Programa de Cómputo para la Enseñanza: Cultura y Vida Cotidiana: 1900-1920

Historia de México II. Primera Unidad: Crisis del Porfiriato y México Revolucionario 1900-1920

1900-1920: el contexto socioeconómico y político

Propósitos: Valorar el impacto sociocultural de la Revolución Mexicana, así como la diversidad de grupos sociales y regionales participantes en ella

Humberto Domínguez Chávez. Julio de 2013

 

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La insurrección maderista

 

Porfirio Díaz en las Fiestas del Centenario

 

Las elecciones se realizaron el 26 de junio con el candidato de la oposición recluido en San Luis Potosí, comentan Silva Herzog (1954) y Del Río (2003), y el 10 de agosto el Colegio Electoral anunció el triunfo de Porfirio Díaz y Corral.[16] El resultado de las elecciones se ratificó por el Congreso el 27 de septiembre, y Madero huyó de San Luis Potosí el 6 de octubre, con lo que se iniciaba el camino de la insurrección armada para terminar con la dictadura. Para la Porfiriato todo parecía resuelto con el fraude electoral y el país se preparó en septiembre para celebrar el Centenario de la Independencia, mientras Madero hacía planes que se concretaron con la publicación del Plan de San Luis Potosí.

Madero con Benjamin Johannes Viljoen y Roque González Garza en San Antonio, Texas [1910]

 

Madero con José de la Luz Blanco y Juan Sánchez Azcona

 

En donde se declaraban nulas las elecciones y se nombraba a Madero presidente provisional, haciéndose un llamado a la insurrección; que se iniciaría el 20 de noviembre a las 6 de la tarde, en donde sus partidarios deberían portar distintivos tricolores para identificarse. En el Plan también se denunció que numerosos pequeños propietarios, indígenas en su mayoría, habían sido despojados abusivamente de sus terrenos al amparo de la ley de baldíos, comenta González (1987: 5), ofrecimiento que generó la incorporación en el levantamiento de multitud de campesinos, en contra del gobierno de Díaz.

 

Muchos entendieron lo que quisieron del Plan, en relación con la posibilidad de un reparto agrario, ya que el confuso ofrecimiento constituía una medida más radical que la propugnada anteriormente por el Partido Liberal Mexicano en 1906, en donde únicamente se consideraba aprovechar las tierras sin producir para realizar un reparto agrario; por lo que el señalamiento maderista tuvo un mayor impacto sociopolítico entre la población.

 

Por lo anterior, Madero y su grupo cercano, además de multitud de viejos reyistas y nuevos partidarios, sobre todo procedentes de los grupos urbanos de clase media y alta de la sociedad porfirista, quienes viajaron a los Estados Unidos para lograr que los comisionara como dirigentes en las diferentes partes del país, buscaron planear y organizar una rebelión que debía ser rápida y controlada.

 

 

Mientras que la insurrección cundía en manos de una multitud de dirigentes procedentes de los grupos más populares; entre los que no sólo figuraban campesinos, sino profesionistas, artesanos, oficinistas y obreros. Dirigentes que serían designados democráticamente por las tropas que comandaban, por lo que actuarían por su cuenta y riesgo sin recibir instrucciones de un comandante supremo. Y si las recibían, de todas maneras continuaban actuando por su parte; eso sí, todos incorporados al Plan de San Luis Potosí, o lo que entendían que ahí se señalaba y prometía.

 

Desde San Antonio Texas, y con el propósito de iniciar la revuelta en el país el 20 de noviembre de 1910, comenta Villarelo (1970: 193-195), Madero orquestó una invasión desde los Estados Unidos en un punto cercano a Guerrero, Coahuila, vecino a Eagle Pass, Texas. En donde planeaba reunirse con las fuerzas que con antelación debería haber organizado Venustiano Carranza, las cuales se presuponía, previamente debían haber capturado la población de Monclova, para que unidos estos grupos pudieran lograr el control de Ciudad Porfirio Díaz [actual Piedras Negras, Coahuila] y establecer una zona revolucionaria en la zona fronteriza.

 

Maderistas en 1910

 

Sin embargo, Madero no encontró a los 200 insurrectos prometidos al cruzar la ribera del Río Bravo, ya que apenas una docena se concentró, por lo que después de una desafortunada escaramuza en Guerrero, y sin el apoyo de las tropas de Carranza regresó a los Estados Unidos. Resulta significativo que los planes orquestados por Madero desde Texas no resultaran, al respecto su hermano Gustavo llegó a señalar lo siguiente:

 

 

Aquiles Serdan

Don Venustiano Carranza ha estado preparando su expedición, pero la ha estado preparando con tal lentitud que ya me desespera. Todo cuanto ha pedido se le ha dado y es fecha que aún está esperando ciertas noticias para pasar. […] Ya tiene don Venustiano 50 rifles Winchester y 15 más que yo tenía en Ojinaga, son 65, número muy competente para comenzar… [17]

 

La sublevación en las zonas urbanas recibió varios reveses, como sucedió en la ciudad de México, donde el grupo comandado por Alfredo Robles Domínguez, Abel Serratos, Francisco Cosío Robelo y Ramón Rosales fueron aprehendidos al realizar sospechosas compras de armamento, señala De los Reyes (1996: 105); mientras que el levantamiento planeado en la ciudad de Puebla por Aquiles Serdán fue descubierto, y su dirigente y varios de sus seguidores fueron asesinados en un enfrentamiento armado con la policía el 18 de noviembre de 1910, comenta Sánchez (1976: pp. 273-280).

 

En Chihuahua Pascual Orozco, un conocido arriero y comerciante, se lanzó a la lucha con sus seguidores en la zona serrana, y lo mismo hicieron el dirigente y empleado ferrocarrilero Cástulo Herrera, además del bandido Pancho Villa, comenta Vargas (2011); todos ellos incorporados a la insurrección por el dirigente maderista en el estado, Abraham González, quien encargó esta responsabilidad a Herrera al huir hacia los Estados Unidos, ante la persecución porfirista.

 

 

 

Herrera y Villa lograron su primera victoria militar el 21 de noviembre de 1911, en San Andrés, mientras que Pascual Orozco logró capturar Ciudad Guerrero, el 4 de diciembre de 1911, comenta Meyer (1984: 31-41); ciudad que sólo pudo retener hasta el mes siguiente por la llegada de fuerzas militares porfiristas a la zona. Ante esta situación, diversos jefes serranos como José de la Luz Blanco, Cástulo Herrera, Pancho Villa, Epifanio Cos y Francisco Salido, acordaran aliarse bajo su mando, para fortalecer las fuerzas revolucionarias.

 

Francisco Villa

Pascual Orozco

 

 

 

Luis Moya

 

En otras partes de Coahuila se multiplicaron los levantamientos, en Saltillo, Arteaga, Ramos Arizpe, General Cepeda, Monclova y Cuatro Ciénegas, que se extendieron hasta el norte de Zacatecas, en Concepción del Oro y Mazapil; contingentes que actuaron bajo el mando de Rafael Cepeda, Eulalio y Luis Gutiérrez, Gertrudis G. Sánchez, Pablo González, Luis Moya, y el magonista Calixto Guerra, entre otros, señala Villarelo (1970: 199-200); cuyos integrantes asumían que se realizarían mejoras sociales y económicas al triunfo de la insurrección, además de un reparto agrario. En la sierra de Durango, comenta Avitia (2004), los hermanos Andrés, Eduardo, José, Mariano y Domingo Arrieta, impulsaron la insurrección bajo el mando de este último y de Calixto Contreras.

 

Estos grupos, aliados a otros grupos de insurrectos que operaban desde Sinaloa y que eran comandados por Conrado Antuna y Ramón F. Iturbe, desataron una guerra de guerrillas y lograron capturar Topia el día 9 de marzo de 1911, Tepehuanes el 7 de abril, Santiago Papasquiaro diez días después y Canatlán el 21 de abril, para poner sitio a la ciudad de Durango del 10 al 31 de mayo de 1911; mientras otros grupos operaban en el norte del estado, comandados por Maclovio Herrera, Jesús Agustín Castro, Manuel Chao y Tomás Urbina, quienes lograron capturar Indé y posteriormente Hidalgo del Parral en Chihuahua.

 

 

La captura de Durango en manos de los insurrectos fue posible con el apoyo de las fuerzas revolucionarias que operaban en la Comarca Lagunera. Las cuales habían capturado el 15 de mayo de 1911 la ciudad de Torreón, Coahuila, la cual tenía una gran importancia estratégica como centro agrícola, industrial y ferrocarrilero, razón por la cual los grupos de alzados habían realizaron un continuo hostigamiento sobre esa ciudad y las líneas de comunicaciones hacia Saltillo, Durango y Chihuahua.

 

Inicialmente estos insurrectos operaron bajo el mando de Mariano López Ortiz, Orestes Pereyra, Jesús Agustín Castro y Alberto Barrera Zambrano, quienes al no poder retener a fines de 1910 el cuartel de Gómez Palacio, Durango, continuaron la insurrección sobre las poblaciones circunvecinas al inicio de 1911.

 

Torreón, Coahuila [1910]

Benjamín Argumedo [1910]

 

Tropas a las que se unieron diversos grupos guerrilleros comandados por Gregorio García, Enrique Adame Macias, Benjamin Argumedo y Sixto Ugalde, quienes establecieron un cerco sobre la ciudad de Torreón, hasta lograr su captura cinco días después de la toma de Ciudad Juárez por las tropas de Orozco y Villa.

 

Domingo Arrieta

Pancho Villa y Calixto Contreras

Maclovio Herrera

Orestes Pereyra

Tomas Urbina

Jesús Agustín Castro

 

Principales combates durante la revolución maderista [Garciadiego, 2006: 30]

 

En Morelos se inició la insurrección en la Villa de Ayala, en marzo de 1911, comenta Sánchez (1976: pp. 263-272), bajo la dirección de Emiliano Zapata; quien había venido defendiendo a los campesinos de los despojos que realizaban los hacendados azucareros de la región. Pablo Torres Burgos, quien había viajado hasta San Antonio, Texas para entrevistarse con Madero, dirigiría inicialmente la revuelta; sin embargo, el profesor renunció a su mando al observar los excesos de los zapatistas en Jojutla y Jonacatepec, donde liberaron a los presos, destruyeron los archivos de las jefaturas políticas y de los juzgados, echaron abajo las líneas telefónicas y telegráficas, además de que realizaron saqueos.

 

El profesor regresó a la Villa de Ayala siendo fue capturado y ejecutado por la tropa federal en las cercanías de Cuernavaca. Las partidas de zapatistas continuaron sus incursiones apoyados con grupos de insurrectos tlaxcaltecas y poblanos, con quienes se apoderaron de Jonacatepec y Cuautla, entre el 2 y el 12 de mayo de 1911, mientras las tropas federales abandonaban las áreas rurales después de los Tratados de Ciudad Juárez, para concentrarse en la capital del estado.

 

Emiliano Zapata con Tirso Espinosa, Gildardo Magaña, M. Mejía, Abraham Martínez, Jesús Jáuregui, Rodolfo Magaña, Eufemio Zapata y Próculo Capistrán, en el Hotel Coliseo de la ciudad de México [24 de junio de 1911] (Centro de Estudios sobre la Universidad de la UNAM. Archivo Magaña)

 

 

En Guerrero la insurrección se organizó bajo la dirección de Ambrosio Figueroa en la zona central, la costa y la montaña, con armamento enviado por Madero, continua Sánchez (1976: pp. 243-258).

 

Fuerzas que lograron la captura de Iguala el 14 de mayo, además de ocupar posteriormente Chilpancingo sin combatir, por la retirada de las tropas federales como consecuencia de los Tratados de Ciudad Juárez.

 

Manuel Asúnsolo, Emiliano Zapata y Abraham Martínez en Cuernavaca [1911]

 

Madero con Ambrosio Figueroa en Cuernavaca [1912]

 

En Veracruz la insurrección se inició en la zona de Córdoba-Orizaba, apunta Sánchez (1976: pp. 286-290), por Gabriel Gavira, Rafael Tapia, Francisco Lagos Cházaro, Heriberto Jara, Camerino Z. Mendoza y Cándido Aguilar, bajo la dirección del primero por instrucciones del propio Madero.

 

Francisco Lagos Cházaro

Heriberto Jara

Camerino Z. Mendoza

Cándido Aguilar

 

Quienes incursionaron en Puebla para capturar Altotonga y Xico el 5 y 9 de mayo de 1911, Córdoba hacia finales del mes, y Jalapa en junio, en el contexto de los Tratados de Ciudad Juárez.

 

 

Gabriel Hernández

Por instrucciones de Madero la revuelta en el sureste estuvo a cargo de los tabasqueños Ignacio Gutiérrez Gómez y Luis Felipe Domínguez Suárez, además del campechano Manuel Castilla Brito, señala Sánchez (1976: pp. 298-306).

 

El primero operó en el sur de Veracruz y Tabasco hasta su muerte en combate, en abril de 1911; mientras que el segundo, que era primo de José María Pino Suárez, lo haría en Campeche. Por otra parte, las insurrecciones en Yucatán, Oaxaca y Chiapas se sucedieron sin mayor efecto en la revuelta.

 

Por lo que se refiere a los estados del centro del país, comenta Sánchez (1976: 307-310), sólo en Hidalgo, Tlaxcala y Guanajuato se sucedieron levantamientos de menor importancia, a cargo de Felipe de P. Mariel y Gabriel M. Hernández; el primero en la zona de Huejutla en Hidalgo, mientras el segundo lo haría en la zona de Apizaco y Tlaxcala, para incursionar posteriormente en regiones poblanas y lograr capturar en el mes de mayo Huauchinango, Tulancingo y Pachuca. Mientras en Guanajuato dirigiría la revuelta el profesor Cándido Navarro Serrano, quien después de capturar la capital del estado, a principios de febrero de 1911, continuó una incursión sobre San Felipe Torres Mochas y Silao, además de capturar San Luis Potosí durante el mes de mayo.

 

En Michoacán los levantamientos revolucionarios aparecieron hasta los meses de abril y mayo de 1911, comenta Sánchez (1976: pp. 237-239), cuando el gobierno de Díaz estaba agonizante y culminaron con la entrada a Morelia de los insurrectos maderistas el 13 de mayo de 1911. En Jalisco sucedieron levantamientos sin trascendencia, con incursiones de algunas partidas revolucionarias procedentes de Zacatecas, apunta Sánchez (1976: pp. 239-240), las que fueron rechazadas por tropas federales que se encontraban en territorio jalisciense. Mientras que en Colima la insurrección se extendió del 14 al 18 de mayo, cuando los insurrectos tomaron la capital sin haberse disparado un solo tiro, señala Sánchez (1976: 240-241).

 

Bajo la bandera del Partido Liberal Mexicano, comenta Samaniego (2007: 1202), de enero a junio de 1911 se sucedieron insurrecciones en Baja California por grupos de rancheros aliados con indígenas de la región (kiliwas, cucapás y pai-pais), a las que se incorporaron ciudadanos estadounidenses que eran miembros de la organización anarquista Industrial Workers of the World, IWW [Trabajadores Industriales del Mundo];[18] fuerzas que capturaron las poblaciones de Mexicali, El Álamo y Tijuana en el Norte de la península, constituyendo el único foco rebelde en contra del gobierno de Díaz en el territorio, comenta Taylor (1995: 34).

 

Todos ellos eran opositores del Porfiriato y simpatizaban con la revolución, sin que necesariamente el total de los insurrectos se identificaran con Madero o las ideas anarquistas de los magonistas, incluyéndose también quienes deseaban la anexión de Baja California a los Estados Unidos, en particular del valle de Mexicali. La revuelta bajacaliforniana, con un numeroso grupo de participantes extranjeros, señala Samaniego (1998), impulsó la idea de que se trataba de un movimiento anexionista a los Estados Unidos, a lo que se sumaron las declaraciones realizadas el 21 de febrero por Simón Berthold, prominente magonista y uno de los principales dirigentes, quien aceptó que:

 

…pretendían establecer una república ideal con hombres que trabajaran con sus propias manos.[19]

 

Tropas magonistas en Tijuana

 

 

Tropas magonistas en Mexicali

Lo que favoreció la campaña nacionalista en contra de lo que se llamó el filibusterismo estadounidense y resultó en una fragmentación de la autoridad de Ricardo Flores Magón, fue que permaneció en territorio estadounidense y no tomó parte activa en las operaciones militares en la península, prefiriendo continuar con su labor periodística y organizativa desde Los Angeles, California, otorgando considerable autonomía a sus líderes en la zona de combate. Los sublevados de Mexicali se declararon maderistas en mayo y junio de 1911, por lo que bajo lo señalado en los Tratados de Ciudad Juárez procedieron a entregar sus armas y disolver el movimiento.

 

Mientras que, entre los integrantes de las tropas que ocuparon Tijuana, apunta Samaniego (2007: 1239-1242), se manifestaron diversos conflictos entre mexicanos y extranjeros; los que se habían sucedido a lo largo de toda la campaña en la península, pero que se intensificaron a partir del 9 de mayo, dando como resultado que el grupo de extranjeros se fuera quedando solo. Lo que se agravó con la salida del país hacia la vecina San Diego, California, del dirigente anarquista Carl Ap Rhys Pryce, mientras que el resto de las fuerzas extranjeras, ahora comandadas por Jack Mosby, se enfrentaban con un contingente de fuerzas federales apoyadas por maderistas, quienes los derrotaron el 22 de junio de 1911, y acabaron con la insurrección magonista en la región.

 

Para febrero de 1911 las tropas al mando de Pascual Orozco incrementaron su poder militar en Chihuahua y amenazaron con capturar Ciudad Juárez, desistiendo de hacerlo debido a que se reforzó por tropas porfiristas. Por su parte, Madero planeo una nueva incursión en territorio nacional desde El Paso, Texas, con la intención de lograr la captura de una ciudad fronteriza y llamar la atención de los estadounidenses, después de su fracasada expedición en el norte de Coahuila.

 

Entró nuevamente a México el 13 de febrero de 1911, mientras que Díaz intentaba calmar a las buenas conciencias citadinas con anuncios de terminar el reeleccionismo, e incluso atender el problema agrario; sin embargo, la insurrección había crecido en el campo. Madero intentó un ataque sobre Casas Grandes, Chihuahua, el 6 de marzo de 1911, sin solicitar el apoyo de las fuerzas orozquistas, por lo que resultó completamente derrotado y los sobrevivientes del ataque debieron buscar refugio en la zona de Ciudad Guerrero, en la hacienda de Bustillos; en donde reconoció los méritos de los revolucionarios chihuahuenses, nombrando coronel a Orozco, mientras que Villa recibió el nombramiento de mayor del ejército revolucionario.

 

La sublevación aún no trascendía a nivel internacional, sin embargo los Estados Unidos movilizaron a sus tropas en la frontera como precaución y pusieron en alerta a su flota de guerra, estando atentos a defender las inversiones de sus ciudadanos en México; mientras que sin ninguna interferencia dejaban que los maderistas actuaran libremente comprando armas a lo largo de la frontera.

 

Revuelta Maderista

 

La nueva estrategia de Madero se encaminó a lograr la captura de Ciudad Juárez con el apoyo de los orozquistas, apunta Meyer (1984: 42-46), por lo que instruyó a Orozco y a Villa para que realizaran ataques sobre las vías del ferrocarril, con el propósito de aislar a esa ciudad fronteriza. Ante el riesgo de perder la ciudad, Díaz solicitó la realización de negociaciones, las cuales se realizaron entre el 22 de abril y el 6 de mayo de 1911, en donde siempre estuvo presente Orozco, quien incluso recibió el reconocimiento de general brigadier por Madero, el 28 de abril.

 

Al día siguiente de terminadas las negociaciones con los enviados porfiristas Oscar Braniff y Toribio Esquivel Obregón, debido al desacuerdo existente en cuanto a la renuncia de Porfirio Díaz, Madero ordenó que las tropas revolucionarias abandonaran el sitio de Ciudad Juárez e iniciaran su retirada hacia el sur, aparentemente preocupado por los daños que se pudieran causar en la vecina ciudad de El Paso, Texas, en caso de un combate. Lo que fue desobedecido por Orozco y Villa, quienes ordenaron el ataque a la ciudad el 8 de mayo de 1911, lográndose su captura dos días más tarde.

 

Madero herido después del frustrado ataque a Casas Grandes

 

Orozco, Villa, Alberto Braniff y Giuseppe Garibaldi en Ciudad Juárez

 

 

La toma de Ciudad Juárez proporcionó a los maderistas el poder establecer una capital para su gobierno provisional, señala Meyer (1984: 53-54), además de una frontera a través de la cual importar legalmente armas y municiones; convirtiéndose en la capital provisional del país, por lo que Madero procedió a integrar su gabinete provisional, en donde ocupó la Secretaría de Guerra Venustiano Carranza, lo que no fue del agrado de Orozco, ni de Villa.

Porfirio Díaz sale al exilio en Veracruz [1911]

Madero con su gabinete en Ciudad Juárez [1911]

 

 

Tratados de Ciudad Juárez: José María Pino Suárez, Francisco Vázquez Gómez, Francisco Madero (Padre) y Francisco Carbajal

Con la intensificación de la insurrección, y la presión internacional, Porfirio Díaz se vio obligado a renunciar el 25 de mayo de 1911, abandonando el país al finalizar el mes; al mismo tiempo que se reiniciaban las negociaciones de los maderistas con el gobierno federal derrotado, lo que daría lugar el 31 de mayo a los Tratados de Ciudad Juárez.

 

En donde se estableció la renuncia de Madero como presidente, el desarme y disolución de las fuerzas rebeldes, y un acuerdo para que la presidencia interina quedara a cargo del Ministro de Relaciones Exteriores, Francisco León de la Barra. Quien debería convocar a nuevas elecciones federales para presidente de la república, y de gobernadores en Sonora, Chihuahua, Coahuila y Yucatán.[20] Existió desagrado en algunos integrantes del grupo cercano a Madero por la forma en que se había concluido la insurrección, comenta Villarelo (1970: 212), entre los que se encontraban Adrián Aguirre Benavides y el propio Venustiano Carranza, quien llegó a comentar:

 

Revolución que transa, se suicida.

 

Villa, Madero, Sanchez Azcona y Orozco en Ciudad Juárez

 

Madero festeja el triunfo en Ciudad Juárez

 

Orozco, Francisco I. Madero, Garibaldi y Emilio Madero en Casas Grandes

 

Madero con Francisco León de la Barra

El desarme de las fuerzas revolucionarias fue una condición clara de los acuerdos, en donde se consideró la continuidad de algunos grupos bajo el mando de jefes designados por Madero, y de acuerdo con el gobierno federal. Que se integrarían como grupos irregulares del ejército, para garantizar la realización de elecciones estatales; al mismo tiempo se estableció que los cambios se darían únicamente para cambiar gobernantes, sin atender ningún reclamo social o laboral y sin tocar al latifundismo. Toda reforma quedaba en manos del Congreso y la aplicación de la ley estaba en manos del poder Judicial, integrados por porfiristas; lo que daba continuidad al sistema sin la presencia del dictador, quien se había autoexiliado en París, Francia.

 

Con la desmovilización de las bandas revolucionarias se buscaba reorganizar los poderes públicos y restaurar el orden jurídico, comenta Ávila (2002); por lo que se buscó que la agitación se condujera hacia el nuevo proceso electoral extraordinario que se avecinaba, lo cual sólo fue compartido por quienes tenían interés en que la revuelta acabara sin cambios en la estructura socioeconómica.

 

Sin embargo, en la mayoría del país continuó la movilización popular, con acciones de las partidas de rebeldes que tomaron las principales ciudades en los días cercanos a la caída de Ciudad Juárez, quienes en muchos lugares convocaron a la población a nombrar nuevas autoridades. La dirección maderista y el gobierno interino procedieron a sustituir a los gobernadores de los estados en los que había tenido más fuerza la revolución, apunta Ávila (2002).

 

    VozMadero.mp3

Mensaje de Madero al llegar a la ciudad de México [Junio de 1911]

 

Abraham Gonzalez

Jose Maria Maytorena

Venustiano Carranza

Jose Maria Pino Suarez

Francisco Figueroa Mata

Manuel Medina Garduño

 

 

Por lo que un grupo de personas cercanas a Madero ocuparon estos cargos, en donde no figuraron para nada los líderes más populares de la revuelta armada. Serían designados, entre otros: Abraham González en Chihuahua; José María Maytorena en Sonora; Venustiano Carranza en Coahuila; José María Pino Suárez en Yucatán, Francisco Figueroa en Guerrero y Manuel Medina Garduño en el Estado de México. Con lo que se reprodujo la anterior cultura política con nuevos actores, comenta Ávila, quienes mantuvieron los intereses y actitudes del sistema que acababa de ser derrotado.

 

Este proceso de renovación política en los estados se ajustó a los intereses de las oligarquías regionales y contribuyó a la continuidad de los caciques tradicionales, señala Ávila (2002); quienes siguieron teniendo influencia en sus localidades, ante al temor de la dirección maderista por la creciente movilización de los grupos rebeldes que seguían armados. Lo que propició que se reprodujera la vieja cultura política porfirista, ante el temor de que se incrementaran las demandas de cambio social que mostraba la insurrección, siendo prioritario para el gobierno interino y para el maderismo el tratar de controlarla, en colaboración con las elites porfiristas.

 

Como señala González (1965: 629-630), era evidente que existía un malestar mucho más grave, por lo que los antiguos porfiristas, científicos les llamaban los revolucionarios, vislumbraban que aunque Madero era moderado, su movimiento podía desatar un hecatombe política, social y económica en el país. Como lo expresaron en el periódico El Debate Miguel Lanz Duret, José María Lozano, Nemesio García Naranjo y Francisco M. de Olaguíbel:

 

Delante de Madero está la plebe, la multitud estólida, semidesnuda y pestilente que lanza vivas al huarache y la tilma, ¡falta un viva al piojo!

Francisco I. Madero con su esposa Sara

 

Mientras que Francisco Bulnes expresaría, en diciembre de 1911, que para las clases populares los objetivos de la revolución no tenía nada que ver con la no reelección, ni el sufragio efectivo, sino con:

 

La no miseria y la comida efectiva, lo más barata y abundante.

 

Para el nuevo proceso electoral, que se realizaría en el mes octubre de 1911, Madero integró una nueva organización política en julio, el Partido Constitucional Progresista, un mes después de su llegada a la Ciudad de México, en la cual excluyó a sus antiguos aliados los hermanos Emilio y Francisco Vázquez Gómez; ocupando el primero la Secretaría de Gobernación en el gobierno interino de Francisco León de la Barra. El general Bernardo Reyes también anunció su candidatura a la presidencia, después de que fracaso el intento maderista de ofrecerle la Secretaría de Guerra, si se contaba con su apoyo para las elecciones extraordinarias. Lo que generó una nueva inestabilidad política entre las élites urbanas, y la violencia se desató cuando un grupo de maderistas disolvió los actos proselitistas del general Reyes, obligándolo a abandonar la contienda y a salir del país hacia los Estados Unidos a finales de mes, desde donde posteriormente organizaría una insurrección militar.

 

Andres Molina Enriquez

Luis Cabrera

Emilio Vázquez Gómez

Francisco Vázquez Gómez

Paulino Martínez

Nemesio García Naranjo

 

En este clima de deterioro de la autoridad política se conformó un Partido Católico Nacional en agosto de 1911,[21] el cual lanzó la fórmula electoral de Madero para la presidencia y León de la Barra para la vicepresidencia; con lo que acabó, por la vía de los hechos, la exclusión de la Iglesia en la política, que se había mantenido en la Constitución desde 1860, con la derrota de los conservadores en las Guerras de Reforma.

 

Al celebrarse la convención del Partido Constitucional Progresista en septiembre de 1911, Madero señaló que fomentaría la pequeña propiedad agrícola, señala González (1987:7), al mismo tiempo que expresó que no se proponía atacar a las haciendas, asegurando que se buscaba fortalecer el principio de propiedad. Planteamiento que denunció como contradictorio Luis Cabrera, siendo claro que ese era el problema principal de la intranquilidad del país.

 

Madero y Zapata en Cuautla [1911]

 

El periodista Paulino Martínez divulgó a fines de octubre de 1911 el Plan de Tacubaya, con el que se pretendía reformar el Plan de San Luis Potosí; documento en donde se acusaba a Madero de haberse burlado de sus seguidores, de haber excluido y encarcelado a los jefes revolucionarios a quienes había declarado bandidos, y haber impuesto a gobernadores además de restaurar a los caciques, por lo que consideraba nulas las elecciones extraordinarias, disuelto el Congreso y nulos todos sus actos, señalando que este movimiento tenía el propósito de llevar a Emilio Vázquez Gómez a la presidencia,[22] con lo que se desató la insurrección en algunas partes del norte del país.

Ejército Libertador del Sur

 

Morelos no logró ser pacificado, ya que los zapatistas no aceptaron su desarme incondicional, exigiendo participar en la designación de las autoridades estatales y municipales, además de demandar la inmediata atención a la problemática agraria; lo que conduciría a su insurrección en noviembre de 1911 bajo el Plan de Ayala, ya con Madero en la presidencia.

 

Lo mismo sucedió en Sonora con la insurrección de los indígenas yaquis hacia finales del año, quienes habían sufrido el despojo de sus tierras por inversionistas nacionales y extranjeros para dedicarlas a la agricultura de exportación desde las décadas de 1880-1890, además de haber sido víctimas de una guerra de exterminio durante el Porfiriato, comenta Henderson (2001: 156 y 168).

 

Apenas instalado Madero en la presidencia, el 6 de noviembre de 1911,[23] se iniciaron las insurrecciones, comenta González (1987: 7), cuando el general Bernardo Reyes se internó desde los Estados Unidos en Tamaulipas, sublevándose contra el gobierno de Madero con el Plan de la Soledad. En donde ofrecía revisar las adjudicaciones de los terrenos baldíos, y restituirlos cuando fuera debido. Sin que encontrara apoyo a su movimiento, por lo que se rindió el 25 de diciembre de 1911 en Linares, Nuevo León, de donde fue trasladado a la prisión de Santiago Tlatelolco en la capital, sin ser sometido a juicio debido a la presión de las elites porfiristas.

 

Lo que terminó de preocupar a Madero fue su rompimiento con los zapatistas, y la aparición del Plan de Ayala el 28 de noviembre de 1911, en donde se designaba como dirigente de este levantamiento armado en contra del gobierno a Pascual Orozco. Esta insurrección también repudiaba a Madero como presidente, por considerar que no había cumplido con lo que se había comprometido en el Plan de San Luis Potosí, según entendían muchos de los participantes en la revuelta, además de desconocerse también al vicepresidente y los gobernadores que habían sido electos; señalándose que habían sido designados con el propósito de establecer una nueva dictadura. El Plan de Ayala advertía que se restituirían inmediatamente a los campesinos las tierras que les habían sido despojadas por los hacendados, además de señalarse que se expropiaría la tercera parte de los latifundios para proceder a realizar un reparto agrario, apuntando que quienes se opusieran a estas medidas perderían el total de sus propiedades.

 

Bernardo Reyes en Tlatelolco [1913]

 

Estos levantamientos llevaron a Madero a buscar atender la problemática agraria, que además del reparto requería de obras de irrigación y fomento a la agricultura. En relación con este problema, comenta Blanco (1995: 10), se creó al inicio de 1912 una Comisión Nacional Agraria, que impulsó tres líneas de acción: la compra de tierras privadas, la asignación de terrenos nacionales disponibles y la atención a las demandas de restitución de tierras. Acciones que fracasaron al caer las acciones de compras de tierras en manos de especuladores, además de la lentitud en la atención de la asignación y la restitución de terrenos, ya que el gobierno limitó estas acciones para excluir a aquellos que pretendían una política más radical y que además eran opositores al gobierno, o así lo pensaban los maderistas.

 

Ante la demanda más apremiante de los insurrectos después del derrocamiento de Díaz, que era el problema agrario, señala González (1987: 24), el saldo de la revuelta Maderista fue totalmente ridículo.[24] El criterio maderista, que centraba todos los caminos del cambio revolucionario en las libertades políticas, apunta González (1987: 22), consideraba que los propietarios debían vender a plazos cómodos a los pequeños propietarios, a un precio razonable, la mitad de sus aguas y de sus tierras:

 

…el gobierno no pretendía cambiar de golpe costumbres añejas ni defectos étnicos, sino dar margen a una selección natural de los hombres trabajadores y de orden, para combatir las demandas agrarias de algunos malos y descarriados mexicanos que practicaban la rapiña y el robo al grito de tierras.

 

Firma del Pacto de la Empacadora [1912]

 

El problema agrario se incluiría en diversas insurrecciones en contra del régimen maderista: Benjamín Argumedo se levantaría en armas por estos mismos motivos en la Comarca Lagunera; Pascual Orozco emitiría en Ciudad Juárez el Pacto de la Empacadora del 25 de marzo de 1912, en donde se adicionaban las demandas de reglamentación del trabajo asalariado a la problemática agraria; por su parte Félix Díaz, el sobrino de Porfirio Díaz, haría un llamado contrarrevolucionario por el restablecimiento de la propiedad, el orden y la paz al inicio de 1913, señalando:

 

…la Revolución actual no es sino la insubordinación provocada, exigida por el más cruel abuso de autoridad, por el que atenta no sólo a la propiedad, sino a la honra y a la vida.

 

Salvo la zapatista, todas las insurrecciones en contra del gobierno maderista fracasaron; pero a un alto costo, la reorganización y el restablecimiento del prestigio del ejército federal que las combatió y derrotó, apareciendo ante la opinión pública como los defensores del orden y la paz, al combatir a los intransigentes alzados en armas.

 

 

El 9 de febrero de 1913 se inició el golpe de estado en contra del gobierno maderista en la ciudad de México, comenta Valero (1970), cuando tropas al mando del general Manuel Mondragón se dirigieron a la prisión de Santiago Tlatelolco para liberar a Bernardo Reyes, y después a la Penitenciaría para hacer lo mismo con Félix Díaz; bajo cuya dirección procedieron a tratar de capturar el Palacio Nacional.

 

Lo que no consiguieron, ya que las tropas que se encontraban en su interior hicieron fuego en contra de los insurrectos dando muerte al general Reyes, por lo que los rebeldes dirigidos por Mondragón y Félix Díaz se concentraron en el cuartel de La Ciudadela, desde donde lanzaron ataques a lo largo de diez días sobre las tropas leales al gobierno.

 

Como el comandante de las tropas que defendieron el Palacio Nacional resultó herido en los combates, fue suplido en el mando por el general Victoriano Huerta, al mismo tiempo que Madero y Pino Suárez se trasladaron al Palacio Nacional para tratar de contener la sublevación.

Madero llega al PalacioNacional [1913]

 

Los días subsecuentes el gobierno maderista buscó obtener los apoyos políticos y militares para que subsistiera su gobierno, sin lograrlo. Los pocos militares de carrera que permanecieron leales fueron apresados por instrucciones del general Huerta, como sucedió con el general Felipe Ángeles.

 

 

El golpe militar contó con la complicidad y participación de la embajada de los Estados Unidos, en cuyas instalaciones se logró concertar un acuerdo entre los jefes de las tropas sublevadas en el cuartel de la Ciudadela y las fuerzas del gobierno bajo el mando de Huerta; mediante el cual se designaría como presidente interino al propio Huerta, para que Félix Díaz pudiera contender por la presidencia en unas nuevas elecciones.

 

Félix Díaz y Manuel Mondragón [1913]

 

Huerta, Félix Díaz y Manuel Mondragón [1913]

 

Previamente, Madero y Pino Suárez fueron aprehendidos y obligados a renunciar el 18 de febrero, bajo la promesa de que conservarían la vida, lo cual no se les cumplió al ser asesinados cuatro días después, una vez que el embajador estadounidense Henry Lane Wilson, en su carácter de jefe del cuerpo diplomático, informó a los embajadores acreditados en el país que el gobierno maderista había caído.

 

[16] Díaz obtuvo 18,625 votos del Colegio Electoral en este sistema de elección indirecta, en contra de 196 obtenidos por Madero, además de que los candidatos de los científicos resultaron ganadores en todas las candidaturas para diputados y senadores.

[17] Villarelo (1970: 203-204)

[18] Trabajadores Industriales del Mundo

[19] José María Leyva y Simón Berthold, los líderes de la fuerza liberal que ocupaba la región de Mexicali, anunciaron a los reporteros que el programa de su partido contemplaba la creación de una “mancomunidad cooperativa”, expresión empleada frecuentemente por pensadores radicales de la época y que se refería a un tipo de sociedad utópica. Debido a que estos jefes no aclararon que el propósito verdadero era establecer este tipo de sistema social en todo el país, muchas personas pensaban que se referían específicamente a Baja California. [Taylor, 1995: 37]

[20] El vicepresidente Ramón Corral se encontraba en Paris, gravemente enfermo, durante la realización de los acuerdos de paz de Ciudad Juárez, por lo que únicamente remitió al Congreso su renuncia al cargo; moriría en noviembre de 1912, mientras que Díaz lo haría en julio de 1915.

[21] Al respecto de su integración, señala Ávila (2002): El Partido Católico se organizó sobre la base de las redes parroquiales que los clérigos y los militantes católicos sociales habían establecido en los años anteriores para atender la cuestión social… dos meses después de su fundación, sus promotores decían contar con 70 000 miembros, sobre todo en la parte central del país.

[22] Iglesias González Román (1998)

[23] Con una mayoría aplastante del 98% de los votos, señala Ávila (2002), mediante un procedimiento electoral indirecto: La realización de los comicios se tenía que hacer conforme a los procedimientos establecidos por la Constitución y la ley electoral vigentes. Éstas señalaban que tenían que ser elecciones indirectas en primer grado, en escrutinio secreto. Es decir, los ciudadanos mexicanos -que, según lo establecía la Constitución de 1857, eran los mexicanos por nacimiento mayores de 18 años, si estaban casados, o de 21, si eran solteros, que tuvieran un modo honesto de vivir- votaban por un elector por cada 500 ciudadanos. Éstos, electores a su vez -que en 1910 hacían un padrón total de 27 000-, eran quienes votaban por los distintos candidatos para la presidencia y vicepresidencia de la república, así como por los diputados federales postulados en el distrito al que pertenecían, eligiendo a un representante al Congreso federal por cada 60 000 ciudadanos o por cada fracción superior a 20 000.

[24] Del 1 de julio de 1911 al 31 de diciembre de 1912 se adjudicaron 167 517 hectáreas de terrenos nacionales, con un valor de 188 658 pesos, a 34 personas, la gran mayoría durante el gobierno provisional de De la Barra. Por concepto de baldíos, en 1912 se adjudicaron 74 279 hectáreas, con un valor de 20 361 pesos, a 17 personas, en su casi totalidad durante el primer semestre de ese año. En cambio, sólo se otorgaron poco más de 912 hectáreas a 45 labradores pobres, del 1 de julio de 1911 al 31 de diciembre de 1912, y prácticamente nada durante el gobierno provisional. León de la Barra continuó la política porfirista (despilfarro de las tierras nacionales e insignificante atención a los labradores pobres); Madero, en cambio, prefirió a los labradores pobres sobre el reparto de las tierras nacionales.

 

Referencias


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