumplir sino evadir o atormentar a sus fines particulares, y, por último, ha terminado con el civismo de los ciudadanos.[18]

 

Sin dejar de señalar que la empresa que promovía era bastante arriesgada, ante la violencia que podía desatar el dictador y la indolencia que apreciaba entre la población, al observar:

 

…las insuperables dificultades que existen para intentar en el terreno de la democracia una lucha fructuosa entre el pueblo adormecido, olvidado de sus derechos y sin fuerzas ni deseos para reconquistarlos, y el poder absoluto apoyado por el prestigio del general Díaz, por los innumerables miembros de su administración, por los inmensos recursos de que dispone, por los cuantiosísimos intereses creados a su sombra y, mezclado con todos esos poderosos elementos, el brillo siniestro de las bayonetas y las bocas de fuego listas a arrojar sus candentes proyectiles.[19]

 

Madero en campaña en 1910

 

Sin dejar de reconocer que las acciones que sugería habían sido iniciadas con anterioridad:

 

Este anhelo [el de la democracia] que se siente por toda la república se ha manifestado en multitud de folletos, opúsculos, libros, periódicos nuevos que defienden con más o menos vigor la gran idea de que es indispensable que haya lucha electoral; este mismo libro obedece al mismo móvil.[20]

 

Mitin antireeleccionista en Puebla [1910]

La figura política de Madero creció en la medida en que desaparecía de la escena el Reyismo, en 1909, comenta Del Río (2003), ubicándose entonces la lucha electoral, de forma por demás desigual, entre reeleccionistas y antirreeleccionistas.

 

Madero logró darse a conocer en la capital desde el mes de abril de 1909, con la publicación de sus artículos en el periódico México Nuevo, del cual se convertiría en uno de sus dueños a partir de junio. En el diario condenó la candidatura de Ramón Corral, opinando que con ella se implantaba una dinastía autocrática, señalando que el régimen no cambiaría por sí solo, y advirtiendo que su continuidad conduciría indefectiblemente a la revolución por sus violaciones a la ley y su falseamiento del voto, por lo que proponía:

 

A nuestro juicio el único factor que puede surgir para salvar a la patria de tan graves peligros, es un partido político netamente independiente, que luche valerosamente en la próxima campaña electoral, para obtener cuando menos que el Vicepresidente satisfaga las aspiraciones de la Nación y que las Cámaras estén integradas por legítimos representantes del pueblo… ahora es el momento oportuno para constituirnos en partido político los independientes que deseamos el bien de la Patria y tenemos el valor de nuestras convicciones.[21]

 

Insistió en su posición en un nuevo artículo:

 

… es preciso organizarse en clubs y trabajar por que se conozca la voluntad nacional, a fin de que al mismo General Díaz llegue el clamor de la opinión pública y tenga motivos en qué fundar la proclamación de otra candidatura. En resumen: el General Díaz está dispuesto a escuchar la voluntad nacional para el nombramiento de Vicepresidente, y no debemos considerar como definitivo candidato oficial al señor Corral.[22]

 

Logró conformar en la capital del país el Club Central Antirreeleccionista en el mes de mayo, bajo la línea política del Sufragio efectivo, no reelección; cuya presidencia provisional se encargó a Emilio Vázquez. Mientras que actuarían como secretarios Francisco I. Madero y Filomeno Mata, además de que firmaron el acta de su fundación Paulino Martínez, José Vasconcelos, Luis Cabrera y Félix F. Palavicini.

 

Para difundir sus propuestas y buscar adeptos, apunta Navajas (2008: 1132-1134), Madero realizó entre junio y julio de 1909 una gira política, que se inició con un acto en la ciudad de México y se continuó con mítines en Orizaba, Veracruz, Progreso y Mérida en Yucatán, Campeche, Tampico y Monterrey, para concluir en San Pedro de las Colonias, Coahuila. En donde enfatizó la necesidad inmediata de lograr instalar un régimen democrático, para impedir el riesgo de la revolución y la anarquía en el país.

 

Para Madero lo inmediato era la creación de clubes en el país, que se dedicaran a la organización y difusión del movimiento, dejando para después la discusión del programa del nuevo gobierno, para lo cual más adelante se realizaría una convención que designaría a los candidatos; lo más importante para él era constituir los clubes, que serían los encargados de preparar y llevar a cabo los trabajos electorales durante los comicios.

 

Durante los meses de julio y agosto se realizó una campaña para buscar incorporar a los reyistas a la organización, al mismo tiempo que se condenaba el actuar del propio general Reyes como presunto candidato presidencial y, con la intensificación de la represión en su contra, en diciembre radicalizó sus planteamientos al señalar en un manifiesto:

 

Madero en campaña en 1910

 

… tenemos la convicción de que el general Díaz no ha de dejar el poder si no es por medio de la fuerza. Es decir, que sería necesaria una revolución para derrocarlo del puesto que ocupa. […] creemos que lo único que se puede obtener sin llegar a ese extremo, es que el general Díaz convenga en que el vicepresidente sea designado por los partidos independientes, así como los diputados y senadores…

Los fundadores del Partido Antirreeleccionista no tenemos esperanza de que se llegue a este arreglo, pero sí creemos nuestro deber dejar la puerta abierta para que la convención antirreeleccionista pueda obrar como crea más conveniente según los intereses de la patria… existe un peligro muy grande, y es que el gobierno no quiera respetar la voluntad nacional y recurra a la imposición por medio de la fuerza y el fraude electoral para obtener el triunfo de la candidatura oficial. En este caso es imposible predecir lo que pueda suceder, pues el pueblo mexicano ha despertado y está resuelto a conquistar su libertad, y si por medios ilegales se pretende impedirle que lo haga, su excitación será terrible y cualquier chispa bastará para que vuelva a encenderse toda la república en una inmensa revolución.[23]

 

Ese mismo mes dio inicio a una segunda gira nacional, señala Navajas (2008: 1141-1145), visitando poblaciones de los estados de Puebla, Oaxaca, Querétaro, Guadalajara, Colima, Sinaloa, Sonora, Chihuahua y finalmente Coahuila; en cuyos actos políticos se denunció la persecución del gobierno sobre los antireeleccionistas, los obstáculos que se imponían para la realización de las reuniones políticas, además de señalarse que los sucesivos gobiernos de Díaz ya habían cumplido con lograr el orden y la paz en el país, apuntando que su continuidad sólo podía conducir a una revolución y a la anarquía, con consecuencias fatales para la soberanía nacional.

 

 

Francisco Vázquez Gómez y Madero [1910]

La tercera gira, realizada entre marzo y abril de 1910, incluyó la realización de actos políticos en Durango, Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí y Guanajuato, para concluir en la capital; destacó en estos actos la referencia al estado de absoluta miseria en que vivían la mayoría de la población, apuntando la ausencia de leyes contra accidentes de trabajo que dejaban desamparados a los trabajadores y sus familias, y reiterando en su discurso que de continuar el régimen la población de convertiría en un pueblo de parias, lo que tendría como consecuencia un escenario revolucionario que podría llevar a una situación de anarquía y de posible intervención extranjera.

 

La convención nacional del Partido Antireeleccionista se realizó del 15 al 17 de abril de 1910, en donde como era de esperarse, se designó a Madero como candidato a la presidencia y al reyista Francisco Vázquez Gómez como candidato a la vicepresidencia. El discurso de Madero en ocasión de su nominación resultó una total advertencia al sistema:

 

[…] y si el general Díaz; deseando burlar el voto popular, permite el fraude y quiere apoyar ese fraude con la fuerza, entonces, señores, estoy convencido de que la fuerza será repelida por la fuerza… Comprendo la gravedad de esta declaración, comprendo los peligros que pueda acarrear al país una revolución, pero sé que el pueblo no permitirá el establecimiento de una dinastía autocrática...

Tomando lo anterior en consideración, y con el objeto de evitar que el país vuelva a ser ensangrentado con luchas fratricidas, declaro altamente que estoy dispuesto a renunciar a mi candidatura, siempre que el general Díaz esté dispuesto a celebrar un arreglo con nosotros que tenga por base ineludible, seguridades satisfactorias que en lo sucesivo seremos gobernados por la ley.[24]

 

 

El 14 de abril, un día antes del inicio de la convención, Madero comentó a su padre la invitación que tenía del gobernador de Veracruz, Teodoro Dehesa, el cual era amigo de la familia y además enemigo de los científicos, para reunirlo con el presidente, comenta Vázquez (2012). La reunión se realizó dos días después, en donde señala Silva Herzog (1954: 43):

 

Madero propuso una transacción, consistente en que los antirreeleccionistas votaran con los reeleccionistas por don Porfirio para la presidencia y que, unos y otros, se pronunciaran a su favor, a favor de él. Madero, para la vicepresidencia. Se cuenta que el Presidente Díaz se negó rotundamente, seguro de su inmenso poder, a aceptar la transacción; y se cuenta también que cuando el líder demócrata le dijo que entonces se verían en las elecciones, el viejo caudillo replico irónicamente, esbozando una sonrisa: !Bien dicho! veremos lo que resuelven los comicios. Ya se que tengo dos rivales para la presidencia, usted y Zuniga y Miranda.[25]

 

Por su parte, Vázquez (2012) comenta las impresiones de Madero de esta reunión, en una carta dirigida dos días después de la entrevista a su madre, doña Mercedes:

 

La impresión que me causó… es que está verdaderamente decrépito, que tiene muy poca vitalidad”. La descripción que hace Madero de Díaz es sorprendente y da la impresión de que el viejo lobo de mar estaba jugando con su presa, haciéndole creer que era ya un hombre senil que se contradecía con facilidad… acostumbrado a que todo lo que él dice sea aprobado servilmente por los que lo rodean, no vacila en contradecirse de un momento a otro, y, sobre todo, parece que tiene la monomanía de hablar de sus guerras. A mí me causó la impresión de estar tratando con un niño o con un ranchero ignorante y desconfiado.

Madero con su esposa, Sara Pérez

 

 

Roque Estrada

 

El 3 de junio de 1910, comenta Silva Herzog (1954: 43), Madero salió hacia Monterrey, en su última gira antes de las elecciones; al día siguiente, al llegar a San Luis Potosí, realizó un mitin desde la plataforma del tren en que viajaba, lo que aprovechó alguien del público para demandarle el por qué agitaba al pueblo, señalándole que si tanto le dolía su miseria por que no repartía sus riquezas entre los pobres. Madero respondió que el pueblo no pedía pan, sino libertad, repitiendo la misma idea que había expresado en su mitin ante los obreros de Orizaba durante su visita el mes de mayo:

 

Del gobierno no depende aumentaros el salario ni disminuir las horas de trabajo, y nosotros, que encamamos vuestras aspiraciones, no venimos a ofreceros tal cosa, porque no es eso lo que vosotros deseáis; vosotros deseáis libertad... y es bueno que en este momento, que en esta reunión tan numerosa y netamente democrática, demostréis al mundo entero que vosotros, no queréis pan, queréis únicamente libertad, porque la libertad os servirá para conquistar el pan. [Silva Herzog, 1954: 41]

 

Mientras que su acompañante, Roque Estrada, cerraba su participación asegurando que el antirreeleccionismo triunfaría por la razón o por la fuerza. El 7 de mayo, después de realizar varios mítines en Monterrey, Madero fue detenido junto con Roque Estrada a petición del Juez de Distrito de San Luis Potosí, acusados de incitar a la rebelión. Por lo que ambos fueron trasladados a esa ciudad, y recluidos en la Penitenciaría del Estado, donde permanecieron hasta obtener libertad bajo fianza el 22 de julio, permaneciendo en esa población hasta la realización de las elecciones.

 

[6] Obra que llevaría el siguiente subtítulo: Historia general y completa del desenvolvimiento social, político, religioso, militar, artístico, científico y literario de México desde la antigüedad más remota hasta la época actual. [Florescano, 2005: 205]

[7] Proyecto de Antonio M. Anza y Antonio Peñafiel.

[8] El descubrimiento del pulque, de José Obregón; El Senado de Tlaxcala, de Rodrigo Gutiérrez, entre otras, y una colección de bellos paisajes de José María Velasco, cuyas pinturas eran ya, en ese tiempo, parte consustancial de la iconografía nacionalista. [Florescano, 2005: 212-213].

[9] La edición inicial fue de La Casa de España en México en 1940.

[10] Molina (1909: 63 y 68)

[11] …constituye una verdadera amortización de la tierra…El verdadero espíritu de ellas lo forman el señorío y la renta…dentro de los límites territoriales de una hacienda, el propietario ejerce la dominación absoluta de un señor feudal. Manda, grita, pega, castiga, encarcela, viola mujeres y hasta mata. [Op. cit., pp. 81 y 85-86]

[12] Op. cit., pp. 220-221

[13] Madero Francisco I. (1908), La sucesión presidencial en 1910, ed. facsimilar, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1986, p. 230-231. [Del Río, 2003]

[14] Carta de Francisco I. Madero a Francisco Madero, San Pedro, Coahuila, 20 enero 1909, en: Archivo de don Francisco I. Madero, 3 Vol., ed. de Catalina Sierra, introd. de Agustín Yáñez, México, Secretaría de Hacienda, 1960, Vol. II, p. 298. [Del Río, 2003]

[15] Madero Francisco I. (1908), Op. cit., p. 144. [Del Río, 2003]

[16] Op. cit., p. 296 [Del Río, 2003]

[17] Op. cit., p. 301 [Del Río, 2003]

[18] Idem, p 231-232 [Del Río, 2003]

[19] Idem, pp. 288-289 [Del Río, 2003]

[20] Ibidem, p. 318 [Del Río, 2003]

[21] México Nuevo, 21 de abril de 1909 [Navajas, 2008: 1129]

[22] México Nuevo, 15 de mayo de 1909 [Navajas, 2008: 1130]

[23] Navajas (2008: 1138)

[24] Obras Completas de Francisco I. Madero, México, Clío, 1999, pp. 118-119. [Navajas, 2008: 1147]

[25] Zúñiga y Miranda era un personaje pintoresco, conocido en la capital por su pretensión de figurar como candidato opositor de Díaz.

 

Referencias


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