Capitalismo mercantilista

El capitalismo mercantilista

A partir del siglo XVI, el desarrollo económico europeo propició la aparición de la doctrina mercantilista, entendida como el enriquecimiento de las naciones mediante la acumulación de metales preciosos como la manera efectiva de lograr el enriquecimiento del Estado. Como hemos visto, fue la explotación de América y África la que propició tal desarrollo.

La acumulación de los metales preciosos con que se hacía el dinero fue común en el mundo. Durante la edad media la búsqueda de la riqueza y del poder por la iglesia, los reyes y los señores feudales iba vinculada a dicha acumulación. La circulación de bienes o mercancías, esencia de la actividad económica, tenía como única finalidad la acumulación del dinero.
Desembarco de mercancía
Desembarco de mercancía en pintura medieval.

“El mercantilismo, como política económica, expresó los intereses de los comerciantes y del Estado nacional, y por lo tanto, de los nobles que se habían agrupado en la corte alrededor del rey”. *

La búsqueda de oro en tierras lejanas es la forma específica que primero tomó la expansión comercial. La era mercantilista demostró lo positivo del uso productivo del dinero que provocó el fin de la economía feudal. El comercio dependía de la abundancia de dinero: cuando el dinero escasea, el comercio es flojo; cuando el dinero abunda, el comercio se desarrolla, tales son las premisas que sustenta al mercantilismo.

Con el mercantilismo aparece el concepto de balanza comercial, que obligó a las naciones a lograr un máximo en sus exportaciones de productos pagaderos en oro y plata; además de reducir al máximo las importaciones que deben pagarse con metales preciosos, lo que genera una balanza comercial favorable. Es decir, el mercantilismo proponía exportar la mayor cantidad de mercancías e importar lo menos, y dado que era el mismo pensamiento de todas las potencias, los monarcas establecieron leyes prohibitivas o impuestos a la importación, con lo que el comercio internacional fue decayendo paulatinamente haciendo peligrar el desarrollo del capitalismo.

Hay que hacer enfásis en que el mercantilismo se da en el contexto en que las monarquías absolutistas tienen un papel protagónico en el proceso comercial (centralismo estatal), siendo altamente proteccionista, por lo que promulgaron leyes a favor del capitalismo mercantilista.

La intervención del estado era una parte esencial de la doctrina mercantilista, los que tenían a su cargo las funciones del gobierno aceptaban las nociones mercantilistas y ajustaban su política a ellas, porque en ellas veían los medios de fortalecer a los estados absolutistas tanto contra los rivales extranjeros como contra los restos medievales internos.

El desarrollo de la manufactura y los inicios de la industrialización, aunado a la crítica ilustrada al centralismo estatal terminarían con los últimos reductos del mercantilismo. Para 1750, al abrirse las colonias al libre comercio y restringirse los monopolios de las compañías comerciales, se terminó con los últimos reductos del corporativismo estatal de esa época.

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Las nuevas corrientes económicas del siglo XVIII consideraban que había un orden natural para todas las cosas, incluyendo la sociedad y el sistema económico; por lo que se criticaba el intervencionismo estatal, el exceso de impuestos y la obsesión del monetarismo en vez de estimular el trabajo; los primeros en exponer estas ideas serían denominados “fisiócratas”, uno de ellos, el francés Jean Claude de Gournay (1712-1759) planteó el principio económico laizer faire, laizer paser (dejar hacer, dejar pasar), que propone la reducción de barreras arancelarias y las restricciones comerciales, principio que sería retomado por el liberalismo económico.

Adam Smith señaló en su obra La riqueza de las naciones, que la riqueza no reside en la posesión de dinero o tierra, sino en actividades agropecuarias que incrementen los bienes de consumo, con base en el esfuerzo individual y el desarrollo del ingenio humano. Al mismo tiempo señalaba que hay que incrementar el intercambio de bienes entre las naciones y entre sus regiones, eliminando privilegios y restricciones aduaneras para permitir el desarrollo de la economía con toda libertad; por lo que las legislaciones económicas son un estorbo al incremento de la producción y la riqueza, ya que la libertad de producción y de comercio crea competencia, las relaciones económicas deben equilibrarse por la ley de la oferta y la demanda, que es la que fija, por sí misma, los precios justos.