Programa de Cómputo para la Enseñanza: Cultura y Vida Cotidiana: 1920-1940

Historia de México II Segunda Unidad: Reconstrucción Nacional e Institucionalización de la Revolución Mexicana 1920-1940

Cultura y Vida Cotidiana en México (1920-1940)

Propósitos: Valorar algunas manifestaciones socioculturales influidas por el nacionalismo revolucionario y su impacto sociocultural

Mayo de 2012

 

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Introducción

 

 

Se ha señalado (Monsiváis, 1987), que a partir de la etapa armada de 1910-1920, se genera en el país una imperiosa necesidad de pertenencia; ya que si formalmente existía la nación, lo que la unificaba era lo que la dividía. La gente se congregaba por regiones o en torno a grupos étnicos; clases sociales o gremios y, ante la agitación de principios del siglo XX, en torno a causas políticas y/o camarillas de caudillos. Por lo que se identificaban, mucho más que mexicanos como sonorenses, veracruzanos o yucatecos; como Nahuas, Yaquis, Mayas o Zapotecos; como burgueses o proletarios (ricos o pobres); como profesionistas, artesanos o campesinos; como porfiristas, anarco-sindicalistas o maderistas.

 

Con la destrucción del Porfiriato se generó una sensación de renovación, en donde el nacionalismo conformó la premisa ideológica de la unidad, que se expresó para defender los intereses de comunidades geográficas con sus diferencias específicas, mostradas por las reivindicaciones villistas y zapatistas. Al mismo tiempo que integró rasgos colectivos importantes, en torno a prototípicos comportamientos que fueron mitificados bajo el control de la fuerza estatal, para integrar un renovado significado de ser mexicano; en una relación dialéctica,

...donde la vitalidad del nacionalismo solidifica al Estado, y el crecimiento del Estado le infunde legitimidad al nacionalismo.

 

 

AGN, Colección Fotográfica de Propiedad Artística y Literaria, Sonora News Co., Tehuantepec, Oaxaca

 

 

El nacionalismo al iniciar el siglo XX

 

Señala Brading (2004: 148-157), que las expresiones de los intelectuales liberales de la República Restaurada, como Ignacio Manuel Altamirano, se habían referido a la necesidad de una independencia en las expresiones artísticas, que las liberara de las influencias europeas para volcarse en lo que se consideraba debían ser los temas mexicanos y de historia patria. Lo que renovaría las doctrinas del patriotismo religioso criollo, poniendo su fe en el desarrollo industrial y las comunicaciones; instrumentos que, se pensaba, difundirían la prosperidad y el conocimiento a las grandes masas indígenas y mestizas, rescatándolas de su aislamiento. Justo Sierra, discípulo de Ignacio Manuel Altamirano, reconocía que la población mestiza había constituido el factor dinámico de la historia nacional.

 

El nacionalismo había nacido como expresión criolla en la Nueva España, en torno a la idea de una región rica y plena que había sido incorporada al desarrollo universal por la conquista y su incorporación al catolicismo, bajo la especial protección de la Virgen de Guadalupe. La Independencia fortaleció esta concepción, que reconocía un destino manifiesto estampado en el escudo nacional, retomando las señales divinas prehispánicas para su fundación mediante el águila y la serpiente sobre un nopal, integrado sobre una bandera tricolor que reafirmaba su espíritu liberal. Las Guerras de Reforma terminaron rechazando esta concepción criolla, al incorporarle la secularización social.

 

 

José María Torreblanca. Colección de Constituciones de los Estados Unidos Mexicanos, 1828

 

Por su parte Florescano (2005: 268-275) apunta que es innegable que la Revolución Mexicana se inició como una insurrección rural que, desde Chihuahua y Morelos, se propagó con reivindicaciones particulares, y diferentes, a todo el país; en cuyo desarrollo participaron pueblos indígenas como los Nahuas, Yaquis, Mayos, Tepehuanes o Tarahumaras, reivindicando la tenencia de la tierra, al mismo tiempo que enfrentaban los efectos de la modernización económica y el centralismo desarrollados durante el Porfiriato, mientras defendían sus formas tradicionales de vida. Esta movilización arrastró a los integrantes de grupos y comunidades en una explosión de rebeldía que mezcló a campesinos, rancheros, trabajadores urbanos y de las industrias extractivas, profesionistas, comerciantes y empleados, que se aglutinaron como parte de los ejércitos zapatistas, villistas y carrancistas, al mismo tiempo que rompieron las barreras que los habían separado, para iniciar nuevos procesos de movilidad geográfica, socioeconómica y política.

 

El nacionalismo posrevolucionario

 

El período postrevolucionario que va de 1920 a 1940, integró una época de restauración nacional en torno de un renovado nacionalismo estatal que impulsó un redescubrimiento y reconformación del país, cuya principal característica giró alrededor de la incrementada incorporación de millones de personas, que habían sido excluidas por la dictadura, a la vida sociopolítica y económica de la nación; aprovechando la fuerza generada y la presión de sus numerosos participantes, directos o indirectos, en los proceso violentos del movimiento revolucionario que sacudió a todo el país.

 

El Estado, en esta nueva era de reconstitución nacional, impulsó un nuevo tipo de nacionalismo que se diferenció de las dos grandes vertientes anteriores de fundamentos conservadores: la que mantenía profundas raíces criollas desde la Independencia, y la campesina que derivaba de raigambres coloniales indígenas, para aleccionar, cívica y moralmente, a las mayorías. Quienes, al decir de Monsiváis, se reconocieron a partir de entonces en la imposición de un nuevo panteón de héroes, actitudes, frases, canciones, paisajes sociales, consignas, visiones utópicas y glorificación de rasgos negativos. Este nacionalismo se apoyó en una doctrina cultural que se apuntaló más en espectáculos que en libros, con una particular versión monumental de la historia nacional por medio del muralismo o la Escuela Mexicana de Pintura.

 

Promovió la alfabetización y el indigenismo para ampliar los límites sociales de la nación, integrando a numerosos grupos humanos que habían sido sistemáticamente marginados por su cultura, el racismo y la sobreexplotación. Capacitó mano de obra para lograr el desarrollo industrial, al mismo tiempo que fortaleció la cultura laica para lograr la modernización del sistema económico; con un reconstituido sistema educativo nacional implantó un sentido uniforme de la nacionalidad como historia y como obediencia a las instituciones.

 

Hidalgo de José Clemente Orozco [1937], Palacio de Gobierno en Guadalajara, Jalisco

 

Que se expresó, al decir de Carlos Monsiváis, al señalar cuáles eran los héroes y cuáles los villanos; lo que debía entenderse por leyes justas; cuál debía ser el lenguaje nacional; cómo era el gobierno al que debíamos nuestro respeto y, para rematar, en qué consistía y cómo debía expresarse la auténtica emoción patria.

 

Para superar las resistencias regionales, sociales y psicológicas a los tradicionales excesos del centralismo, se ofrecieron instrumentos ideológicos de unificación mediante la multiplicación de ceremonias públicas masivas, monumentos y murales, textos de historia patria o novelas que expresaban las epopeyas revolucionarias, en donde se desmitificaba a los líderes, mientras el pueblo era redimido por su sacrificio desinteresado y sufrimiento.

 

Además de expresiones musicales que expresaba una esencia popular, aprovechando el nuevo recurso que ofreció la radio, como novedoso medio de comunicación de la época que se adicionó a los renovados medios impresos que, ahora, debían expresar sus mensajes a una creciente población letrada, por influjo de las acciones del reconstituido sistema educativo.

 

Diego Rivera. Mural de la escalinata del Palacio Nacional [1929]

 

Todo ello sería conducido por el grupo triunfante durante la etapa armada y sus sucesores, haciendo uso de su poder militar y de las reformas incorporadas en la Constitución de 1917, para lograr las transformaciones económicas, políticas y jurídicas requeridas para anexar al país al moderno desarrollo industrial.

 

Para lograrlo, primero se neutralizó al radicalismo revolucionario y se destruyeron los remanentes contrarrevolucionarios; se redujo violenta y continuadamente el caudillismo y militarismo generado por la propia Revolución; se generaron las primeras organizaciones políticas que permitieron reconstituir la vida política nacional, las cuales serían forzadas en su mayoría a incorporarse en un único partido político para reducir las tensiones generadas por los cambios de gobierno. Para acabar incorporando a los diversos sectores productivos en corporaciones organizadas bajo su tutela y dirección, ofreciendo a los sectores sociales más beneficiados la continuidad del sistema capitalista con intervencionismo estatal en la economía, y a las capas medias y los proletarios los apoyos derivados del Estado Benefactor, que les permitirían a futuro mejorar económicamente y lograr su ascenso social, además de su posible incorporación, como nuevos cuadros, dentro de la jerarquía política del nuevo régimen posrevolucionario que dirigiría a la nación por setenta años.

 

Un ejemplo de estas manifestaciones, apuntan Mellado (2012) y Ruiz (2001), lo constituyó un concurso de belleza, que se conoció como La India Bonita, promovido por el ingeniero Félix Fulgencio Palavicini, fundador y director del periódico El Universal, para celebrar el Centenario de la Consumación de la Independencia, en 1921, donde se eligiera a: …la india más bonita de México. Este concurso formó parte de la construcción del nuevo nacionalismo mestizo, que proclamaba la idea de que los mexicanos formaban un grupo racial y cultural que suplantaba las mitologías raciales europeas con mitologías locales o nacionales.

 

Generales Eugenio Martínez, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Francisco R. Serrano. [AGN. Archivo Plutarco Elías Calles]

 

La ganadora del concurso fue María Bibiana Uribe Amaro, una mujer indígena de 18 años originaria de San Miguel Tenango, Huauchinango Puebla, cuya presencia se reportó así en los medios de comunicación [El Universal Ilustrado, Año V, No. 223, jueves 11 de agosto de 1921, p. 11]:

…ha llegado a nosotros acompañada de su abuela, una india de pura raza 'meshica' que no habla español.

 

El evento fue aprovechado por una prestigiosa compañía de teatro del momento, la Compañía Fábregas, comenta Mellado (2012), para una puesta en escena que llevaba el mismo nombre, convirtiéndose en un ejemplo de teatro nacional durante la década.

 

El 18 de septiembre Bibiana encabezó un desfile de carros alegóricos y el 25 de septiembre en el Teatro Esperanza Iris de la ciudad de México se realizó una velada en su honor que se comentó así en El Universal Ilustrado [Año V, No. 223, jueves 11 de agosto de 1921, p. 11]:

…ante una selecta concurrencia, recibió en nombre de la clase indígena, el homenaje que la clase intelectual rinde a la raza de bronce.

 

Comenta Mellado (2012), que la muchacha recibió como premios, entre otras cosas, un collar formado por monedas de oro engarzadas en finas cadenillas; tres mil pesos en oro; una aportación de los cines, teatros y carpas más importantes de la época por la cantidad de 4,407 pesos; una cama matrimonial de la fábrica de colchones La Luz; un estuche de jabones y perfumes Heno de Pravia de la fábrica Imperial; un vals de Miguel Lerdo de Tejada titulado La india bonita; un reloj de pulsera y un par de aretes.

María Bibiana Uribe, ganadora del concurso La India Bonita [1921]

 

En este proceso de integración de amplios sectores marginados de la población fueron muy significativas, además de genuinas y de gran arraigo popular, las acciones realizadas durante el sexenio cardenista al incrementar el reparto agrario, al fortalecer la organización obrera en torno al sindicalismo para lograr sus reivindicaciones económicas, el impulso dado a la creación de organizaciones antifascistas y su proyección internacional, además de la recuperación de los recursos naturales del país con la expropiación petrolera y el fortalecimiento de instituciones económicas y educativas que permitieran la industrialización nacional. Lo que generó, al decir de Monsiváis, una conceptualización social nacional, en donde:

El pueblo cree en la mitología que se le ofrece y el Estado ofrece una mitología parcialmente forzada por las creencias del pueblo.

 

El nacionalismo, adicionado con propuestas de modernización, se integraría al concepto de la Revolución Mexicana durante la mayor parte del siglo XX, auspiciado por los gobiernos posrevolucionarios bajo la guía del presidente en turno y, posteriormente, en torno de la fuerza corporativa del partido político de Estado (Partido Nacional Revolucionario, PNR; Partido de la Revolución Mexicana, PRM y el Partido Revolucionario Institucional, PRI). Propagándose en las clases populares con una revaloración, reestructuración y unificación de sus tradiciones bajo el influjo de las proclamas y la participación creativa de las élites intelectuales, además de que las reformadas clases medias y la burguesía posrevolucionaria encontraron en su discurso un sentido de pertenencia, y expresión de su identidad nacional y sus intereses.

Manifestación de festejo de la expropiación petrolera. AGN, Archivo Fotográfico Díaz, Delgado y García

 

Referencias


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