Calles aplicó el artículo 130 Constitucional reglamentando el culto, y numerosos sacerdotes católicos extranjeros fueron expulsados del país

El clero integró una Liga de Defensa de la Libertad Religiosa, que enfrentó al Estado con un boicot, impulsando la suspensión de pagos de impuestos y el consumo de productos del Estado, como la gasolina y la lotería

El gobierno comenzó a detener a sus integrantes y la Liga integró un comité de guerra y lanzó el levantamiento armado que cobró fuerza como guerra religiosa, denominándose sus soldados "cristeros", por su lema Viva Cristo Rey

El jefe del movimiento cristero fue René Capistrán Garza, fundador de la Liga y Presidente de la Asociación Cristiana de Jóvenes Mexicanos, quien aceptó financiamiento de ricos hacendados que veían con temor la reforma agraria

En 1928 se incorporó a los cristeros un general huertista, Enrique Goroztieta, quien ocupó la jefatura militar en Jalisco, Nayarit y Colima, que enfrentó al ejército federal al mandó del general Joaquín Amaro

El acto más importante de la insurrección se expresó con el asesinato de Obregón, presidente electo en 1928, a manos de José de León Toral, quien implicó a grupos católicos en el atentado.

El gobierno mexicano inició arreglos con la jerarquía católica, en 1929, con el reconocimiento del gobierno de aplicar la ley sin tendencia sectarista. Goroztieta fue capturado y fusilado, y los radicales cristeros sobrevivientes se exiliaron en los EUA.

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