Es así que en la civilización mesoamericana basada en la relojería celeste _como en otras culturas sincrónicas_ surgió la necesidad de la observación astronómica. Eran los "astrónomos" sectores sociales privilegiados, quienes predecían acerca de Venus, Marte, los eclipses, tiempos para la siembra y para la quema. Dan cuenta de estos los algunos de los sitios arqueológicos (Chichén Itzá, Uxmal, Malinalco, Xochicalco, Teotihuacan, Aztlán y el Códice Dresde). Era natural que los linajes descendientes de éstos incorporaran elementos divinos, relacionados con el tiempo y el espacio, al entorno en el que rendían culto, trabajaban y florecían. Cada miembro de la sociedad se integraba a la estructura del universo.
