Programa de Cómputo para la Enseñanza

Historia de México II Segunda Unidad: Reconstrucción Nacional e Institucionalización de la Revolución Mexicana 1920-1940

Cultura y Vida Cotidiana 1920-1940

Propósitos: Valorar algunas manifestaciones socioculturales influidas por el nacionalismo revolucionario y su impacto sociocultural

Mayo de 2012

 

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El desarrollo soviético y la izquierda mexicana en los años de 1920 a 1940

 

La izquierda mexicana, que había transitado desde las posiciones anarquistas importadas al país por Plotino Rhodakanaty, un año antes de la Intervención Francesa; el anarcosindicalismo del Partido Liberal Mexicano y la Casa del Obrero Mundial en los inicios de la Revolución; y la constitución de las primeras centrales obreras como la CROM, durante el gobierno carrancista, habían logrado integrar un Partido Comunista en 1919 que, como la mayoría de estas organizaciones americanas, seguía las políticas marcadas por la Unión Soviética.

 

En ese mismo año se fundó en Moscú la Tercera Internacional, ahora comunista o Comintern, con el propósito de desligar a las agrupaciones prosoviéticas de otras organizaciones socialdemócratas que habían configurado una organización anterior, fundada en 1889, cuyo propósito había sido apoyar internacionalmente a las agrupaciones obreras. Sin embargo, con motivo del nacionalismo que había desatado la Primera Guerra Mundial, esta Segunda Internacional prácticamente había desaparecido desde el comienzo del conflicto.

 

Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano: Anselmo Figueroa, Práxedis G. Guerrero, Ricardo Flores Magón, Enrique Flores Magón y Librado Rivera

Fundadores de la Casa del Obrero Mundial: Rosendo Salazar con Pioquinto Roldán, Eloy Armenta, Luis Méndez, Juan Francisco Moncaleano, Jacinto Huitrón, Rodolfo Ramírez, J. Trinidad Juárez y Fernando González.

Luis N. Morones con otros miembros del Comité Ejecutivo de la CROM

 

La primera década de la Revolución Rusa fue bastante complicada, al tener que enfrentar los problemas derivados de una revolución, los efectos de una guerra civil y la presión internacional ante el fracaso de otras organizaciones comunistas por tomar el poder en diversos países europeos, al finalizar la guerra mundial. Lo que mostraba el decaimiento de la virulencia revolucionaria europea para 1921, generada como consecuencia del conflicto bélico.

 

La Unión Soviética, que había realizado la primera revolución comunista se encontraba en peligro, sumida en una guerra civil, en donde era relevante el apoyo proletario internacionalista para enfrentar a los enemigos del régimen bolchevique que había derrocado al gobierno democrático que suplió al zarismo en Rusia en 1917.

 

La Comintern jugaba un papel importante para controlar las acciones comunistas internacionales a favor de lograr la revolución mundial y la supervivencia de la Unión Soviética, lo que conllevó a la depuración de los partidos de otros países, expulsándose a los que consideraban eran “reformistas” y “oportunistas”, para que se aceptaran totalmente los lineamientos provenientes de Moscú en cuanto a su aplicación, sin importar la situación de sus políticas nacionales.

 

Segundo Congreso de la Comintern, Moscú 1920

 

Vladimir Ilich Lenin había redactado en 1920 un folleto: El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo, donde prefiguraba la línea a seguir; poniendo fin a la época del llamado a una revolución comunista internacional, para impulsar en su lugar políticas de alianzas en frentes unidos con los integrantes, mas no con los dirigentes, de los así llamados partidos socialistas reformistas. Lo anterior partió de considerar que la economía soviética únicamente podía sobrevivir con la exportación de granos, para lo que era necesario el reconocimiento internacional, lo que se logró entre 1922 y 1924. Por lo que la virulencia revolucionaria comunista debía cesar en el resto del mundo, lo que se impulsó a través de la Comintern.

 

Para apoyar el consumo interno, reactivar la producción de alimentos y lograr el apoyo popular, sobre todo de los campesinos al régimen, los dirigentes soviéticos pusieron en marcha, con su triunfo en la guerra civil, una nueva política económica que permitió la existencia de un mercado interno, mientras que las fábricas de bienes de consumo, como las textiles, fueron desnacionalizadas y separadas del control centralizado del Estado, al mismo tiempo que se realizó la primera de las depuraciones del partido, centralizando el poder político en su Comité Central.(1)

 

La enfermedad y muerte de Lenin, para 1924, acarreó una lucha por el poder entre los principales dirigentes del Partido Comunista Soviético; entre quienes propugnaban la continuación de lo que consideraban integraba una revolución internacional comunista europea, y quienes buscaban mantener la revolución soviética a todo costo.

Trotsky, Lenin y Kamenev en el Congreso del Partido Comunista de la URSS [1919]

(1) Priestland (2010), Bandera Roja. Historia política y cultural del comunismo, Barcelona, Crítica, pp. 120-133

 

Stalin resultó vencedor sobre otros dirigentes bolcheviques a la muerte de Lenin, al rechazar la política del radicalismo revolucionario, con lo que se apoderó del partido; al mismo tiempo que inició una política de depuración y persecución de sus opositores, dentro y fuera de la Unión Soviética, estableciendo la tesis siguiente:

…un internacionalista es aquel que está dispuesto a defender la URSS sin reservas, sin vacilaciones, incondicionalmente; ya que la URSS es la base del movimiento revolucionario mundial, y ese movimiento revolucionario no se puede alentar y promover sin defender la URSS.

 

Para 1926 la Unión Soviética enfrentaba una grave crisis de producción, al mismo tiempo que se consideraba necesario fortalecer la industrialización y reforzar a las fuerzas armadas, por lo que Stalin entonces dio por terminada la política económica de mercado, al mismo tiempo que se establecía el total control de la producción por el Estado; transformando al mismo tiempo a toda la sociedad en un ente bajo su control, en todos los aspectos, pregonándose una supuesta igualdad cuyos ascensos serían supervisados por el partido, quien vigilaría el comportamiento y desempeño individual en el cumplimiento de una planificación centralizada.(2)

Stalin con varios integrantes del Comité Central del PCUS: N.K. Antipov, Sergei Kirov y N.M. Shvernik en Leningrado [1925]

(2) Op. cit., pp. 134-153

 

La nueva política económica se inició con un primer Plan Quinquenal, en 1928, que se anunciaba permitiría a la Unión Soviética no sólo alcanzar los niveles de producción de los países capitalistas, sino superarlos; por lo que todos los ciudadanos, en especial los miembros del partido, tenían que ser leales y creyentes del sistema. Para su aplicación se iniciaron una serie de depuraciones y castigos para los infractores, que llevarían a millones de personas a ser deportadas a campos de concentración o asesinadas, a partir de 1929, con lo que se buscaba el cumplimiento de la planificación centralizada.

 

Así se estableció un sistema policíaco y de denuncia, en el que todos eran vigilados y a su vez vigilaban a los demás, para el cumplimiento de los objetivos llamados socialistas; por lo que los efectos de la gran crisis económica, que afectó al mundo capitalista a partir de 1929, pudieron ser mejor contenidos en una sociedad que vivía bajo un control totalitario.3

 

Para el inicio del segundo Plan Quinquenal, 1933-1937, se consideró que la URSS había alcanzado el socialismo, que el enemigo de clase interno había sido derrotado y que se había logrado el igualitarismo con una sociedad moderna, socialista e industrializada. Mientras el resto de los países capitalistas transitaba por situaciones económicas de carestía, desempleo, crisis social, y los países del continente veían el crecimiento de los movimientos nazis-fascistas. Por su parte, la Unión Soviética parecía haber logrado superar la crisis con la planificación económica y la industrialización, que permitía a su población mejores estándares de vida que en los inicios del régimen soviético.(4)

 

Fábrica de Tractores de Stalingrado [1930]

(3) Op. cit., pp. 158-165

(4) Op. cit., pp. 165-167

 

Cartel para impulsar el culto a la personalidad de Stalin

En donde, sin embargo, desde 1932 todos los ciudadanos portaban un carnet de identidad que consignaba sus datos personales y aquellos en relación con su forma de vida y residencia, para asegurar el control y vigilancia de la sociedad por el partido.

 

Quien era el que castigaba o premiaba el comportamiento de los integrantes de la sociedad con empleos, viviendas, posibilidades de estudio y mejoras en las condiciones de vida. Se desarrolló así un tipo de sociedad paternalista que era administrada, regida, controlada y proyectada por Stalin, quien multiplicaba esta figura paternal en todos y cada uno de los funcionarios en la estructura social, económica y política, bajo cuya dirección y capacidad de represión se organizaba y trabajaba la sociedad soviética.

 

Bajo este sistema se desató, entre 1935-1937, una época de terror que le permitió a Stalin eliminar a prominentes miembros del partido y del ejército, como ya lo había hecho con León Trotsky en 1929, acusándolos de participar en una gran conspiración y de ser aliados de los nazis. La multifacética depuración se llevó a efecto bajo el siguiente principio indicado por Stalin, cualquiera que:

…con sus hechos o con sus pensamientos ataque a la unidad del estado socialista será destruido sin contemplaciones.(5)

 

Las condiciones socioeconómicas, y la crisis política, que afectó a los países capitalistas como consecuencia de la crisis económica mundial iniciada en 1929, generó para la Comintern la creencia de la existencia de una nueva etapa revolucionaria en el contexto internacional, por lo que instruyó a los partidos comunistas de aprovecharla, por su situación revolucionaria, para lanzar una ofensiva contra el capitalismo que parecía estar agonizante, intensificando la lucha, incluso aliándose con las organizaciones socialdemócratas, para acabar con los regímenes parlamentarios.

(5) Op. cit., pp. 173-188

 

La extrema derecha en estas sociedades, por su parte, consideraba que los liberales eran causantes de la crisis económica y de agudizar los conflictos políticos por su excesiva tolerancia, mientras que los comunistas únicamente contribuían a dividir a las naciones con la tesis de la lucha de clases, por lo que se inclinaron por generar sistemas represivos que, en algunos países, condujeron a la diseminación de regímenes dictatoriales de corte fascista, nazista y falangista.

 

El fortalecimiento de estas dictaduras, que mostraron actuar unidas para expandirse por el mundo, obligaron a una rectificación de la propia Comintern; quien, a partir de la experiencia del aniquilamiento de la República Española en 1938, y del expansionismo japonés, italiano y alemán por el extremo oriente, África y la propia Europa, se encontró con un enemigo más feroz que ponía en riesgo la existencia de la Unión Soviética.

El mundo en la década de 1940

 

Por lo que instruyó a sus partidos comunistas en el mundo entero a abandonar la política sectaria de enfrentamiento entre clases sociales, que al mismo tiempo buscaba acabar con los gobiernos parlamentarios; estableciendo, nuevamente, la política de conformación de frentes amplios de alianza con todas las fuerzas políticas, sin importar su orientación e intereses de clase social, salvo que estuvieran en contra del fascismo internacional, y a favor de la democracia y de la paz.

 

Para los países europeos, con una gran fuerza obrera dentro de las filas de sus partidos comunistas, esta nueva política de alianzas indicada por la Comintern, de conformar frentes antifascistas, resultó redituable políticamente. De igual manera repercutió para los partidos latinoamericanos, que se habían integrado con intelectuales, quienes habían tenido que enfrentar la feroz oposición a cualquier cambio por parte de la Iglesia Católica, además de la incomprensión de la propia Comintern por su obsesión por el proletariado industrial, casi ausente en países no industrializados.(6)

 

En el caso mexicano, el que sus futuros dirigentes hubieran tenido que combatir el radicalismo campesino, ganándose su repudio en momentos claros revolucionarios al aliarse con sectores de la burguesía que buscaban reestructurar el sistema capitalista, en medio de una transición sociopolítica violenta, como fue la Revolución Mexicana, el discurso modernizador de los gobiernos encabezados por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, que incluía a campesinos e indígenas además de buscar mejorar las condiciones socioeconómicas de la población, que había sido corporativizada en organizaciones dirigidas centralmente por un partido político único, recibió el apoyo incondicional del Partido Comunista Mexicano en este proyecto de nación; que buscaba industrializar y urbanizar al país.

 

Lo que a la larga, consideraban los comunistas mexicanos, y sus líderes en Moscú, propiciaría la integración de un proletariado industrial que se encargara, a futuro, de realizar la revolución socialista; mientras, en lo inmediato, colaborarían en el esfuerzo antifascista y la defensa de la URSS.

(6) Op. cit., pp. 193-206

 

 

Vicente Lombardo Toledano y Lázaro Cárdenas

 

Comité Nacional de Defensa Proletaria, 1935

 

Enfrentamiento obrero con los Camisas Doradas [1935]