Programa de Cómputo para la Enseñanza: Cultura y Vida Cotidiana: 1900-1920

Historia de México II. Primera Unidad: Crisis del Porfiriato y México Revolucionario 1900-1920

Cultura y Vida Cotidiana 1900 a 1920

Propósitos: Valorar el impacto sociocultural de la Revolución Mexicana, así como la diversidad de grupos sociales y regionales participantes en ella

Humberto Domínguez Chávez. Julio de 2013

 

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El contexto cultural en las primeras dos décadas del siglo XX

 

Dentro del contexto de miseria que el Porfiriato contribuyó a mantener, el sistema fortaleció sus esfuerzos por desarrollar una modernización que tenía antecedentes desde las Reformas Borbónicas del siglo XVIII en las colonias americanas, que para los momentos de la dictadura se fincó en el desarrollo de un sistema agro y minero exportador al servicio del imperialismo. Como señala Alarcón (2002: 261):

 

En la perspectiva del programa liberal triunfante, la ciencia y la técnica debían consolidarse como los verdaderos pivotes de unión nacional; puntos centrales en los que, pese a todo, coincidían la mayoría de los liberales, mismos que seguían fielmente la ruta trazada por Gabino Barreda en su Oración Cívica de 1867, y que luego sería proseguida por los positivistas con Justo Sierra (La evolución política del pueblo mexicano), quienes terminaron por darse cuenta de la precariedad que el país tenía para sostenerse sin justamente contar con una “política de conciliación” con el clero y la milicia. Sin embargo, el costo implícito que debía pagarse era alto, dado que significaba posponer el impulso de las instituciones y prácticas democráticas, así como conculcar las garantías y los derechos individuales de la población trabajadora y de la ciudadanía en general… pronosticaban factible, en el largo plazo, la democracia y lealtad al Estado-nación mediante una concientización masiva, fruto de la estabilidad política y económica, el orden militarista y la conciliación de clases… .

Almacen El Palacio de Hierro

 

...serían finalmente favorables a una claudicación frente a la Iglesia y, de similar forma, ante las clases dominantes, quienes por ningún concepto estaban interesadas en alentar un conocimiento cívico e histórico profundos y las que, incluso por momentos, huyen de promover la capacitación productiva o las vías de comunicación que no sean las estrictamente necesarias, so riesgo de enfrentar a dichas masas exigentes de mejores salarios y políticamente peligrosas para la seguridad del régimen de producción tanto en la ciudad como en el campo.

De esta manera, muchos de los principios del proyecto liberal terminarían por verse desplazados… la política de integración e dignificación del indígena… fue claramente eliminada por el pensamiento evolucionista y utilitarista de hombres como Andrés Molina Enríquez, Francisco Bulnes o Joaquín Baranda, quienes apoyaban su posición sobre la base de una lectura de hombres como John Stuart Mill, Herbert Spencer y hasta Charles Darwin, en tanto apelaban a la superación “natural” del mexicano mediante la asimilación e integración racial con europeos, a quienes debían copiarse todos sus hábitos de trabajo y patrones de cultura.

 

 

Damas en las fiestas del Centenario [1910]

Ideal de desarrollo que no sólo se impulsaría desde las esferas académicas y políticas del régimen, sino que se asumió en la cotidianidad por la clase media urbana y por algunos sectores de la clase trabajadora en crecimiento hacia 1900, además de ser el discurso de la minoría privilegiada que concentraba poder y riqueza, comenta Pérez-Rayón (1998), el cual se puede apreciar en los contenidos de periódicos oficiales como El Imparcial, en los de oposición liberal como el Diario del Hogar, e incluso en católicos como El Tiempo:

 

La modernidad se traducía en el terreno concreto de la salud; en el de la construcción de grandes obras públicas de utilidad y ornato; en el campo de la eficiencia militar; en el desarrollo de las comunicaciones por aire y tierra; en el culto a la estadística y en la necesidad de reglamentaciones jurídicas; en el descubrimiento del hombre, de sus orígenes y sus potencialidades; en el desarrollo de las ciencias naturales como la biología, y otras como la química, la física y la astronomía; en la economía y sus leyes, que ofrecían explicaciones sencillas a procesos complejos… La modernidad era sinónimo en este imaginario social de progreso material, civilización y cultura. La preocupación de sentirse parte de las naciones civilizadas y cultas atraviesa los discursos.

 

Sin embargo, al mismo tiempo se manifiesta una necesidad de defender ciertas tradiciones que permitan afirmar la especificidad y la autoafirmación de México y de lo mexicano. En particular, la prensa católica destaca por su insistente discurso antinorteamericano; no pierde ocasión para denunciar la amenaza que a su juicio representa la cultura anglosajona.

 

Los discursos diseminados por los medios de comunicación planteaban una imagen de la historia de la humanidad que había marchado evolutivamente hacia el progreso, a través de los siglos y las generaciones, en donde las interpretaciones se volcaron sobre un darwinismo social, continua Pérez-Rayón, que señalaba que las razas inferiores desaparecerían ante el creciente empuje de las superiores, por lo que las razas aborígenes deberían ceder poco a poco el terreno ante las razas conquistadoras o colonizadoras. Propugnando estos medios que su deber radicaba en socializar, simplificar y poner al alcance del ciudadano común el pensamiento de los grandes científicos, con el propósito de aconsejar a los débiles que se fortifiquen, para que fueran los negligentes, los irremediablemente inferiores, los fatalmente mal dotados quienes debían desaparecer.

 

Para avalar la aparente cientificidad y veracidad de sus afirmaciones, recurrieron a números, cifras y porcentajes, para lograr convencer a sus lectores, abrumándolos con el peso de datos que suponían irrebatibles, y que ellos consideraban constituían actos de fe en lo científico, lo técnico y el desarrollismo del sistema productivo.

 

Para 1910, un mes antes del inicio de la violencia revolucionaria, comenta Alarcón (2002: 267), el sistema buscó dotar al país con una institución que realizara la tarea de conformar una clase política que hiciera realidad un gobierno de leyes y trascender la dictadura, lo que permitiría pasar de un régimen de autocensura a otro de plenas libertades y derechos, como lo señalaba Justo Sierra en el discurso inaugural de la Universidad Nacional en septiembre de 1910.

 

Inauguración de la Universidad Nacional [1910]

 

 

Puesto de ollas en La Villa de Guadalupe [1894]

En donde advertía que esta renovada institución nada tenía que ver con su pasado colonial religioso y metafísico, sino que sería la obra final de la ciencia, teniendo como consigna la búsqueda de la democracia y la libertad.

 

En el panorama cultural, si bien el liberalismo y el positivismo, aunado a un gran conservadurismo, que como señala Briseño (2005: 422) veía a la inmoralidad como un freno para el progreso y desarrollo del país, conformaron las corrientes ideológicas imperantes, apunta Alarcón (2002: 268).

 

Se aprecia en los medios literarios y artísticos fuertes impulsos por romper los esquemas románticos por una narrativa construida por un realismo social, aunado a la presencia de las corrientes en boga del modernismo europeo; mientras que en la música y el teatro se presenció un rompimiento tajante entre lo elitista y lo popular, con la repetición de producciones operísticas italianas y francesas, y zarzuelas españolas, que representaron para los sectores dominantes de esa sociedad su traducción de lo que significaba la alta cultura. Mientras que, en otros espacios como el Teatro Principal, el Teatro-Circo Orrín y otros más, se presentaban otros espectáculos más ligeros, dirigidos a la creciente clase media.

 

Que para los inicios del siglo XX se multiplicarían con las funciones del cinematógrafo y el teatro de revista, que siguió los pasos del Music-Hall de origen inglés. Entretenimientos que se complementarían con la continuidad de los espectáculos tradicionales nacionales como los palenques, corridas de toros, circos y ferias, además de los espectáculos cívicos conmemorativos, que identificaron las contradicciones en que se desarrolló la sociedad porfiriana en sus últimas etapas.

 

Al respecto, comenta Alarcón (2002: 269):

 

Mientras que la novela del periodo poco a poco fue pasando del costumbrismo ramplón hacia la denuncia social-moralizante contra el estado de cosas, en el campo de la poesía, por ejemplo, se trasluce un ambiente incoloro que, dentro de sus afrancesamientos, recoge un grotesco halo imitativo de la bohemia parisiense que, conforme se descubren las distancias entre una y otra realidad, obligaría a dichos poetas al desarrollo sectario y a la adopción de actitudes de incomprensión con tintes reaccionarios, en tanto última fase de un decadentismo de intelectuales, aristócratas y clases medias en plena descomposición y frustrados por no haber arribado a la prometida era de progreso, libertad y orden, en tanto la gerontocracia científica no cedía sus posiciones políticas y debían conformarse así con puestos de nivel intermedio. Así, el periodismo y la literatura terminaron por convertirse para muchos aspirantes políticos en simples pasatiempos mundanos.

 

Fiesta popular en Oaxaca [ca. 1900]

 

Esperanza, de Julio Ruelas [1902]

El desarrollo de la corriente modernista en las artes, novedosa influencia europea que florece en el contexto de este mosaico cultural que anuncia la descomposición de la sociedad porfirista de los inicios del siglo XX, representa un movimiento que, como señala Pacheco (1978: XIX-XX), corresponde a sociedades involucradas en revoluciones sociales, científicas, tecnológicas e industriales, por lo que sólo podría presentarse en el ámbito castellano cuando existiera en los procesos socioeconómicos una base mínima de modernidad, con una burguesía en ascenso y el crecimiento de las ciudades.

 

En sus expresiones buscó presentar con escepticismo su desilusión ante el progreso, sin lograr motivar a una sociedad que vivía estancada socialmente ante la negación de oportunidades de ascenso social y económico.

 

Por lo que su planteamiento del hombre superior que mira con desprecio la terrenalidad y pequeñez de la mayoría, favorecería la imagen de una dictadura benigna, al mismo tiempo que fomentaría el sentimiento de incomprensión y estancamiento social. El rechazo por parte de la aristocracia porfirista los alejó de los diarios, para integrar sus propios medios de comunicación con las revistas Azul y Moderna.

 

 

Cuyos escritores, como el diplomático José Juan Tablada, el legislador Manuel José Othón, el político Enrique González Martínez, y los diplomáticos Amado Nervo, Federico Gamboa o Victoriano Salado Álvarez, comenta Alarcón (2002: 271-273), mostrarían las contradicciones que compartían con muchos intelectuales al desear el cambio y la terminación del régimen, mientras buscaban mantener su existencia como funcionarios del mismo sistema que atacaban.

 

En cuanto al teatro, inmerso en el influjo de las producciones de zarzuelas españolas, además de la constante llegada de compañías de opera italianas y francesas, consideradas como las atracciones oficiales del porfirismo, señala Alarcón, encontramos autores con temas propios como José Peón Contreras, Alfredo Chavero y Juan A. Mateos, cuyas obras tratarían de recuperar temas históricos y nacionalistas, que no fueron aceptados por los sectores burgueses.

 

Por lo que se refiere a la música encontramos la reproducción de influencias tardías del romanticismo de Johann Strauss o Franz Liszt, además de estar presente composiciones asociadas con el nacionalismo de Giuseppe Verdi o Richard Wagner. Presentes en las composiciones de autores como Ricardo Castro, Gustavo Campa, o Rafael Tello.

 

Por lo que se refiere al cinematógrafo, que llegó a México a finales del siglo XIX, el sistema pensó en su carácter informativo y de entretenimiento, que permitiera ampliar los espacios existentes, reducidos y caros, para incorporar a las mayorías con instrumentos culturales más amplios que la prensa escrita. Cuyos cineastas, que empezaron como empresarios que exhibían películas, se involucraron en época muy temprana al movimiento revolucionario, contribuyendo a narrar los acontecimientos que estaban transformando al país, con lo que favorecieron las acciones que condujeron a la desaparición de la sociedad porfirista.

Teatro Arbeu [ca. 1900]

 

Los inicios del cambio en el contexto ideológico con la Revolución

 

 

Manuel Gamio

Manuel Gamio postuló que la civilización indígena perduraba de forma importante en la cultura nacional, para enfrentar las añejas ideas del liberalismo decimonónico, comenta Brading (1980: 73-82 y 106-115); las cuales consideraban este pasado como glorioso, pero bárbaro, además de señalar que los pueblos indígenas no podían considerarse como mexicanos, debido a la multiplicidad de sus lenguas y costumbres, por lo que habían representado un obstáculo para lograr la modernización nacional, entendida como una sociedad laica y democrática, por su atraso y aislamiento milenario.

 

Después de abandonar estudios de ingeniería, en 1904, señala Marzal (1998), encontró su vocación antropológica durante una estancia en la plantación de hule de su padre, entre los estados de Veracruz, Oaxaca y Puebla, en donde aprendió el náhuatl.

 

Realizó estudios de arqueología en el Museo Nacional, de 1906 a 1908, y en la Universidad de Columbia de 1909 a 1911 con Franz Boas, el padre de la antropología cultural. Mientras estallaba la revuelta maderista Gamio viajó al Ecuador, en 1910, para realizar investigaciones antropológicas coordinadas por Boas. Regresó al país para integrarse como profesor al Museo Nacional de 1911 a 1916; época en que realizó las excavaciones que permitirían conocer las diversas etapas constructivas del Templo Mayor de Tenochtitlán.26 En esos años publicó sus propuestas metodológicas para explorar, investigar y conservar monumentos, además de realizar investigaciones arqueológicas en San Miguel Amantla, en Azcapotzalco, y en Chalchihuites, Zacatecas; que le valieron para obtener una beca y estudiar en los Estados Unidos.

 

 

Presentó en Londres, en el XVIII Congreso Internacional de Americanistas, sus conclusiones sobre la aplicación de la estratigrafía en los estudios arqueológicos; técnicas que permitirían fortalecer las formas de periodificación del desarrollo mesoamericano en el Altiplano Central Mexicano, comentan Matos (1995) y Rutsch (2003), para lograr reconstruir el pasado prehispánico más allá de las fuentes históricas escritas coloniales y de la cultura náhuatl, lo que permitió ampliar la visión de la historia prehispánica y de la diversidad de sus culturas.

 

En 1916 publicó Forjando Patria, donde planteó como esencial conformar una nación única, de hierro hispano y bronce indígena. En la cual todos los habitantes pudieran reconocerse, a partir de lo que consideraba integraba en ese momento un México disperso y heterogéneo. Para lograrlo, consideraba que se debería seguir un modelo de modernidad occidental para lograr una unidad racial, cultural y lingüística, con una genuina y sincera preocupación de mejorar las condiciones de explotación y miseria en que vivían los grupos indígenas, en donde entendía como necesaria la tarea de integrar a éstos en torno a un progreso nacional:

 

…si mejoran su alimentación, su indumentaria, su educación y sus esparcimientos, el indio abrazará la cultura contemporánea.[27]

 

La Ciudadela de Teotihuacan, antes de Gamio [1920]

 

 

Exploración y restauración de los edificios de La Ciudadela [1921]

Sus propuestas dieron cauce al indigenismo mexicano, las cuales recibieron toda la atención de Álvaro Obregón, quien consideró que Forjando Patria integraba una obra fundamental, por lo que adquirió cien ejemplares para sus amigos y colaboradores, señala Bojórquez (1960).

 

En 1922 realizó su impresionante trabajo socioeconómico, etnográfico y arqueológico en el Valle de Teotihuacan, cuyos resultados contribuyeron a superar la idea despectiva del pasado prehispánico como bárbaro. Encargó a Lucio Mendieta y Núñez analizar la tenencia de la tierra desde época colonial, quien mostró que el 90% se encontraba en manos de siete hacendados.

 

Quienes se dedicaban al cultivo del maguey pulquero, utilizando la mano de obra de jornaleros y peones que vivían en medio de una gran pobreza y enfermedades, lo que parecía corroborar los planteamientos de Andrés Molina Enríquez. Estos resultados etnográficos, impulsados bajo el influjo evolucionista de Boas, quien consideraba que sus habitantes conservaban restos de la cultura tradicional de sus antepasados, llevaron a Gamio a concluir que la cultura de los indígenas contemporáneos, por causa de su estancamiento económico y cultural, no sería un cimiento sólido sobre el cual asentar la nueva nación posrevolucionaria, debido a la influencia de ideologías extranjeras.

 

Tampoco constituía una adecuada fuente de valores sociales, por lo que sería un obstáculo para el mestizaje, que representaba el 40% de la población del Valle de Teotihuacán, ya que los indígenas parecían sumidos en un embrutecimiento y atraso, debido a su alimentación, la falta de instrucción, las carencias materiales y su aislamiento de los estímulos de la vida nacional.

 

Por lo tanto, concluyó que a partir de la conquista las comunidades indígenas se vieron reducidas a una existencia mecánica, oscura y dolorosa, interrumpida por movimientos de rebeldía y odio contra sus opresores, que dejó un legado de siervos bajo el dominio de una cultura híbrida defectuosa. Por lo que remató concluyendo que:

 

… sería preferible para los habitantes estar incorporados en la civilización contemporánea de avanzadas ideas modernas, que, aunque desprovistas de fantasía y de sugestivo ropaje tradicional, contribuyen a conquistar de manera positiva el bienestar material e intelectual a que aspira sin cesar la humanidad.[28]

 

La colaboración de Ignacio Marquina en el proyecto le permitió realizar tareas de conservación de los monumentos arqueológicos, lo que condujo a convertir a Teotihuacán en el monumento prehispánico más importante e iniciar la industria turística histórica.

 

Familia Indígena

 

Exploración del Templo de Quetzalcoatl en La Ciudadela [1921]

 

Encontró en las expresiones artísticas indígenas lo que consideró conformaban las grandes bases del nacionalismo, que ofrecían la mejor alternativa estética para enfrentar los cánones del gusto neoclásico del arte académico prerrevolucionario. Por lo que consideró que los artistas nacionales deberían inspirarse en esas fuentes artísticas y comisionó al pintor Francisco Goitia para que realizara paisajes y retratos de los habitantes de Teotihuacan para su obra.

 

Aunado a lo anterior, comenta Brading (2004: 216-225), impulsó la industria artesanal: textiles, cerámica y orfebrería, señalando que se debería propiciar la modernización de su producción y distribución, por ser una fuente de ingresos potencial para las comunidades, sin importar que sus técnicas hubieran tenido origen en época colonial.

 

Ocuparía diversos cargos públicos relacionados con la atención a los campesinos y la población indígena, comenta González (2003: 223-226): director de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americanas que había sido fundada por Boas, en 1917, posteriormente Director de Antropología en la Secretaría de Agricultura y Fomento, durante los gobiernos de Venustiano Carranza y Obregón.

 

Durante el gobierno de Plutarco Elías Calles, de diciembre de 1924 a junio de 1925, Subsecretario de Educación Pública; Magistrado del Supremo Consejo de Defensa y Prevención Social de 1930 a 1932, durante el gobierno de Pascual Ortiz Rubio; Director General de Población Rural, Terrenos Nacionales y Colonización de la Secretaría de Agricultura y Fomento en 1934, durante el gobierno de Abelardo L. Rodríguez; Director del Instituto de Investigaciones Sociales de la Secretaría de Educación Pública en 1938, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas; además de Jefe del Departamento Demográfico de la Secretaría de Gobernación de 1938 a 1942, durante los gobiernos de Cárdenas y Manuel Ávila Camacho; para fundar el Instituto Indigenista en 1942, siendo su director hasta 1960.

 

[26] Gamio (1914)

[27] Valdovinos (2011)

[28] Gamio (1922)

 

Referencias


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Resolución de un crucigrama sobre los contenidos del tópico

Reconocimiento de elementos culturales y de vida cotidiana que caracterizan el período 1900-1920

 

 

 

Trabajo de investigación a realizar fuera del aula