Programa de Cómputo para la Enseñanza: Cultura y Vida Cotidiana: 1900-1920

Historia de México II Primera Unidad: Crisis del Porfiriato y México Revolucionario 1900-1920

La música y el teatro popular de 1900 a 1920

Propósitos: Valorar el impacto sociocultural de la Revolución Mexicana, así como la diversidad de grupos sociales y regionales participantes en ella

Humberto Domínguez Chávez. Mayo de 2013

 

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Antecedentes

 

La música popular mexicana es producto de los procesos de mestizaje cultural que se dieron durante la época colonial, comenta Vega (2010), del que resulto un híbrido en el que se integraron tres líneas de influencias: la música europea, la indígena y la negra; sobre las influencias de la música europea se señala principalmente a la música española, sobre todo la andaluza, sin olvidar las aportaciones de la italiana, francesa, alemana e irlandesa y del resto de Europa del Este en la configuración de la música tradicional en diferentes regiones de México.

 

El convulsionado siglo XIX, y la Intervención Francesa en México, impulsó de nuevo el modelo europeo y terminó, por otra parte, dando como resultado el reforzamiento de los regionalismos que se dieron en el contexto de una sociedad compleja y diversa, que se manifestó en expresiones musicales populares, que a lo largo de los siglos se convirtieron en tradición.

 

El acervo lírico tradicional que se cantó en el país durante el siglo XX, comenta Sánchez (2010), se deriva de un repertorio producto de adopciones y adaptaciones coloniales de géneros musicales y literarios hispanos, como los zapateados, fandangos, boleros, malagueñas, peteneras, guajiras y tangos; además de formas literarias como las seguidillas, coplas, décimas, romances y glosas, a las que la Independencia les puso fin como poder hegemónico hispano; pudiéndose apreciar que estas expresiones líricas se agrupan en la canción, el romance-corrido, la valona y el son, que perduraron en las zonas rurales.

 

Hermanos Olivar en 1901[Exposición Panamericana de Buffalo, Nueva York]

 

Siendo en la canción en donde en sus letras se manifiesta la intimidad del sujeto, continua Sánchez, a partir de la manifestación de sus sentimientos [poesía lírica]; mientras que en las otras formas encontraremos descripciones-narraciones que tienen existencia fuera del narrador [la poesía épica], o existen enunciaciones a cargo de personajes cuyas acciones dejan fuera la intervención del autor [la poesía dramática].

 

Uno de los rasgos característicos de la música popular, comenta González (2001), está constituida por los géneros del son, el jarabe y la Valona. Además del conjunto que los interpreta, que se integra por vihuelas, jaranas o guitarras, violines y arpas, que también sirven como instrumentos de percusión al tamborilearse sus tapas.

 

El son y el jarabe se caracterizan por melodías que se repiten una y otra vez, por la reiteración de estrofas, así como por los motivos y personajes que se narran. La música, letra y el baile integran una unidad, en donde participan parejas,[1] y en donde la interpretación por los violines suele coincidir con el silencio de la voz y el zapateado, mientras que el canto coincide con el silencio de los violines.

 

En el son encontramos un estribillo que se tararea a dos voces, que en algunos casos intercala versos, o puede constar sólo de un ¡Ay, la, la, la! Por su parte la valona es un género narrativo, que se inicia con la melodía interpretada por los violines, a lo que sigue el recitado de la letra, en donde el texto más que cantarse se recita, al igual que en el jarabe, siendo común que también se integre una estrofa de despedida, que anuncia el final de la composición.

 

El vocablo jarabe, comenta Mejía (2011), se deriva del árabe Xarab que significa mixtura, que hace alusión a una mezcla de productos herbolarios con fines curativos, o en este caso a la amalgama musical que articula una melodía de carácter popular.

 

Saturnino Herrán El Jarabe [1913]

 

Lila Downs La Iguana

Mariachi Vargas, Camino Real de Colima

Conjunto Arpa Grande, Mi tierra caliente

Alma de Apatzingan, El prestamista

 

La abundancia en la producción de esta forma musical, señala Mendoza (1953), hizo que Juan N. Cordero (1822-1884) intentara en 1897, un análisis técnico del Jarabe para uso de los estudiantes del Conservatorio Nacional de Música.

 

Para 1919, comentan Garrido (1974), García Medina (2005a) y Mejía (2011), Miguel Ríos Toledano (1875-1914) realizó arreglos para orquesta de distintos sones; entre ellos el primero del Jarabe Tapatío, compuesto hacia 1913, además de otros, como El atole, El palomo, El perico, Los enanos y La diana; cuyas coreografías realizadas por las bailarinas Eva, Celia y Alicia Pérez Caro[2] agradarían a la bailarina Ana Pavlova durante sus presentaciones en México, quien les pidió que le enseñaran los movimientos, los que luego presentó en sus actuaciones.

 

…cuya conformación definitiva se la dio el director de bandas militares Miguel Ríos Toledano así como el compositor José de Jesús Martínez quienes fueron ligando los distintos sones que componen esta danza popular y le fueron dando la continuidad que actualmente tiene.[3]

 

Sobre la amplia difusión de estos sones, comenta Mendoza (1953: 60) que:

Bailarines de Jarabe [ca. 1918]

 

Mariachi Vargas, Jarabe Tapatío

Charles Grobe, El perico [ca. 1847]

Trío Los Paseadores, Huapango Los enanos

 

Desde principios del siglo XIX, Jalisco se había distinguido por la abundancia de producción de jarabes, sones y canciones, los que afluían en primer lugar a las ferias regionales de San Juan de los Lagos, de Jalapa, Acapulco, Sal tillo y Chihuahua; en seguida eran transportados a los rincones remotos del país por los cantadores, comerciantes y viajeros... En los últimos años del siglo la música de Jalisco por medio de sus representantes, contratados al efecto para la enseñanza, la dirección de bandas y para animar las famosas fiestas del Carnaval de Mazatlán, se internó por la Costa del Pacífico inundando Sinaloa y llegando hasta las Californias.

 

[1] En otras épocas también participaban jinetes a caballo

[2] Moncada (2010)

[3] Mejía (2011)

 

Referencias


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