Primera persona

Cuando se escribe en primera persona (yo, nosotros), se pone de manifiesto la presencia del autor en lo narrado. Con esta forma de enunciación, se consigue atrapar con mayor fuerza la atención del receptor, aumenta su interés, pues lo que el enunciador dice tiene la apariencia de algo que ha vivido, que ha experimentado de manera personal.

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Japón: la mafia de las geishas (pp. 68-69)

Rhoda es una mujer hermosa de piel alabastrina y una cabellera pelirroja que ningún tinte artificial podría imitar. Sus grandes ojos verdes parpadean al ritmo de las palabras más intensas mientras habla. Así narra su encuentro con la cultura japonesa:

La libertad, cuando no conoce límites, puede ser tan destructora como peligrosa. Acababa de cumplir dieciocho años y me liberé de mis padres. Me sentía tan viva, tan excitada por esa libertad recién adquirida: era un día que había esperado durante mucho tiempo. Toda mi vida había estado en una caja de cristal. Mi cajita contenía familia y religión, eso es todo,no conocía nada fuera de esa caja. Escuela cristiana, ir a la iglesia tres veces a la semana, “tiempo de Biblia” diariamente; cada semana estudio de las Sagradas Escrituras. Mi vida transcurría entre la historia del bien y del mal, pero no conocía absolutamente nada de la maldad real. Tenía la mentalidad de una niña de cinco años, en el sentido de inmadurez para comprender el mundo real. Mi gran debilidad fue no haber sido educada para enfrentarme al mundo humano más allá de los preceptos religiosos, las fantasías televisivas; no me proporcionaron conocimientos y nunca desarrollé herramientas para protegerme de la violencia. Mi libertad despertó una necesidad de viajar, una urgencia que no podía ser frenada.

Cuando cumplí diecisiete años decidí que en cuanto tuviera dieciocho viajaría a Japón con un contrato para cantar. Me habían descubierto y sabía que debía aprovechar la oportunidad. Contra las recomendaciones de toda mi familia hice las maletas y me preparé para explorar Asia con mi voz y mi música. Mis padres estaban asustados. Al principio se negaron, pero luego mi padre se encargó de revisar el contrato, asegurarse de que no me exigieran usar minifaldas o ropa provocativa para cantar. Mi primer viaje fue en sueño. Quedé fascinada con la cultura y las costumbres japonesas, aunque luego descubriría que sus sonrisas artificiales y sus modos amables son una forma de hipocresía social. Ellos ven a los norteamericanos como una sociedad sin orgullo, y piensan que somos incapaces de contener nuestras emociones, por eso nos desprecian, pero eso lo aprendí mucho después. Mi primer viaje me hizo creer que todo era hermoso que podría triunfar.

Volví a casa en mi pueblo sureño de Estados Unidos y vi un anuncio en el periódico en el que buscaban cantantes y edecanes en Japón. La agencia era diferente de la primera, pero me gustó porque ofrecía mucho más dinero.

Cómo pudiste observar en el texto, los verbos conjugados nos permiten saber quién narra (yo, Rhoda). Los adjetivos -Tan viva, tan excitada…fascinada… hermoso -y las frases manifiestan su perspectiva: su visión optimista- tan viva, tan excitada por esa libertad recién adquirida- y su inexperiencia de la vida -La mentalidad de una niña de cinco años… inmadurez para comprender el mundo real.

Realiza el ejercicio 1 para que practiques lo aprendido.