Programa de Cómputo para la Enseñanza: Cultura y Vida Cotidiana: 1900-1920

Historia de México II. Primera Unidad: Crisis del Porfiriato y México Revolucionario 1900-1920

Las artes plásticas de 1900 a 1920

Propósitos: Valorar el impacto sociocultural de la Revolución Mexicana, así como la diversidad de grupos sociales y regionales participantes en ella

Humberto Domínguez Chávez. Julio de 2013

 

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La expresión plástica liberal al finalizar el siglo XIX

 

Derivado de lo anterior, en la plástica se multiplicaron las representaciones históricas, comenta Florescano (2005), cuyos temas se avocaron a temas prehispánicos, de la Independencia o alusivos a la consolidación del Estado por los liberales; sin olvidarse de los caudillos, bajo cuya conducción se había alcanzado la Independencia, la modernidad y el progreso.

 

Se sustentaría la integridad del territorio nacional con base en el argumento que otorgaba la ocupación ancestral por los pueblos prehispánicos, de ahí la revaloración de esta época a lo largo del Porfiriato, que fue expresada por alumnos de la Academia Nacional de Bellas Artes[3] en pinturas como La fundación de México (1889) de Joaquín Ramírez, o Moctezuma II visita en Chapultepec los retratos de sus antecesores (1895), de Daniel del Valle (1867-1935).

 

Además de buscarse el celebrar a un héroe indígena, considerando el mismo Riva Palacio que Cuauhtémoc materializaba este ideal como el primer caudillo defensor de la patria, al sugerir la erección del primer monumento nacional a su memoria; el cual sería inaugurado a 336 años de su rendición ante las huestes castellanas el 21 de agosto de 1887.

 

Monumento cuya inscripción, señala Florescano, equiparaba a los aztecas, considerados los representantes de la antigua nación indígena que habían luchado contra la invasión hispana, con los liberales que habían defendido a la patria de los invasores franceses:

 

A la memoria de Cuauhtémoc y de los guerreros que combatieron heroicamente en defensa de su Patria.

 

Tiburcio Sánchez de la Barquera Miguel Hidalgo [1875]

 

El conjunto escultórico fue diseñado por Francisco M. Jiménez y esculpió Miguel A. Noreña (1843-1894) la figura de Cuauhtemoc sobre un pedestal en forma de pirámide, mientras que Gabriel Guerra (1847-1893) elaboraría dos paneles en bajorrelieve, que representaban la captura del tlatoani mexica y el suplicio a que fue sometido por los castellanos.

 

 

Joaquín Ramírez La fundación de México [1889]

 

Daniel del Valle Moctezuma II visita en Chapultepec los retratos de sus antecesores [1895]

Francisco M. Jiménez y Miguel Noreña Monumento a Cuauhtemoc [1887]

 

Cinco años después de la erección del monumento a Cuauhtémoc, Leandro Izaguirre (1867-1941) crearía el modelo a seguir que pugnaban los maestros y críticos, señala Ruiz (2006b); para que en la pintura se resaltaran los hechos cruciales de la historia mexicana, a fin de utilizarlos como temas de inspiración en sus lienzos.

 

Los temas de Guerra e Izaguirre, continua Ruiz, se enmarcan dentro de los cánones estéticos del arte decimonónico, en donde se expresa la tragedia de este acontecimiento y el estoicismo del personaje al afrontar la derrota en un estilo de los héroes del mundo helénico y romano, por lo que aparece Cuauhtémoc ataviado con una toga. Al respecto de este creciente nacionalismo, Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893) se preguntaba hacia los inicios del Porfiriato:

 

¿Por qué tantos jóvenes, poseyendo un verdadero conjunto de cualidades artísticas, no han acometido la empresa de crear una escuela pictórica y escultórica esencialmente nacional, moderna y en armonía con los progresos incontrastables del siglo XIX? [4]

 

 

Gabriel Guerra Suplicio de Cuauhtemoc [1887]

 

Miguel A. Noreña Monumento a Juárez [1891]

 

Leandro Izaguirre El suplicio de Cuauhtemoc [1892]

 

Mientras que Manuel de Olaguíbel (1845-1900) sugería a los artistas por las mismas fechas:

 

…para el género histórico contáis con héroes sublimes, para la pintura de interior, con tipos interesantes, y para el paisaje, con una naturaleza virgen.[5]

 

Las expresiones plásticas rescataron los pasajes de la historia prehispánica, apunta Ruiz, y sus protagonistas fueron presentados con un físico más apegado a los ideales de belleza europeos.

 

En los motivos arquitectónicos incluidos en las representaciones se incluyeron puertas trapezoidales que sustituyeron a las galerías con columnas de la arquitectura grecolatina, mientras que los escalones y frontones se decoraron con grecas prehispánicas. Adicionalmente, en el mobiliario y el menaje se incluyeron equipales, petates, cántaros y jícaras.

 

Jesús F. Contreras Nezahualcoyotl [1889]

Jesús F. Contreras Izcoatl [1889]

Jesús F. Contreras Totoquihuatzin [1889]

 

En cuanto al atavío de los personajes, estos se presentaron portando mantas, quexquemetl y rebozos; mientras que las macanas, arcos y flechas sustituyeron a las espadas occidentales. Señala Pérez (2003) que en las representaciones de temas históricos, con inclusiones de temas indígenas, se olvidó completamente a las diversas culturas prehispánicas ajenas al Valle de México; debido a que en el imaginario social construido por los liberales, se concluyó que la nación era heredera directa del mundo que comprendía a los antiguos mexicas, del que incluso tomó su nombre:

 

La solución consistió en inventarse la existencia de un Méjico previo a la conquista que englobase la totalidad del Méjico de la colonia, un imperio azteca que se correspondiese exactamente con el Virreinato de la Nueva España pero que fuese la negación de éste. Para ello era necesario que el pasado prehispánico fuese, de forma exclusiva y excluyente, el pasado azteca, que se confundiese con él. Esta amnesia colectiva es la condición previa para poder hablar de una nación mejicana anterior a la Independencia.

 

 

Pabellón mexicano en la Exposición Internacional de París de 1889

 

Este renovado nacionalismo se exhibiría en el exterior, en ocasión de la participación mexicana en la Exposición Internacional de Paris de 1889. En donde el Porfiriato presentó en este evento, en donde se presentaban los avances de las naciones más desarrolladas, un pabellón que recreaba lo que se consideraba representaba para ellos un Palacio Azteca, comenta Florescano (2005: 211); en donde se expusieron los avances logrados en materia agrícola, industrial y comercial, que mostraba la imagen de una nación moderna, que a su vez estaba anclada en sus raíces indígenas y su pasado glorioso.

 

El frontispicio de la edificación, cuyo acceso retomaba una escalinatas y unas cariátides de estilo tolteca, se mostraban una serie de bajorrelieves con las efigies de distinguidos gobernantes de los pueblos prehispánicos del altiplano,[6] mientras que en su interior se presentaba una exposición pictórica con las obras de José Obregón y Rodrigo Gutiérrez El descubrimiento del pulque y El senado de Tlaxcala, además de una serie de cuadros del paisaje mexicano pintados por José María Velasco (1840-1912), con temas de carácter nacionalista.

 

En la exposición se incluyeron en el pabellón artículos de exportación mexicanos, como el oro, la plata, el henequén, el café y tabaco, además de ofrecerse toda una serie de opciones de inversión, apoyadas en una exposición de las obras públicas realizadas, como los ferrocarriles, telégrafos, puertos, escuelas y hospitales.

 

Los temas de paisajes, como forma expresiva, se multiplicaron durante el último tercio del siglo XIX, comenta Mainero (2012), mostrando dentro de las vistas bucólicas de un México tradicional, la intromisión paulatina del desarrollo tecnológico e industrial en el paisaje nacional, que permitía apreciar la trasformación del mundo rural al que se incorporaban fábricas y trenes, emblemas del progreso pregonado por el Porfiriato, que buscaba convertir al país en una nación moderna.

 

José María Velasco El Puente de Metlac [1881]

José María Velasco El Citlaltépetl [1897]

 

[3] Al desaparecer el Imperio de Maximiliano y restaurarse la República en 1867, la Academia de San Carlos, fundada en 1783, pasó a depender del Estado y se transformó en la Academia Nacional de Bellas Artes, bao el influjo de las ideas liberales.

[4] Ruiz (2006b: 56); apud: Ignacio Manuel Altamirano, “La pintura histórica en México”, (El Artista, México, 1874); en: Rodríguez Prampolini Ida (1964), La crítica de arte en México en el siglo XIX, México, UNAM Instituto de Investigaciones Estéticas, t. II, p. 185.

[5] Ruiz (2006b: 56); apud: Manuel Olaguíbel, “Nuestros artistas. Pasado y porvenir” (El Artista, 1874); en: Rodríguez Prampolini Ida (1964), Op. cit., t. II, pp. 189-190

[6] Que en la actualidad pueden ser contemplados en el Jardín de la Triple Alianza, al lado del Museo del Ejército, que se ubica en la esquina de las calles de Tacuba y Filomeno Mata en el Centro Histórico de la ciudad de México.

 

Referencias


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