Femenino como actitud de delicadeza

11 mar 2015
Por María Estela GarcíaTorres Cruz

Introducción

El artículo trata de lo que significó el feminismo de la igualdad de Simone de Beauvoir quien pudo hacer posible que las mujeres empezáramos a valorarnos por la libertad y que cada una pudiera elegir su proyecto de vida, en una vida singular en el cual, cada mujer decidiera si ser madre o no, si estudiar una carrera, y cuál forma de vida le convenía.

Sin embargo, en la actualidad han aparecido otros feminismos como el de la diferencia, en el cual se empieza a pensar que no se quieren igualar conductas patriarcales de dominio, tratando de ser iguales al varón, en el patrón de autoritarismo, audacia, racionalidad y objetividad, en cambio en el feminismo de la diferencia, se quiere pensar a la mujer desde la actitud de lo femenino.

Lo femenino se entiende como la delicadeza y la actitud de cuidar al otro, y hacerlo florecer y este cuidado se puede dar en el entorno de un hogar, y este cuidado principalmente se concibe como el educar a la familia en los valores de la ética, usando la sensibilidad necesaria para toda conducta ética, y utilizar la delicadeza, la calidad, la ternura y la observación de los detalles para que el otro pueda florecer por sí mismo/a.

Pensar en la celebración del día internacional de la mujer, tiene que ver, con el análisis de lo que fue el feminismo como se dio en los años 60 y 70 del siglo pasado; este movimiento hay que enfocarlo como un movimiento de liberación, pues la mujer como lo decía Simone de Beauvoir, era considerada el segundo sexo, es decir, era mirada como lo otro, como alguien que carecía de sustancia, no era un sujeto que trascendiera, que se definiera por su hacer en el mundo. Esto dio lugar al feminismo de la igualdad, que lucho por la liberación de la mujer en todos los planos, existenciales, familiares, económicos, sosteniendo la igualdad con el hombre, lo que trajo consecuencias, si bien es cierto que dio un amplio campo de libertad a la mujer, se dio otro fenómeno que consistió en valorar a la mujer por asimilarse al hombre, con patrones de valoración patriarcales, es decir, por tener actitudes similares o iguales al del varón dominante o como suele decirse hoy, “macho alfa”.

Es verdad que el feminismo dio posibilidades a las mujeres de concebirse más allá de la maternidad, que tuvimos la oportunidad de acudir a las universidades y realizar carreras y estudios profesionales, como también, trabajar y obtener un salario que nos proporcionó la libertad económica, aunque no siempre, esto produjo libertad existencial.

El feminismo fue un movimiento de transformación que consistía en dejar de concebir a la mujer en la inmanencia, es decir que no hace nada, que no se proyecta como ser autónomo, y entonces, con la filosofía de Simone de Beauvoir, pudimos ser conscientes de que por ejemplo, era valioso elegir una carrera, un proyecto de vida; y fue muy importante no concebirse como objeto sexual, y no pensarse a sí misma como una matriz.

Considero que en nuestros días, tendría que llevarse a cabo una transformación en cómo se concibe la liberación femenina, ya que, por un lado, es importante estudiar por placer, con amor, y que esto genere la posibilidad de hacer algo que nos guste en la vida, en relación a la profesión. Es verdad que la mujer debe ser libre al tomar sus propias decisiones. Es fundamental ser libre para hacer lo que quiere, cuando quiere y con plena voluntad de realizar en plenitud su deseo.

Paralelamente, creo que es tiempo también de pensar que hay algunos problemas, por no pensar con profundidad lo que significa la diferencia de género, abordando el tema que cuestiona ¿qué es lo femenino?

Pues, una parte del feminismo volvió a las mujeres muy racionales, que fue el feminismo que se quedó en la idea de imitar al varón dominante, que corresponde al patriarcado; con ello se perdió en muchos sectores de mujeres, lo femenino de las tradiciones espirituales, que concebían a lo femenino cercano a la fertilidad, que también se identifica con la nutrición, con el crecimiento y con el hecho de hacer florecer a los demás, lo cual se puede lograr cuidando al Otro. El feminismo que llevo a muchas mujeres a querer ser libres, pero que se quedaron atrapadas en el patriarcado, cuyo modelo es el dominio a base de control, explotación, guerras y matanzas, no ha obtenido realmente la transformación social, no quiere decir que las feministas hagan la guerra, sino que están igualando comportamientos sustentados en el sistema autoritario. El patriarcado responde a un modelo de racionalidad, invadiendo todas las áreas de la vida de la cultura, de la familia, del hogar y de todas las instituciones sociales. Y muchas personas siguiendo este modelo son guerreros y guerreras en sus actitudes.

En parte, esbozaría la tesis de que si queremos pensar en libertad, en trasformación, tanto de mujeres como de hombres, hay que enfocar las dimensiones humanas, también desde la esfera del cerebro límbico, pues hay libertad cuando enfocamos la espiritualidad femenina. Por espiritualidad puede entenderse, la energía que cada uno posee, la capacidad del ser humano de moverse, es la voz interior del alma, es cuando hay paz. Y lo femenino tiene más atención a su ser interior, que a su vez, le da más fuerza para enfrentarse a la realidad y a los conflictos existenciales. Cuando lo femenino es consciente de su fuerza espiritual, tiene una manera de actuar hacia los otros, más sabia y actúa con mayor delicadeza. Esta delicadeza que se convierte en un símbolo de lo femenino, lo mismo que el detalle y el cuidado por el otro, es una actitud, no un sexo.

Algunas mujeres han superado los estereotipos que surgieron a partir de las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, y han querido replantearse desde otras figuras, y desde otros significados, que ya no sean la imitación de las pautas de lo que se considera el valor masculino, como la audacia, o la transgresión o una actitud desafiante y sobre todo guerrera.

Hoy existe una emergencia en algunos círculos, que se piensa a la mujer como una persona sabia, y esto por ejemplo tenía que ver con algunas tradiciones indígenas, en las que la mujer sabia era considerada la abuela de una tribu. En esta sociedad –dice Shinoda Bolen, la mujer sabia estaba en una posición honorable.

En nuestros días, se va pensando en la mujer sabia, solo después de la madurez, cuando la mujer por lo general ha tenido decepciones laborales, pues la han abandonado sus mentores intelectuales, o porque ya se ha quedado sola, o porque simplemente decide concentrarse en sí misma.

La mujer que se deja llevar por la sabiduría, es una mujer más libre, a diferencia de lo que pudiera pensarse, que la mujer libre es aquella que es racional y que supera y controla sus emociones y que no se deja vencer por éstas; la sabiduría en cambio, viene de lo profundo del corazón, por tal motivo, es muy difícil que llegue a equivocarse, pues a las fuerzas que convoca la sabia, es a su más profunda entraña, y al esplendor de su divinidad, a esto Bolen le llama gracia. Entonces, la mujer con esta personalidad anímica, es intuitiva, pero gracias a que ha ido disminuyendo la racionalidad, no porque la cancele, sino para dejarse llevar por la gracia divina, hemos de ser fluidos, y por lo general, cuando nos excedemos en racionalidad, no dejamos libre curso al fluir de la intuición.

Cuando la mujer es libre en este profundo sentido, es más plena, pero tiene que correr riesgos sola, porque nada de lo que su intuición le dice, está programado o está catalogado en algún plan de los códigos sociales o familiares.

Ahora bien, cuando nos guía la intuición o las fuerzas entrañables de la espiritualidad, generalmente no encontramos quien nos apoye, por eso debemos poseer una gran fuerza interior, para poseer recursos que nos alienten en nuestra búsqueda individual.

Dentro de lo que abarca el significado de sabiduría femenina, Bolen trabaja las diosas de la mujer. Una de estas diosas es Hestia, que significa el fuego que arde al interior del hogar, ahí ese fuego era lo sagrado, y la casa era un templo. En este sentido, me parece que buscar la sabiduría femenina, o recuperarla o hacer conscientes a las mujeres de lo sagrado del hogar, podría trasformar nuestras sociedades, pues, a mi manera de ver, los cambios cualitativos de la vida, no van a aparecer por ningún tipo de violencia, ya que, al igual que la naturaleza, el ser humano como parte de ésta, tiene que transformarse sin violencia. Así, a mi manera de ver, solo volviendo al significado de Hestia, vamos a realizar la trasformación social, a través del fuego del hogar, tanto hablando del fuego que transforma los alimentos, como el fuego espiritual que se pudiera dar al interior de los hogares. Sabemos que el 60 por ciento de los hogares son espacios de violencia, pero esto no quiere decir que abandonemos las casas, sino que hagamos volver el fuego interior y convirtamos los hogares en templos en donde los integrantes se sientan amados, se sientan comprendidos, se sientan cuidados, ¿cómo? pues siendo bien alimentados tanto del cuerpo como del alma. Si los seres que habitan un hogar fueran cuidados por madres sabias, la ciudad tendría excelente ciudadanos.

La armonía se adquiere desde el hogar, cuando en éste existe limpieza, orden, belleza, cuando hay alguien que amorosamente se ocupa del cuidado de una casa, que no significa exclusivamente el aseo o el orden, implica principalmente atender y asistir a los que ahí viven, es decir preocuparse por cómo viven y qué necesitan, especialmente en el caso de los afectos o los sentimientos. Pero esencialmente dedicarse a la educación ética de los niños y jóvenes.

Esto desde luego que plantea una problemática, ya que, inmediatamente surgirá el rechazo a ocuparse del hogar, porque se considerará que las mujeres entonces, volverán al pasado, en el que se les domesticaba y esclavizaba al hogar, sin tener otra opción más que la maternidad. Pero este fenómeno puede tener diferentes interpretaciones. Ya que una cosa es tener que ser madre porque era lo que la sociedad esperaba de una mujer, y además, ella no era consciente de que podía tener otras opciones, y su único destino era ser madre; y otra cosa es ser madre por elección y porque es algo que se realiza con amor, y porque se elige entre otras alternativas, y ya no existe el dominio patriarcal tan acuciante de hacer sentir a la mujer que solo se realiza en la maternidad.

En la actualidad se llegaría a elegir la maternidad en el mejor de los casos, es decir desde un punto de vista ético, cuando la mujer es libre de ser madre, cuando incluso, quizá ha estudiado una carrera y decide estar en el hogar cuidando éticamente a los hijos, esto supone que se ocupa de los valores de la familia y de volver a los hijos seres que han de tener voluntad de poder para florecer por sí mismo/a.

Cuando se cuidan los sentimientos en un hogar, aparece lo femenino, que insisto, no tiene que ver con el sexo, sino con una actitud. Los sentimientos dice Nussbaum, aseguran la estabilidad y crea sociedades con una respetable actitud moral, lo que quizá podríamos entender como el buen nombre, con la honestidad de una persona, el modo de ser que nos vuelve confiables. Y entonces, se requiere educar en el hogar y en la escuela para la simpatía y para el amor.

La delicadeza puede empoderar a las mujeres, ya que pueden hablar de su forma de ser que impediría que se les denigre y se les ningunee. Si las mujeres pudieran decir y hacer valer sus formas de entender los afectos, los sentimientos, el amor, la ciudad caminaría por el desarrollo del cerebro límbico también, y quizá entonces pudiéramos vivir en armonía.

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