Sabemos por experiencia que antes de escribir o hablar, debemos tener muy claro si nos dirigimos a una persona conocida o desconocida, así como el objetivo o propósito con el que lo hacemos. Según el conocimiento de esa persona, nos dirigiremos con familiaridad porque ambos manejamos el mismo contexto, pero si la desconocemos la trataremos de usted, con mucha cortesía y seremos más cuidadosos con nuestras palabras y los formalismos.
A partir de lo anterior es que debemos definir dos conceptos que nos ayudarán a elaborar textos: destinatario y propósito de comunicación.