La juventud. Aproximación al tema: La formación de los jóvenes en la educación media superior.

26 nov 2015

María Leticia De Anda Munguía

Profesor titular C del plantel sur del CCH

Primera parte

1. La juventud

En el mundo de hoy existen alrededor de 1 800 millones de jóvenes. “Es la primera vez, dice Naciones Unidas, que en el mundo habitan 1.800 millones entre jóvenes y adolescentes. Esta cifra inabarcable supone una cuarta parte de la población mundial. O, visto de otra forma, el equivalente a multiplicar por 3,5 los habitantes de la Unión Europea. Sin embargo, no es ahí donde se encuentra la mayoría de los jóvenes de este planeta. Según el “Estado de la población mundial 2014”, informe de la ONU en el que se señala que el 90% de estos jóvenes se encuentran en países en desarrollo que no ofrecen la atención e inversión necesaria para alcanzar su potencial”1.

Esta cifra, la más alta de la historia y se espera que llegue a cerca de 1 845 millones en 2030. Más de una de cada cuatro personas en el mundo son jóvenes, y dicha proporción se espera que baje al 23% para el 2025, principalmente por la reducción en la fecundidad (el número de partos por mujer) en décadas recientes. En los países en desarrollo los jóvenes constituyen alrededor del 29% de toda la población, y se espera que la proporción del total disminuya. En resumen, el número de jóvenes continuará aumentando en algunas partes del mundo, al tiempo que se reduce en otras regiones, y en 2025 habrá alrededor de 72 millones de jóvenes más que en la actualidad.

Cuadro1. Fuente. UNFPA: EL PODER DE 1 800 000 MILLONES. LOS ADOLESCENTES, LOS JÓVENES Y LA TRANSFORMACIÓN DEL FUTURO. Estado de la población mundial 2014.

El documento de UNFPA (2014), señala que es un grupo que crece con mayor rapidez en las naciones más pobres. En esta generación hay 600 millones de niñas adolescentes con necesidades, aspiraciones y retos concretos para el futuro. Para ellos, La educación es fundamental. Los jóvenes deben adquirir destrezas y conocimientos pertinentes en la economía actual que les permitan convertirse en innovadores, pensadores y solucionadores de problemas.

Noción de juventud.

La juventud se ha considerado como una etapa de transición entre la niñez y la adultez, en la que los niños se transforman en personas autónomas y se preparan para incorporarse al proceso productivo e independizarse de sus familias de origen. Durante este periodo de desarrollo, los jóvenes tienen que tomar decisiones importantes, las cuales tienen repercusiones a lo largo de su vida. En esta etapa, los jóvenes definen cómo, cuánto, qué y dónde estudiar o trabajar, también deciden sobre su estilo de vida, su salud sexual y reproductiva, cuándo y con quien unirse conyugalmente, así como su participación cívica, entre muchas otras cosas. CONAPO (2010)

La categoría de joven ha presentado dificultades para su definición y conceptualización ya que se puede partir de diferentes contextos y criterios. Dentro de ellos, se han utilizado diferentes aspectos para explicar sus características, tales como los psicológicos, los biológicos, los sociales, entre otros. Boridieu, ha señalado que “la juventud no es más que una palabra” (Bordieu, 1990). Esta palabra asume diferentes características en función de la historia y del contexto social que la explica.

Una de las características utilizadas para analizar esta etapa se relaciona con la edad y con los periodos de vida en los cuales se asume que una persona es joven. Así, para la Organización Mundial de la Salud (OMS) los jóvenes son aquellos individuos que se ubican entre los 12 y 24 años de edad. La etapa previa a la juventud la identifica como la adolescencia: es decir, son adolescentes aquellos individuos que tienen entre 10 y 19 años. En esta categorización se dan dos grandes grupos: los jóvenes adolescentes que van desde los 12 a los 17 años y los adultos jóvenes que se ubican en 18 a los 29 años.

En la adolescencia se encuentran los alumnos del CCH que ingresan a los 15 años. En esta etapa de formación se inicia el proceso de individuación, en este desarrollo progresivo en el que se conforma la propia autonomía del sujeto y se convierte en sujeto con obligaciones jurídicas.

Por otra parte, una verdadera definición de la juventud no debería tener límites de edad fijos, es una etapa necesaria para la formación personal y para encontrar el propio lugar en la sociedad; un período de la vida por derecho propio, con experiencias que son producto de la cultura de la sociedad (Medina, 2000).

En biología, el concepto más usual de adolescencia es el que la define como una “etapa de transición” entre la niñez y la vida adulta. Un signo unívoco de que sucede un cambio al final de la niñez es la pubertad; en ésta se inicia un proceso que acaba en la madurez sexual, con la cual los seres humanos adquirimos capacidad reproductiva. El periodo entre el inicio de la pubertad, con su constelación de cambios físicos y emocionales y aquél en que, por lo general, el individuo se separa de sus padres y hermanos, de su sistema familiar y busca construir su propia relación de pareja, abarca desde lo que hoy se considera “adolescencia” y hasta entrados los años de la “juventud”. Hay autores que a este periodo lo analizan y denominan, en general, juventud, y toman en cuenta, fundamentalmente, los sistemas familiares de los modelos europeos de nupcialidad (Ehrenfeld, 2000).

En la fase de la adolescencia se inicia el proceso de individuación, en este desarrollo progresivo en el que se conforma la propia autonomía del sujeto, intervienen factores sociales que no son constantes a todos los medios sociales a lo largo de la historia. Desde esta perspectiva, Ariés (1975) señala que en sociedades antiguas el concepto de infancia se desarrolló muy pobremente, pero aún más el de adolescencia y juventud; la ausencia de términos específicos para las fases de la infancia y juventud antes del siglo XVII son congruentes con la falta de límites conceptuales entre niñez, adolescencia y juventud. La historia de los conceptos y la historia de la juventud, incluyendo el concepto de “adolescencia” emergen en el siglo XVIII europeo y de allí derivan las fuentes acerca de la historia de la familia y sus contextos.

Autores como Feixa (1998) señalan que la juventud también se manifiesta como una “construcción cultural” relativa en tiempo y en espacio. Esto es: cada sociedad organiza la transición de la infancia a la vida adulta, aunque las formas y contenidos de esta transición son enormemente variables. Además, este proceso tiene una base biológica (el proceso de maduración sexual y desarrollo corporal), lo importante es la percepción social de estos cambios y sus repercusiones para la comunidad. Las formas de la juventud son cambiantes según sea su duración y su consideración social. También los contenidos que se atribuyen a la juventud dependen de los valores asociados a este grupo de edad y de los ritos que marcan sus límites, ello explica que no todas las sociedades reconozcan un estadio nítidamente diferenciado entre la dependencia infantil a la autonomía adulta. Para que exista la juventud deben darse, por una parte, una serie de condiciones sociales como normas, comportamientos e instituciones que distinguen a los jóvenes de otros grupos de edad y, por otra parte, una serie de imágenes culturales, valores, atributos y ritos especialmente asociados a los jóvenes. Tanto unas como otras dependen de la estructura social en su conjunto, es decir de las formas de subsistencia, las instituciones públicas y las cosmovisiones ideológicas que predominan en cada tipo de sociedad.

Charles Feixa (1990) propone cinco modelos de juventud como categorías sociales que refieren a igual número de sociedades a través de la historia: púberes en las sociedades primitivas sin estado; efebos en los estados antiguos; mozos en las sociedades campesinas preindustriales; muchachos en las sociedades de la primera industrialización; y jóvenes en las sociedades modernas y postindustriales.

Otro criterio importante para hablar de juventud se da en torno a la edad, a pesar de no haber acuerdo entre los estudiosos del tema respecto de que tanto las características como la duración del tránsito entre la niñez y la edad adulta varían según las sociedades, culturas, etnias, clases sociales y géneros, también existe consenso en cuanto a la necesidad práctica de establecer una convención que permita comparar la situación de los jóvenes en distintos contextos y dar seguimiento a su evolución en el tiempo. Los cambios provocados por los tiempos modernos han planteado también dificultad para establecer las fronteras entre el mundo juvenil y el mundo adulto. En el pasado, la entrada al mundo adulto implicaba la convergencia en el tiempo de comportamientos económicos, sociales, culturales y políticos, modelados según patrones de conducta bien establecidos. En ese sentido, el modelo adulto constituía un complejo de comportamientos consistentes, cuyo eje era determinado por los roles laborales y familiares. Los valores y normas que regulaban el funcionamiento de aquellos ámbitos se complementaban y reforzaban con los de otras instituciones primordiales, como la iglesia y la comunidad. Actualmente se aprecian al menos dos procesos que modifican esta situación: por un lado, el aumento sostenido de la proporción de personas que participan plenamente en la economía sin dejar por ello de seguir identificándose con una cultura juvenil y, por el otro, las incertidumbres que rodean la inserción laboral y la formación de la familia.

La disociación entre los roles productivos y la cultura adulta se explica, en parte, porque los jóvenes constituyen por sí mismos un mercado que crece rápidamente y consume bienes y servicios, muchos de ellos elaborados por otros jóvenes. Pero también porque, favorecidos por ciertos rasgos emergentes del funcionamiento de las sociedades modernas, los elementos de la cultura juvenil comienzan a competir ventajosamente con elementos de la cultura adulta en cuanto orientador de los hábitos y comportamientos de la población en general. Esas ventajas se tornan evidentes, por ejemplo, cuando se considera que la institucionalización del cambio, proceso nodal de los nuevos tiempos, va tornando más valiosas las capacidades de enfrentar con flexibilidad situaciones inéditas y de incorporar las innovaciones con rapidez. La demanda creciente de esas capacidades se traduce, entre otras cosas, en que los adultos vuelcan su mirada hacia los jóvenes en busca de las actitudes apropiadas para hacer frente a las transformaciones, todo lo cual tiende a desplazar hacia la juventud el eje de la producción cultural (CEPAL, 2000).

En el contexto cultural, tampoco se puede hablar de una sola juventud, para poder caracterizarla es necesario reconocer la diversidad social y cultural por lo que su análisis debe contemplar las diversas realidades, ya que ellos son en esencia un grupo heterogéneo. Sus diferencias se establecen por razones de género, educación, etnia, grado de articulación familiar, nivel socioeconómico, lugar de residencia, de este último rubro, la diferenciación implica hablar de los jóvenes de la ciudad (urbanos), los jóvenes del campo, (rural) los jóvenes de las comunidades indígenas, los jóvenes estudiantes, los obreros, los de las pandillas, los que viven en la calle entre otras formas de vida, por ello, y coincidiendo con Bursa (2000) es necesario hablar de juventudes para poder así entender su proceso juvenil que implica a su vez, diferentes tipos de vida y vivencias.

La sociología, por su parte, ha asumido que la juventud es una fase moratoria de la niñez en espera de asumir roles de adulto; esto es, que termina cuando los individuos abandonan la escuela, se incorporan al mundo del trabajo, se independizan del hogar paterno, forman su propio núcleo familiar y tienen hijos. (Medina, 2000). En el contexto social, la juventud adquiere importancia en el sentido de dar paso de la ciudadanía civil a la ciudadanía política, ya que durante el paso de edad de los 18 años se produce la complementación de los derechos individuales, la libertad, la justicia y la propiedad con los derechos a participar en el espacio público.

En este sentido, la juventud es un estado, no una etapa de transición, ni un proceso de metamorfosis. Sin embargo; para el Estado, la familia y la escuela siguen pensando en la juventud como una categoría de tránsito entre una fase y otra, como una etapa de preparación para lo que, si vale, la juventud como futuro. Por su parte, para los jóvenes su ser y su hacer en el mundo está anclado en el presente (Reguillo, 2000). Se suele afirmar que los jóvenes son el futuro, pero ellos reclaman que viven en el presente y quieren ser parte de la construcción de su futuro. La adolescencia y la juventud es una etapa que debe vivirse en sí y comprender que su riqueza está en vivirla plenamente. Earwakerm (1992) señala que es precisamente, considerar a la juventud como etapa de transición, lo que ha hecho que esta etapa no sea entendida en toda su magnitud. La transición es un concepto metafórico para hablar y entender el cambio, una forma de caracterizar un suceso llamativo en el curso de la vida que tienen especial relevancia para el futuro de quienes pasan por ellos, como si fuesen momentos en los que ocurren metamorfosis; pasando a ser todo diferente una vez que éstas se han experimentado.

Las transiciones en el proceso de escolarización delimitan los momentos de la vida de los estudiantes en los que tiene lugar el paso de un estadio a otro, la apertura a un nuevo mundo, cambios de ambientes educativos, un proceso en el que es preciso, a partir del presente, vislumbrar un futuro que implica decisiones de vida, sexual, familiar, laboral y profesional entre otras. Por ello, Rubén Efron (1998), consultor de UNICEF, propone que en esta etapa deben realizarse tres operaciones básicas, íntimamente ligadas entre sí: “la construcción de la identidad, la construcción del espacio subjetivo y el proceso de emancipación. La característica clave de este recorrido es para él, la vulnerabilidad”.

En la actualidad, la educación media superior se considera común en la continuidad educativa de los jóvenes y se desarrolla como una experiencia, a veces entendida como una forma de llegar a niveles de educación superior y otra como un tránsito hacia la vida laboral. A lo largo de la educación media superior, el joven y la joven viven la transición de la educación al empleo; algunos suelen sustituir su continuidad académica por períodos de trabajo, de trabajo y estudio y otros abandonan sus estudios para regresar a ellos después de un periodo laboral (Wyn y Dwyer, 2000).

Por su parte, Mazzotti y Rodríguez (1994), profesionales uruguayas en el tema, plantean que:

dos ejes centrales pueden destacarse como pilares de las resoluciones que los adolescentes deben tomar con respecto a sus vidas: cómo resolverán su independencia económica y qué modelo asumirán en relación con el ejercicio de su sexualidad. Estos ejes son claves en la construcción de la autoidentidad, por lo que, si bien esta se va modificando a lo largo de toda la vida en la adolescencia, con respecto a sí misma, están especialmente movilizadas”.

Otro aspecto relevante en la situación juvenil son los cambios socioculturales que tiene impacto en la educación de los jóvenes: En México, Weiss (2007)2 señala que el ocio es un factor importante así como la nueva industria cultural y del cuerpo en continuo crecimiento: “Televisa, la música y los gimnasios o los viajes, son sólo símbolos del ocio; se convierten en lugares de sentido de la vida y de trabajos importantes”. Menciona que las relaciones que establecen siguen cada vez menos los lineamientos de clases sociales, surgen nuevos valores como la intimidad la relación pura, la autenticidad. El cuerpo y la estética cobran nueva importante”. Así, hay estilos de vida a escoger: el triunfador agresivo, el romántico Dark, el cholo. Los jóvenes se identifican con diferentes estilos y ello los lleva a pertenecer a diferentes grupos sociales, situación que se ha incrementado en los últimos tiempos; sobre todo a las denominadas tribus urbanas3. En nuestro país se identifican más de 200 grupos4 y es frecuente su presencia en las escuelas, lo que significa para muchos alumnos y para profesores temor, incomprensión y para algunos intolerancia.

La situación juvenil presenta aspectos que los hacen especiales, tales como la cultura y el leguaje con la que se expresa y les caracterizan. En la actualidad, los jóvenes están desarrollando nuevas formas de comunicarse a través de los celulares el Internet y en la comunicación oral, su lenguaje es transgresor, sintético, rebelde y práctico. Para ello, utilizan otra sintaxis o códigos que solo pueden ser entendidos por quiénes la conozcan. Urbaitiel5, señala que es frecuente advertir la sorpresa de adultos y en particular de los docentes, respecto de la escasa cantidad de palabras que usan los adolescentes y de la particularidad en la multiplicidad de sentidos en muy pocos significantes. Esta escasez de palabras pone en evidencia la importancia que adquiere el receptor para decodificar los mensajes; por lo tanto, hay que conocer esa jerga específica, hay que poseer este saber especial para el uso de las palabras (tener un código común refuerza la identidad, a la vez que diferencia a los jóvenes del resto). La carencia de un escaso vocabulario constituye un obstáculo para la lectura y para la comprensión de textos, lo que incide de manera importante en su educación

Dada la complejidad del entorno en la formación de jóvenes, en particular para los estudios del nivel medio superior en nuestro país, cuya finalidad más importante para los estudiantes de esta etapa, es obtener el pase automático o el certificado y encuentran en la escuela un espacio juvenil para encontrarse con sus pares como lo reportan los estudios de Guerra y Guerrero (2004) (En Weiss: 2007) Estos resultados demuestran que no se asume el nivel como una etapa de formación en la cultura general, para muchos es un espacio por el que tienen que pasar como requisito para lo que sí vale, la educación superior. Por ello, se requiere de una atención especial tanto académica como política, que transforme el nivel en un espacio de formación pertinente, que promueva la adquisición de saberes, habilidades y actitudes. La orientación y redefinición de este tipo de estudios debe estar centrado en la promoción de dos ejes educativos: la formación que permita seguir aprendiendo, (aprender a aprender) que los llevará a ser capaces de educarse y continuar aprendiendo de manera permanente, ya sea en estudios superiores o bien, al mercado laboral; y la formación para la vida, que implica campos como la familia, la salud, el ejercicio de la ciudadanía, la vida comunitaria entre otros, de tal forma que las competencias adquiridas les permitan un mejor desempeño y una vida más digna.

Países Europeos y de América y diversos investigadores coinciden en que las etapas de formación correspondientes a este grupo de edad, debe transformarse y adecuarse, de tal forma que sean capaces de responder a las necesidades e intereses de los jóvenes y de la sociedad en los nuevos escenarios: global y local.

1 Información tomada de. El Mundo Informativo: VERÓNICA RAMÍREZ | MARTA LEY. Madrid

Actualizado: 18/11/2014: Informe de Naciones Unidas sobre el Estado de la población mundial. Disponible en: http://www.elmundo.es/grafico/internacional/2014/11/18/546b4ebbca47411c168b458d.html.
Documento sobre el Estado de la Población Mundial 2014: UNFPA: EL PODER DE 1800000 MILLONES: LOS ADOLESCENTES, LOS JÓVENES Y LA TRANSFORMACIÓN DEL FUTURO. Disponible en: http://estaticos.elmundo.es/documentos/2014/11/18/onu_estado_de_la_pobla...


2 Weiss E. (2007) Cultura y jóvenes: Cambios en el Bachillerato: Conferencia Disponible en: http://www.die.cinvestav.mx/die/acad/weissEduardo/PDFweissEduardo/Eduard...


3 Nota. MICHELLE MAFFESOLI, en 1990, usa por primera vez el término de tribus urbanas, definiéndolas como “Los grupos fundados en las comunidades de emociones”


4 Véase Vega R. (2010) Tribus Urbanas en México. Disponible en: http://www.inmch.org.mx/TribusUrbanas.pdf


5Urbaitiel P. Adolescencia, Tribus Urbanas y Cultura Joven: Algunas reflexiones acerca de las características del nivel medio. Disponible en: http://rephip.unr.edu.ar/bitstream/handle/2133/782/Adolescencia%2c%20tri...


Referencias

ARIES, Philippe (1975), Geschiacte der Kindbeit, Munich. En EHRENFELD, Noemí. (2000) “Embarazo en adolescentes: Aproximaciones social, cultural y subjetiva de las jóvenes”. Aproximaciones a la diversidad juvenil. Colegio de México. México.2000 pp. 179-181.

BORDIEU, Pierre (1990) La juventud no es más que una palabra, en Sociología y cultura, Colección Los Noventa. México. Grijalbo.

CEPAL/ ECLAC (2000) “Juventud, población y desarrollo: problemas, posibilidades y desafíos”. Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población Proyecto Regional de Población 2000-2003, CELADE-FNUAP Santiago de Chile, septiembre de 2000.

CONSEJO NACIONAL DE POBLACIÓN.

         (1999) “La situación demográfica de México, CONAPO, México.

         (2010) “La situación demográfica de México”, CONAPO, México.

         (2011) “La situación demográfica de México”, CONAPO. México

EARWAKER, j. (1992), Helping and supporting studentes. Buckingham. Open University Press. En: Sacristán J. Gimeneo. La transición a la educación secundaria. Madrid, Editorial Morata 1997.  pp 17.

EFRON R. (1998) Subjetividad y adolescencia. En: Adolescencia, pobreza, educación y trabajo. Buenos Aires. Losada.

EHRENFELD, Noemí. (2000) Embarazo en adolescentes: Aproximaciones social, cultural y subjetiva de las jóvenes. En: Medina Carrasco Gabriel (compilador). Aproximaciones a la diversidad juvenil. Colegio de México. México.2000 pp. 179-180.

FEIXA  Carles:

          (1990) “Púberes, efebos, mozos y muchachos. La juventud como construcción cultural”, en VV.AA. Juventud y sociedad: del neolítico al neón. Zaragoza, Ayuntamiento de Zaragoza, pp.19-58.

         (1998) El reloj de arena, Culturas Juveniles en México. México Causa Joven

LUTTE, Gérard (1991), “La adolescencia en la historia”, en Lutte, G., Liberar la adolescencia: la sociología de los jóvenes de hoy. Col. Biblioteca de Psicología, núm. 168, Barcelona, Herder, pp. 21-35.

MAZZOTTI, Maricela y Rodríguez, Cristina (1994). Transgresión y salida a la calle. Mujeres pobres adolescentes. CLAEH. Montevideo.

MEDINA Carrasco Gabriel (compilador). Aproximaciones a la diversidad juvenil. Colegio de México. México.2000. pp24.

ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD Definición del Empoderamiento desde la Perspectiva de las Adolescentes. DRAFT-noviembre de 2006 Unidad de Salud del Niño y del AdolescentevÁrea Salud Familiar y Comunitaria OPS/OMS©

REGUILLO Roxana, (2000) Las culturas juveniles. En Medina Carrasco Gabriel (compilador). Aproximaciones a la diversidad juvenil. Colegio de México. México.2000. pp24.

UNFPA (2014) El poder de 1,800 000 millones: los adolescentes, los jóvenes y la transformación del futuro. Estado de la población mundial 2014.

Disponible en: http://estaticos.elmundo.es/documentos/2014/11/18/onu_estado_de_la_pobla...

Categoria del menu derecho: