Ejercicio 4

Cosmovisión en Mesoamérica
Con la siguiente actividad reconocerás algunos aspectos del pensamiento cosmogónico en los mitos de creación de los mayas y mexicas.

Ejercicio de escritura

Lee atentamente los fragmentos sobre el Quinto Sol y el Popol Vuh y completa el cuadro. Al finalizar da clic en comparar para recibir retroalimentación.

¿Qué papel tienen las fuerzas antagónicas y la dualidad en la concepción cosmogónica de los mexicas y los mayas?
Quinto Sol mexica

En el Quinto Sol el ser cósmico Ometecuhtli simboliza la vida ya que posee tanto aspectos masculinos como femeninos lo que permite procrear como padre y madre a otros seres como los Tezcatlipocas.

De acuerdo con los mexicas es el enfrentamiento de los opuestos (vida-muerte, creación-destrucción, día-noche, sol-luna, masculino-femenino, fuerza-debilidad, fuego-agua,…) que permite que el mundo persista tras la muerte. Asimismo el tiempo y la vida son cíclicos.

Popol Vuh maya

En el Popul Vuh se presenta con otros matices que en el mito del Quinto Sol el proceso creador con base en la dualidad y el enfrentamiento de fuerzas antagónicas.

En el mito la vida es un proceso de perfección que se desarrolla en diferentes ciclos o soles, pero al mismo tiempo es un ir y venir de enfrentamientos del ser humano con los dioses.

Para recibir retroalimentación deberás responder las dos preguntas.
Mexica: El Quinto Sol.

El concepto de dualidad es omnipresente en el pensamiento azteca y se personifica en Ometecuhtli, ser cósmico primordial de carácter dual que mantiene la vida desde su posición en el "ombligo de la tierra". Posee aspectos masculino y femenino (Ometéotl y Omecihuatl), lo que le permite parir a los cuatro Tezcatlipocas como padre y como madre.

Así, al principio existía Ometecuhtli, Señor de la Dualidad autocreado, que también se presentaba en sus aspectos masculino y femenino como Ometeotl y Omecihuatl.

Los hijos de esta pareja cósmica fueron los cuatro Tezcatlipocas. El Tezcatlipoca Rojo, también llamado Xipe Topec (el dios desollado), se asociaba con el este; el Azul o Huitzilopochtli con el sur; el Blanco o Quetzalcóatl con el oeste y el Negro, el Señor del Cielo Nocturno, con el norte. A estos cuatro se añadían Tláloc, dios de la lluvia, y su consorte, la diosa del agua Chalchiuhtlicue.

Los enfrentamientos entre estas deidades, enzarzadas en una lucha cósmica por la supremacía, desembocaron en la creación y destrucción de cinco eras o " soles " mundiales sucesivos, cada uno de ellos identificado por la forma concreta de cataclismo que lo sumergía.

El primer sol estaba regido por Tezcatlipoca y se conocía como " Cuatro-Jaguar". Al cabo de 676 años, Quetzalcóatl arrojó al agua a Tezcatlipoca y la tierra fue consumida por los jaguares.

Después, Quetzalcóatl presidió el segundo sol, conocido como "Cuatro-Viento". Esta era acabó cuando Tezcatlipoca se vengó y destronó a Quetzalcóatl, quien fue arrastrado por un gran huracán.

El tercer sol, llamado "Cuatro-Lluvia", estaba dominado por el fuego y regido por el dios de la lluvia, Tláloc. Acabó cuando el dios Quetzalcóatl envió una gran lluvia que consumió la tierra.

A continuación vino el cuarto sol, "Cuatro-Agua", que se suele identificar con Chalchiuhtlicue, diosa del agua, y tocó a su fin cuando el mundo quedo sumergido por un diluvio y las personas se transformaron en peces.

A la zaga de estos mundos imperfectos vino la creación más portentosa, el quinto sol. Los cataclismos que destruyeron los cuatro soles anteriores dejaron un vacío en el orden cósmico. Los dioses ofrecieron a las gentes de Mesoamérica una última y efímera oportunidad de vivir al crear y sustentar el quinto sol, la era actual. El quinto sol fue creado en Teotihuacán cuando el dios Nanahuatzin se arrojó a una hoguera y se transformó místicamente en el sol naciente.

Pero al principio estaba inmóvil, y los demás dioses sacrificaron su sangre para proporcionarle energía para el movimiento celeste. Por eso se conoce la quinta era del mundo como "Cuatro-Movimiento".

Mitos de los soles. Recuperado de http://quetzacoalt2005.galeon.com/aficiones1218952.html (agosto, 2012).

Maya: Popol Vuh.

Mercedes de la Garza:

“El mito recogido en el Popol Vuh narra que los dioses creadores, posados sobre el agua primigenia y en un “tiempo estático” (momento primordial del caos), acordaron crear el mundo. Estas deidades, que al parecer constituyen una pareja masculino-femenino o un dios andrógino, reciben varios nombres asociados con su función, pero todos ellos son Gucumatz (Serpiente Quetzal), dragón, símbolo del agua primigenia –equivalente al Itzamná maya yucateco y al también llamado Monstruo Celeste, del arte clásico-y U Qux Cab (Corazón del Cielo), centro del mundo, punto primordial del que surgirá el cosmos. La finalidad de la creación del mundo es que éste sirva como habitación de un ser que tendrá por misión venerar y alimentar a los dioses: el hombre.

Esta deidad creadora múltiple hace emerger la Tierra y crea a los diferentes seres vegetales y animales por medio de la palabra. Luego se aboca a la formación del hombre, que se produce en distintas etapas de creación-destrucción. Primero hizo hombres de barro que no adquirieron vida, por lo que fueron destruidos por un diluvio. Buscando una materia más sólida, forma hombres de madera, que aunque lograron reproducirse, no fueron conscientes y no pudieron cumplir con la finalidad de los dioses, por lo que se transformaron en monos y su mundo desapareció bajo una lluvia de resina ardiente. Finalmente los dioses, con ayuda de algunos animales, dieron con una materia sagrada, el maíz, y con su masa formaron un nuevo hombre que ya reconoció a los dioses y asumió su misión sobre la Tierra. Los primeros hombres formados fueron cuatro: Balam Quitzé (Jaguar Quiché); Balam Acab (Jaguar Noche); Mahucutah (Nada) e Iqui Balam (Viento Jaguar). Eran “hombres buenos y hermosos”, dice el texto, y, además tenían una inteligencia y una vista tan perfectas que conocían todo lo existente; eran plenamente conscientes de los dioses y de sí mismos. Los dioses se dieron cuenta de que se igualarían a ellos y ya no se propagarían. Entonces, el Corazón del Cielo les echó un vaho sobre los ojos para que no vieran más que lo inmediato. Y luego crearon a las mujeres con las cuales los primeros hombres engendraron a las tribus quichés. Así explicaron los (mayas) quichés la contingencia humana.

En las distintas etapas de creación de los hombres aparecen diferentes soles que, como los seres humanos, son imperfectos y, por ello, fueron destruidos. El de la segunda edad fue Vucu Caquix (Siete Guacamaya) quien por su soberbia y vanidad fue destruido por los héroes que serían el Sol y la Luna de la época actual, que surgen al lado del hombre del maíz: Hunahpú e Ixbalanqué. La historia de estos héroes constituye un mito muy complejo de carácter iniciático en el que los personajes bajan al inframundo a jugar la pelota con los dioses de la muerte, mueren y resucitan, y luego suben al cielo transformados en el Sol y la Luna.

En el Memorial de Sololá de los cakchiqueles hay un breve mito que aporta elementos esenciales, como la idea de que la sangre de los dioses se mezcla con la masa de maíz para formar al hombre, lo cual justifica el rito en el que el hombre alimenta a los dioses con su propia sangre.

Fragmento recuperado de Mitos mayas del origen del Cosmos. En Arqueología Mexicana (56). México: Editorial Raíces. 37-38.

Alumno: